XXXVI

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Harry despertó horas después, sintiendo el suave calor de la luz de la mañana colarse a través de las cortinas. Parpadeó lentamente, todavía desorientado, como si intentara recordar dónde se encontraba. Su cuerpo aún sentía los rastros de debilidad, pero la familiaridad del lugar, el aroma y la suavidad de las sábanas lo tranquilizaron. Estaba en casa, en su cama, arropado en la calidez que él y Louis habían construido juntos.

Miró a su alrededor, notando que el lugar parecía extrañamente más acogedor. Sobre la mesa de noche había un vaso de agua y una pequeña nota escrita con la pulcra caligrafía de Louis. La tomó entre sus manos y, aunque su visión estaba aún borrosa, leyó las pocas palabras que Louis había dejado para él: "Descansa, alfa. Estoy aquí para ti".

Ese simple mensaje hizo que su pecho se llenara de una mezcla de gratitud y amor profundo. Se dio cuenta de que, por primera vez en mucho tiempo, Louis había estado cuidando de él. Sentía una mano familiar sobre la suya y, al girar su rostro, lo encontró. Louis estaba allí, sentado en el borde de la cama, vigilante y atento, con una expresión de calma que contrastaba con la preocupación evidente en sus ojos.

-Buen día, dormilón -susurró Louis suavemente, con una sonrisa cálida en los labios mientras sostenía a Theo en brazos. El pequeño niño tenía la cabecita apoyada en el hombro de su madre, observando a Harry con sus grandes ojos curiosos, como si supiera que algo importante había pasado.

Harry intentó incorporarse, pero una leve punzada de cansancio lo obligó a recostarse de nuevo. Louis, con un gesto tierno, se inclinó y colocó su mano sobre el hombro de Harry para que se quedara quieto.

-No tienes que levantarte aún -le dijo en un tono tranquilizador-. Hoy te toca descansar.

Harry sonrió débilmente, enternecido por la imagen de Louis y Theo juntos, y por el modo en que su omega cuidaba de él. Ese amor que Louis le demostraba, la paciencia y la dulzura en su voz, le llenaban el alma.

-¿Cómo te sientes? -preguntó Louis, sin apartar su mirada preocupada de él.

-Mucho mejor -contestó Harry con un susurro-, aunque despertarme y verlos a los dos así... eso me hace sentir realmente bien.

Louis sonrió y se sentó al lado de Harry, dejando a Theo en su regazo para que el pequeño pudiera acercarse y tocar suavemente la mano de su padre. A Harry le brillaron los ojos ante el gesto, y supo en ese instante que, aunque todavía quedara un largo camino por recorrer, tener a Louis y a Theo a su lado era lo único que necesitaba para superar cualquier obstáculo.

-Hola, mi lobito, ¿me extrañaste? -dijo Harry en un tono suave, mirando a Theo con una sonrisa cálida mientras extendía una mano hacia el pequeño. Theo, con esos ojitos brillantes y una pequeña sonrisa que parecía una réplica de la de Louis, balbuceó feliz y se inclinó hacia su papá.

Louis observó la escena, con una expresión que mezclaba amor y ternura. Ver a Harry interactuar con Theo de esa manera le recordaba por qué, a pesar de todos los obstáculos y el dolor reciente, valía la pena seguir adelante. La risa suave de Theo llenaba la habitación, y Harry, aún algo débil, sentía que el calor de su familia le devolvía las fuerzas.

-Parece que sí, te extrañó -dijo Louis, acariciando la cabecita de Theo-. Te estuvo buscando desde que despertó.

Harry soltó una leve risa y acarició la mejilla de su hijo, sintiendo cómo el cansancio y la fiebre se disipaban lentamente con el contacto. Louis, viendo cómo sus dos amores se reconectaban, se acercó un poco más y apoyó su cabeza en el hombro de Harry, envolviendo a ambos con su aroma cálido.

-No sé qué haría sin ustedes -susurró Harry, mirándolos a ambos, completamente entregado a ese momento de paz.

-No tendrás que averiguarlo -respondió Louis con firmeza, negando suavemente mientras se sentaba al borde de la cama junto a Harry.

El vecino: Bajo el Mismo TechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora