XIII

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Harry observo a Louis de reojo mientras cortaba la comida y la movía de un lado al otro del plato, como si pretendiera que había comido algo. Pero Harry lo noto. Lo notaba todo: la forma en que los dedos de Louis temblaban ligeramente, cómo su mirada se quedaba perdida en algún punto del plato, evitando encontrarse con la de él.

Había preparado la comida con la esperanza de que Louis se sintiera mejor, de que al menos pudiera disfrutar de un momento de paz en medio del caos que parecía rodearlo. Pero ahora, ver que Louis ni siquiera había tocado un bocado, solo hacía que el nudo en su pecho se apretara más.

Harry decidió no decir nada de inmediato, observando cómo Louis intentaba parecer despreocupado, empujando la comida con el tenedor, pero sin llevárselo a la boca.

-¿Está todo bien, Lou? -preguntó finalmente Harry, su tono suave pero lleno de preocupación, sin querer que sonara como una acusación.

Louis se sobresaltó un poco, apartando el tenedor rápidamente y mirando a Harry con una mezcla de culpa y fatiga. -Sí, claro... Solo no tengo mucha hambre. -Intentó sonreír, pero la expresión apenas llegó a sus ojos.

Harry ladeó la cabeza, mirándolo con una mezcla de paciencia y comprensión. -Sabes que no tienes que fingir conmigo, ¿verdad? Si no te apetece comer, está bien. No quiero que te sientas obligado.

Louis bajó la mirada, apretando los labios. Sabía que Harry no lo juzgaría, pero parte de él odiaba que se diera cuenta. Odiaba sentirse tan vulnerable, tan expuesto.

-Lo siento... -murmuró Louis, soltando el tenedor y apoyando las manos en su regazo. -Sé que te tomaste el tiempo para cocinar y que lo hiciste por mí, pero... simplemente no puedo. No ahora.

Harry dejó su propio tenedor sobre la mesa y se inclinó un poco hacia adelante, buscando captar la mirada de Louis.

-No tienes que disculparte por eso. No estoy aquí solo para hacerte sentir mejor con la comida, Lou. Estoy aquí porque me importas. Si no puedes comer, está bien. Pero quiero que sepas que puedes hablar conmigo si algo te está molestando.

Louis soltó un suspiro, sintiéndose atrapado entre el agradecimiento y la frustración que le provocaba su propia incapacidad de lidiar con lo que sentía.

-Gracias, Harry... Es solo que, a veces... no sé cómo manejar todo esto. -Su voz tembló al final, la vulnerabilidad que tanto había intentado contener asomándose.

Harry se levantó lentamente de su silla, caminando hasta donde estaba Louis y sentándose a su lado. Sin decir una palabra, puso una mano sobre la de él, ofreciéndole apoyo en silencio.

Louis cerró los ojos por un momento, sintiendo el calor de la mano de Harry sobre la suya. No sabía cómo, pero de alguna manera, ese pequeño gesto lo hizo sentir menos solo en medio de todo el caos.

Theo hizo un pequeño sonido, un murmullo que se deslizó entre la tensión del momento. Harry no pudo evitar sonreír, su risa suave y reconfortante llenando el espacio por un segundo.

-Yo me encargo -dijo Harry con cariño mientras se levantaba, dirigiéndose hacia el pequeño que comenzaba a removerse en la cuna.

Louis lo miró, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. La manera en que Harry se acercaba a Theo, con tanta naturalidad y ternura, era algo que le costaba comprender. ¿Cómo podía alguien que apenas conocía a su hijo ser tan... perfecto en ese rol? Como si estuviera destinado a ser una figura paternal en su vida desde el principio.

Harry recogió a Theo en brazos con cuidado, meciéndolo suavemente mientras el niño se acomodaba contra su pecho, emitiendo pequeños suspiros que hablaban de un sueño inquieto.

El vecino: Bajo el Mismo TechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora