El vecino: Bajo el Mismo Techo

XVII

Su relación parecía haberse subido a un cohete, porque parecía haber llegado a Marte. La conexión que compartían crecía a pasos agigantados, cada conversación, cada momento compartido los acercaba más. Tal vez, el hecho de que Harry no hubiera salido corriendo al contarle sobre su pasado fue la razón por la que Louis se sentía tan aliviado y, al mismo tiempo, tan vulnerable. Era un sentimiento nuevo para él, un espacio seguro donde podía ser auténtico sin miedo a ser juzgado.

Louis recordaba cómo había esperado la reacción de Harry, imaginando cada escenario posible, desde el rechazo absoluto hasta la compasión distante. Pero Harry lo miró a los ojos, y en lugar de retroceder, se acercó. Su apoyo incondicional le dio a Louis la fuerza para abrirse de maneras que nunca pensó que podría.

La manera en que Harry lo miraba, con una mezcla de ternura y respeto, le hacía sentir que estaba bien ser él mismo, incluso con todas sus cicatrices. Era un cambio radical con respecto a lo que había vivido antes, donde cada confesión se había convertido en un arma que lo hería más.

Con cada día que pasaba, se sentía más seguro de que su historia no era solo un peso que debía cargar. Era parte de quien era, sí, pero no definía todo lo que podía llegar a ser. La paciencia de Harry lo alentaba a imaginar un futuro donde su pasado no fuera un dictador de su vida, sino una historia de superación que podía compartir, si alguna vez se sentía listo para hacerlo.

Además, la interacción constante entre Harry y Theo se volvió un bálsamo para su alma. Ver cómo Harry jugaba con su hijo, cómo lo cuidaba, cómo le daba risas en lugar de miedo, llenaba a Louis de una esperanza que no sabía que podía sentir. A medida que su relación avanzaba, cada pequeño momento se transformaba en un recordatorio de que la felicidad era posible, incluso después del dolor.

Tal vez, solo tal vez, su vida había comenzado a tomar un rumbo nuevo, uno que lo llevaría hacia un lugar donde pudiera ser feliz con Harry y Theo, un lugar donde el amor y la confianza reemplazarían el miedo y el sufrimiento. Con esa idea en mente, Louis se dio cuenta de que estaba listo para seguir adelante, por él y por su pequeño.

Y los meses pasaban, casi como locos, mientras la vida continuaba su curso. A pesar de los altibajos, todavía eran ellos, vecinos en un mundo que parecía girar más rápido de lo que podían seguir. La cercanía del día a día les había traído un tipo de intimidad, pero aún existía una barrera que los mantenía en sus respectivos lados de la vida.

Los celos habían sido un monstruo que ambos tuvieron que enfrentar, pero Louis había sido quien más lo sufrió. Sin embargo, lo que comenzó como un tormento se convirtió en un proceso de crecimiento personal y confianza.

Porque cuando llegó el celo de Louis, Theo se quedó una semana con Harry. Fue un tiempo complicado. La idea de separarse de su hijo le dolió, pero sabía que era necesario. Louis se refugió en un motel, una pequeña habitación con una cama que apenas lo acogía. Pasó los días en un estado de confusión, tratando de manejar sus emociones mientras pensaba en Harry y en lo que podría estar haciendo con Theo. El silencio de las paredes del motel era abrumador, un eco de sus pensamientos que nunca parecía acallarse.

Y luego llegó el celo de Harry, quien también eligió pasar la experiencia en su anterior casa, solo. A pesar de estar tan cerca en el espacio físico, ambos se sentían distantes. La ansiedad y la incertidumbre parecían mantenerse entre ellos como una niebla espesa que nunca se disipaba. Ni siquiera se habían besado, un simple acto que parecía tan complicado y cargado de significados para ellos.

El deseo que había estado creciendo entre ellos se había transformado en una tensión palpable, una mezcla de necesidad y miedo. En esos momentos, Louis anhelaba más que un simple beso. Quería sentir la calidez de Harry a su lado, compartir el aire que respiraban, pero el miedo a lo desconocido lo mantenía al margen.