XXVIII

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El escenario era simple pero lleno de intención, un reflejo del cariño con el que Harry había preparado cada detalle. La mesa sobre la arena, cubierta por un mantel blanco, brillaba suavemente bajo la luz de las velas, mientras el sonido del mar y la música de fondo creaban una atmósfera íntima y relajante. Las copas de vino esperaban ser llenadas, y el aire de la tarde comenzaba a enfriarse, dando un toque de frescura a la velada.

Harry, con una camisa de lino blanca y un pantalón crema, caminaba descalzo por la arena, sus pies hundiéndose ligeramente con cada paso. Su corazón latía rápido, no solo por los nervios, sino también por la emoción de compartir este momento con Louis. Había pasado días pensando en cómo hacer esta noche especial, algo que ambos recordaran con una sonrisa.

De vez en cuando, Harry miraba hacia la casa, esperando ansiosamente a que Louis apareciera. Cada minuto que pasaba, el sonido del mar y la música parecía acompañar los latidos de su corazón, nervioso y emocionado a la vez.

Y entonces, allí estaba Louis, de pie bajo la suave luz del atardecer, sosteniendo a Theo en su cadera. El pequeño descansaba tranquilamente en sus brazos, con su cabecita apoyada en el hombro de su madre. Ambos vestían de blanco, con Louis luciendo una camisa de lino ligeramente desabotonada y pantalones suaves, mientras Theo llevaba un pequeño conjunto a juego, su cabello despeinado por el viento de la tarde.

El contraste de sus figuras contra el cielo comenzaba a teñirse de colores cálidos, y el cuadro que formaban, con la luz del sol desvaneciéndose a lo lejos, era casi irreal. Louis avanzó lentamente, sus ojos conectando con los de Harry, una mezcla de sorpresa y ternura reflejada en su expresión. La simpleza de la escena, el pequeño con ellos, y el cuidado que Harry había puesto en todo, llenaba el momento de un profundo significado.

Harry, al verlos, no pudo evitar sonreír, su corazón sintiéndose completo al verlos acercarse, como si todo en ese instante encajara perfectamente.

-Están hermosos- murmuró Harry con la voz suave, observando a Louis y Theo como si fueran todo lo que necesitaba en el mundo.

Louis soltó una pequeña risa nerviosa, mirando a su alrededor, maravillado por el escenario que Harry había creado. La mesa en la arena, las velas que parpadeaban con la brisa suave del mar, y la música que llenaba el ambiente de una calma especial. Sus ojos brillaban de emoción, casi como un niño ante una sorpresa inesperada.

-Hazz... esto es increíble- dijo Louis con ilusión, sus ojos recorriendo cada detalle. No podía creer el esfuerzo que Harry había puesto en todo aquello, y una calidez profunda se asentó en su pecho, haciéndolo sentir especial.

Harry se acercó y, con delicadeza, acarició la mejilla de Louis antes de besar suavemente la frente de Theo, quien había comenzado a jugar con uno de los botones de la camisa de Louis.

-Es para ti, Lou. Quería que esta noche fuera especial- susurró Harry, su mirada llena de cariño y esperanza.

-Dios mío, te quiero tanto- rió Louis con una sonrisa, mientras caminaba hacia Harry hasta que sus pechos se juntaron suavemente. Sus ojos brillaban con ternura, y no pudo resistir la tentación de ponerse de puntitas y robarle un pequeño beso al alfa, quien le devolvió la sonrisa con calidez.

-Tome asiento, su majestad- dijo Harry juguetón, corriendo la silla para Louis y tomando a Theo de los brazos de su omega. -Hola, príncipe- añadió mientras sentaba al pequeño niño en una sillita especialmente preparada para él. Theo, con sus ojos grandes y curiosos, miraba a su alrededor, entretenido por el ambiente mágico que lo rodeaba.

Louis se acomodó en la silla, todavía sonriendo, observando cómo Harry interactuaba con Theo, hablándole en voz baja y haciéndolo reír. Sentía que su corazón no podía estar más lleno.

El vecino: Bajo el Mismo TechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora