El vecino: Bajo el Mismo Techo

XXXVII

Los tres ya estaban en la cama, el aroma a cena recién hecha aún flotaba en el aire. Después de una ducha relajante, todos se habían puesto sus pijamas, listos para dormir.

Bueno... aunque Louis no podía decir que Harry estuviera usando "pijama" exactamente. Eran solo unos calzoncillos ajustados que resaltaban su figura, con su torso desnudo y firme a la vista.

Louis no pudo evitar que su mirada vagara hacia él. Harry, con los ojos cerrados, parecía ya a punto de dormirse. Una de sus manos descansaba sobre la cintura de Louis, acariciándolo con un roce suave y protector, incluso en la calma del sueño.

Era un gesto simple, pero lleno de promesas y cuidado. Louis suspiró, sintiendo el calor reconfortante de la mano de Harry en su piel. Aquel toque, tan íntimo y sutil, le recordaba lo que compartían, la confianza y el cariño que el alfa le ofrecía sin esperar nada a cambio.

-Te amo... -susurró Louis, sin estar seguro de si Harry lo escuchaba.

Harry entreabrió los ojos, sonriendo ligeramente.

-Yo también, Lou... siempre.

Porque Louis lo había notado, había visto cómo Harry miraba su cuerpo con deseo, cómo sus ojos se detenían en cada línea de su piel, en cada detalle. Podía sentir el anhelo en la mirada de Harry, ese deseo de tocarlo, de besarlo... pero, como el caballero que era, el alfa no avanzaba más allá. Respetaba los tiempos de Louis, esperando siempre su señal.

Pero allí, con Harry casi dormido, sintiendo cómo su mano lo buscaba instintivamente para mantener el contacto, Louis pensó que quizás había llegado el momento de dar un paso más. Tal vez no ahora, no cuando Harry estaba agotado... pero pronto.

-Mmm, ven aquí... -murmuró Harry con voz ronca, entre sueños, antes de girar y tomar a Louis entre sus brazos en un abrazo protector.

Lo movió con facilidad, como si no pesara nada, envolviendo su cuerpo con sus brazos fuertes y cálidos. Louis parpadeó, sorprendido, intentando acomodarse al nuevo espacio que le dejaba Harry, sin darse cuenta de que, en ese movimiento, su cadera había quedado apoyada contra la intimidad del alfa.

Sin embargo, Harry ya estaba profundamente dormido, respirando con tranquilidad, ajeno al torbellino de pensamientos que Louis tenía en su mente.

Louis suspiró, mordiéndose el labio mientras la cercanía de Harry le hacía sentir el calor que emitía su cuerpo. La intimidad de su alfa rozando su piel le recordaba cuánto lo deseaba y cuán fuerte era la conexión entre ambos, incluso en momentos de aparente tranquilidad.

Por un instante, Louis cerró los ojos, dejando que la paz de la respiración de Harry lo envolviera. Había algo en la forma en que Harry lo sostenía, como si fuera la única persona en el mundo que importaba, y eso era suficiente para calmar los miedos y dudas que siempre se colaban en su mente. Al final, dejó escapar un suspiro y se acurrucó más cerca, permitiéndose disfrutar de la calidez de su alfa y de la calma del momento, antes de que el sueño finalmente lo venciera también.

Cuando todo parecía perfecto y el sueño los había envuelto, un fuerte llanto rompió la calma de la noche. Theo, quien casi nunca lloraba, sollozaba con un llanto profundo y desgarrador que llenó toda la habitación.

Ambos despertaron al instante. Louis gruñó levemente, parpadeando desorientado mientras la calidez de su sueño se desvanecía. Había estado soñando con Harry y... oh, no. No podía ser. No ahora. Una humedad incómoda se extendía en su ropa interior, el lubricante había manchado el tejido y su cuerpo estaba completamente despierto, cada fibra de su ser recordándole lo vivo que se sentía cerca de su alfa. Hacía años que no experimentaba algo así, y mucho menos con tal intensidad. El calor y la vergüenza lo hicieron contener la respiración; no era el momento, y mucho menos el lugar. ¿Qué iba a hacer ahora?