53 Miedos y Secretos

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Desde su regreso a casa, Yoko había estado conversando con una psicóloga de su trabajo. Hablar de sus miedos y traumas la ayudaba a sobrellevar el peso del accidente y el temor de volver a la estación. En cada sesión, Yoko mencionaba su miedo a vivir otra experiencia que le hiciera sentir la muerte tan cerca. Aunque no lo mencionaba directamente a Faye, ella sabía de ese temor.

Faye, preocupada por el bienestar de Yoko, había hablado con el jefe de la estación para preguntar si había alguna vacante disponible en un puesto administrativo. El jefe, curioso, preguntó la razón detrás de su pregunta. Faye, siempre cuidadosa con sus palabras, solo dijo que quería saber, sin dar más detalles.

Esa noche, Faye tuvo guardia. Entre llamadas, reportes y un par de situaciones en las villas, apenas podía concentrarse en otra cosa que no fuera el trabajo, pero cada tanto, enviaba a uno de sus compañeros a revisar que todo estuviera bien en el edificio donde vivía Yoko. En la tercera ronda, uno de ellos notó algo extraño y la llamó.

Al llegar, Faye encontró a la madre de Yoko dentro del departamento, revisando cada rincón en busca de algo. Faye se mantuvo en silencio por un momento, hasta que escuchó a la madre susurrar: "Debe haber algo de dinero por aquí...". Entonces, Faye, con una voz firme y fría, le preguntó:

—¿Qué haces aquí?

La mujer se sobresaltó, claramente no esperaba que alguien la encontrara en medio de su búsqueda. Fingiendo seguridad, respondió:

—Yoko me llamó.

Faye sonrió, sabiendo que era mentira.

—¿Y dónde está ella ahora?

La madre de Yoko no supo qué responder, evitando la mirada penetrante de Faye. Sin decir más, Faye se aseguró de que la mujer no se moviera y fue hasta la habitación. Allí encontró a Yoko durmiendo plácidamente, ajena a todo lo que estaba ocurriendo. Faye se acercó con cuidado y, con suaves caricias en el rostro, la despertó.

—Amor... tu "invitada" está en el salón —susurró Faye.

Yoko, aún somnolienta y visiblemente confundida, respondió:

—¿Invitada? Yo no invité a nadie, amor. Me dormí temprano y ni siquiera salí de casa hoy.

—¿Te gustaría venir conmigo al salón para aclarar esto? —dijo Faye, quien luego tomó a Yoko en brazos, mientras esta enredaba sus piernas en la cintura de Faye, disfrutando de la cercanía y el apoyo que siempre le brindaba.

Juntas, fueron al salón donde la madre de Yoko esperaba, sorprendida de ver a su hija y a Faye. La tensión en el ambiente era evidente, y Yoko, sin dejar de abrazar a Faye, sintió la seguridad que solo su novia podía darle en momentos así.

Entre Lados: Amor y LeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora