VIII

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La noche pasó volando, como un susurro que se desvanecía con la llegada del nuevo día. Harry, acurrucado en el sillón junto a Louis, se dejó envolver por la calidez de la cercanía. A medida que las horas avanzaban, la habitación se llenó de un silencio profundo, interrumpido solo por el suave respiro de Louis, quien seguía sumido en un sueño reparador.

La suave luz del amanecer comenzó a filtrarse a través de las cortinas, iluminando delicadamente el espacio y marcando el fin de la noche. Harry, sin embargo, aún no se había percatado del tiempo que había pasado. Estaba tan absorto en la tranquilidad del momento y en la paz que le proporcionaba la presencia de Louis, que las agujas del reloj parecían haberse detenido.

Finalmente, un vistazo a su teléfono le recordó la realidad: debía ir al trabajo. Un suspiro de resignación escapó de sus labios. La idea de dejar a Louis solo, aún vulnerable tras la reciente experiencia, le apretaba el pecho. Aún así, sabía que no podía permitir que su responsabilidad se viera comprometida.

Se levantó con cuidado, tratando de no despertar a Louis. Al hacerlo, sintió un ligero escalofrío al separarse del calor del cuerpo de Louis. Cuando finalmente logró levantarse, se dirigió a la cuna de Theo, quien había comenzado a despertarse con suaves gorgoteos que llenaban el aire de dulzura.

-Hey...-susurró Harry, inclinándose hacia el pequeño con una sonrisa que iluminaba su rostro. Theo, moviendo sus manitas enérgicamente, sonrió al ver a Harry, sus ojos brillando con curiosidad e inocencia.

Harry lo tomó en brazos con delicadeza, sintiendo la calidez del pequeño contra su pecho. La fragancia a leche y talco del bebé lo envolvió, llenando el ambiente de ternura y alegría. Theo comenzó a balbucear, susurrando sonidos ininteligibles mientras jugaba con los dedos de Harry, como si estuviera tratando de comunicarse con él.

-¿Tienes hambre, Lobito?-le preguntó, acariciando suavemente su suave cabello liso y dejando un beso en su frente. -Tu mamá está durmiendo, así que debemos ser silenciosos, ¿sí?-

Con mucho cuidado, Harry se dirigió a la cocina, llevando a Theo en brazos.

A medida que el agua del biberón se calentaba, Harry no podía evitar preguntarse cómo sería el día que le esperaba en el trabajo.

-Sé que esto no es como la leche de mamá, pero, por favor, sé bueno conmigo y toma el biberón...- dijo Harry con una sonrisa esperanzada, mientras sostenía el biberón en sus manos. La luz del sol comenzaba a entrar más intensamente en la cocina, iluminando los suaves rasgos de Theo.

Con un movimiento cuidadoso, Harry acercó el biberón a los labios del pequeño. Theo lo miró con curiosidad, sus ojos grandes y brillantes reflejando la luz. Después de unos segundos de duda, extendió sus manitas y tomó el biberón, comenzando a succionar con entusiasmo.

Harry se sintió aliviado al ver que Theo aceptaba el biberón. Mientras el pequeño disfrutaba de su desayuno, Harry lo observaba, sintiendo una mezcla de cariño y protección. El ritmo del succionar de Theo, junto con el suave ruido de la casa despertándose, creó un ambiente reconfortante.

-Eres un buen cachorro , ¿sabes?- le dijo Harry, acariciando la mejilla de Theo con un dedo. El bebé miró hacia arriba, como si entendiera cada palabra, y le devolvió una amplia sonrisa, haciendo que el corazón de Harry se llenara aún más de cariño.

Mientras Theo continuaba tomando su leche, Harry pensó en Louis, en lo que había pasado la noche anterior y en la importancia de estar ahí para ellos. Sabía que el camino por delante sería complicado, pero momentos como este le recordaban que cada pequeño esfuerzo valía la pena.

-Vamos a hacer que hoy sea un buen día, ¿te parece?- le dijo a Theo, que siguió bebiendo, ajeno a las preocupaciones del alfa.

Cuando Theo terminó su biberón, Harry lo sostuvo en su regazo, acariciando suavemente su espalda mientras el pequeño comenzaba a dar unos leves eructos. Con una sonrisa orgullosa, Harry lo acomodó contra su pecho y lo ayudó a eructar.

El vecino: Bajo el Mismo TechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora