XXXVI

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Luego de que Harry durmiera gran parte del día, Louis reunió el valor necesario. Sabía que Harry no lo juzgaría, que siempre había sido paciente y comprensivo con él. Así que, cuando llegó el momento, respiró hondo y le propuso que fueran juntos a la playa.

Ambos se pusieron sus trajes de baño y caminaron hacia la orilla, Theo entre ellos, balbuceando con entusiasmo. Louis notó la sonrisa tranquila de Harry, quien lo miraba con un apoyo silencioso que le daba la fuerza que necesitaba.

-Puedes dejarte la camisa si quieres, no es necesario que... -comenzó a decir Harry suavemente, sin querer presionarlo.

Louis tragó saliva, mirando sus manos ligeramente temblorosas mientras tocaban los botones de su camisa. Respiró profundamente, decidido.

-Puedo hacerlo -respondió, su voz apenas audible, pero con una determinación firme en su mirada.

Harry asintió, respetando su decisión sin decir una palabra más. Se agachó para colocarle protector solar a Theo, que reía con la energía despreocupada de un niño, ajeno a las luchas internas de su mamá. Louis se quitó la camisa lentamente, dejando que la brisa del mar acariciara su piel. Sabía que los ojos de Harry no estaban juzgándolo, que no lo miraban con desaprobación, sino con un orgullo que lo reconfortaba.

El omega suspiró, cerrando los ojos por un par de segundos, llevando su mano a su vientre plano. Era un gesto que a veces le traía paz, recordándole el viaje que había recorrido y la vida que había traído al mundo.

Todavía con los ojos cerrados, sintió la mano de Harry tomar sus caderas. Era un agarre firme, posesivo pero amoroso, como si Harry estuviera asegurándose de que siempre estuviera a su lado. Esa conexión le llenó el pecho de calidez y una oleada de seguridad, disipando las dudas que lo habían atormentado. En ese momento, se sintió visto, aceptado y, sobre todo, amado.

-Estoy aquí -susurró Harry, su voz suave y reconfortante, como un bálsamo para sus inseguridades. Louis abrió los ojos lentamente, encontrando la mirada de Harry fija en él, llena de ternura y devoción.

El omega sonrió, un gesto pequeño pero significativo, sintiendo cómo la tensión se desvanecía poco a poco. Sabía que no estaba solo, que tenían a Theo y a ellos mismos, y que juntos podrían enfrentarlo todo.

-Eres hermoso, perfecto, mi omega, solo mío -murmuró Harry, sus ojos recorriendo el cuerpo de Louis con una admiración palpable. La forma en que miraba a Louis, como si estuviera ante la obra de arte más preciada, le llenó de calidez.

Harry se inclinó y besó suavemente la clavícula de Louis, un gesto lleno de devoción que lo hizo estremecer. La piel de Louis se erizó ante el contacto, y sintió una oleada de ternura y deseo que le llenó el pecho.

-A veces me cuesta creerlo -respondió Louis, su voz casi un susurro mientras su corazón latía con fuerza-. Todo lo que has hecho por mí...

Harry levantó la cabeza, capturando la mirada de Louis.

-No tienes que dudar, Lou. Te he visto en tus momentos más vulnerables y aún así creo en ti, en nosotros -dijo con firmeza-. Eres increíble, y quiero que lo sepas cada día.

Louis sonrió, sintiéndose cada vez más en casa en la calidez del abrazo de Harry. A su lado, sintió que las inseguridades que lo habían mantenido alejado comenzaban a desvanecerse, reemplazadas por un profundo sentido de pertenencia y amor.

Se tomaron de la mano y los tres se dirigieron al mar, con el sonido de las olas rompiendo suavemente en la orilla como un himno que los llamaba a disfrutar del momento.

Harry miraba a Louis, completamente cautivado. Era simplemente hermoso, y no podía creer cómo había podido pensar que era feo. Cada rasgo de su rostro, cada curva de su cuerpo contaba una historia, y la luz del sol lo envolvía en un resplandor dorado que lo hacía aún más radiante. Dios mío, solo verlo le hacía sentir una mezcla de admiración y deseo que lo dejaba sin aliento.

-Mira, Theo -dijo Harry, guiando a su hijo hacia las aguas poco profundas-. ¡El mar nos está esperando!

Theo soltó una risita y dio pequeños saltos, sus ojos brillando de emoción. Louis, a su lado, sonrió, un brillo de felicidad iluminando su rostro mientras miraba a su hijo jugar.

Harry no pudo evitar pensar en cómo su vida había cambiado desde que Louis llegó a ella. Era más que un simple amor; era un lazo profundo que crecía cada día, y ver a Louis ahí, disfrutando del momento, llenaba su corazón de una calidez indescriptible.

-Vamos, Lou, solo un poco más -lo animó Harry, sintiendo la fuerza de su mano entrelazada con la de él-. Te prometo que es seguro.

Louis dudó un momento, pero al ver la alegría de Theo y la confianza en los ojos de Harry, respiró hondo y se dejó llevar. Con una sonrisa tímida, se adentró un poco más en el agua, el frescor del mar abrazando su piel.

-Lo ves -dijo Harry, con una sonrisa amplia-. No es tan malo, ¿verdad?

Louis se rió, una melodía que llenó el aire. En ese instante, sintió que, quizás, podía dejar atrás sus miedos y comenzar a disfrutar plenamente de lo que la vida le ofrecía, junto a su pequeña familia.

-Ma -llamó Theo, extendiendo sus bracitos hacia Louis, sus ojos llenos de curiosidad y emoción.

-Aquí estoy... -respondió Louis con una sonrisa, acunando al pequeño en sus brazos y dándole un beso en la frente.

-Ma -repitió Theo, señalando el agua con una risa encantadora.

Louis le acarició el cabello con ternura, viendo cómo el niño observaba el mar fascinado.

-¿Te gusta el mar, eh? Eres un pececito -le susurró Louis, su voz suave y llena de amor.

Theo soltó una risita y se acurrucó contra él, como si aquel momento fuera perfecto. Louis, con el pequeño en brazos, sintió una paz que hacía tiempo no experimentaba, una que solo la calidez de su familia le daba. Harry los observaba, su mirada llena de amor y orgullo, viendo cómo Louis poco a poco dejaba atrás sus miedos y se permitía disfrutar de la felicidad de aquel instante compartido.

El vecino: Bajo el Mismo TechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora