XXVI

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Louis se despertó solo, la cama fría a su lado. El cuerpo cálido y acogedor de Harry ya no estaba allí para envolverlo. Se incorporó lentamente, parpadeando mientras miraba a su alrededor. Todo estaba en calma, la habitación bañada por la luz suave de la mañana. El ambiente estaba impregnado de su fragancia combinada: menta con chocolate y miel con canela. Era inconfundible. Harry lo había marcado con su olor. Una mezcla de sus esencias flotaba en el aire, envolviendo cada rincón de la habitación.

Parpadeó de nuevo, sacudiendo la ligera confusión del sueño, y dirigió su mirada hacia la cuna que estaba junto a la cama. Pero estaba vacía. Theo tampoco estaba allí.

El corazón de Louis dio un pequeño vuelco, un instante de preocupación le cruzó la mente. Se levantó, deslizándose fuera de las sábanas, y empezó a caminar hacia la puerta. A medida que se acercaba, escuchó el suave murmullo de voces provenientes de otro lugar de la casa. Reconoció inmediatamente la risa ligera de Theo y el tono bajo y relajado de Harry.

Suspiró, relajando los hombros. No había motivo de alarma. Harry estaba con Theo. Ambos estaban bien.

Louis sonrió levemente mientras seguía el sonido, dejando que la calidez de la mañana y el familiar aroma que llenaba el aire lo reconfortaran.

Sus pies descalzos tocando el suelo frío, enviando un escalofrío que le recorrió la columna. El contraste con el calor que aún sentía en su piel, reminiscencia de la cercanía de Harry durante la noche, lo hizo fruncir el ceño ligeramente. Se desplazó con paso lento hacia el baño, arrastrando un poco los pies en el silencio de la mañana.

Al abrir la puerta del baño, la luz suave se reflejaba en los azulejos blancos. Se acercó al lavabo, mirando su reflejo por un instante, su cabello despeinado y el cansancio aún visible en sus ojos. Se mojó el rostro con agua fría, dejando que el frescor lo despertara un poco más. Mientras se secaba, una pequeña sonrisa se formó en sus labios, recordando cómo Harry lo había abrazado durante la noche, incluso mientras dormía profundamente.

Era un momento sencillo, pero en esos pequeños gestos, Louis encontraba consuelo.

Con un suspiro, Louis caminó hacia la cocina, su cuerpo aún sintiendo el eco de la calidez que había dejado Harry durante la noche. Al entrar, la escena que lo recibió lo hizo detenerse por un segundo.

Harry estaba de espaldas, con el pecho desnudo, los músculos de su espalda y brazos moviéndose suavemente mientras alimentaba a Theo, que estaba sentado en la isla de la cocina. Los diminutos shorts verdes que llevaba apenas cubrían lo justo, y su cabello, recogido en un rodete desordenado, le daba un aire despreocupado y natural que Louis siempre encontraba increíblemente atractivo.

Theo emitía pequeños sonidos de satisfacción, abriendo la boca cada vez que Harry le acercaba una cucharada de lo que parecía ser puré de frutas. Harry, absorto en la tarea, no se dio cuenta inmediatamente de que Louis lo observaba. Su sonrisa, aunque pequeña, era genuina, y de vez en cuando lanzaba pequeños comentarios a Theo, quien lo miraba con adoración.

Louis se apoyó en el marco de la puerta, sin querer interrumpir el momento. La luz de la mañana se filtraba por las ventanas, iluminando la escena de manera casi perfecta. Una paz lo invadió, y por un momento, todo el peso que había sentido la noche anterior parecía desvanecerse.

Harry sintió la presencia de Louis antes de verlo. Giró la cabeza lentamente, con una sonrisa suave en el rostro y sus ojos verdes brillando bajo la luz de la mañana.

-Buenos días, dormilón -dijo con voz tranquila, mientras sostenía la cuchara con puré frente a Theo, que seguía esperando ansioso la próxima cucharada-. Te extrañamos.

El vecino: Bajo el Mismo TechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora