Capítulo 2.

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No ha pasado más de un día y sigo escribiendo, pero qué más puedo hacer, estoy solo en la habitación del pequeño departamento que compramos, recuerdo que fue lo único que pudimos pagar y debido a que era tan barato las paredes se están cayendo, todo se derrumba de poco a poco, así como yo.

Continuando con el relato.

Pasando un mes la mayoría de las personas comenzaban con el rumor o más bien se habían enterado de que Bert, el chico "malo" de la escuela era homosexual y que su pareja era Gerard.

Pero el problema no era ese, el verdadero problema era que Bert imagino que se sentía humillado y no sabía ya ni qué hacer, otro enorme detalle es que ni Bert, ni Gerard habían dicho nada, eso sólo significaba algo, o alguien los había visto juntos o alguien se encargó de pasar la noticia, obviamente tomaron la segunda opción y yo, bueno, yo estaba metido en un enorme problema.

Bien recuerdo que iba camino a casa, cuando sentí que alguien me seguía, no miré atrás sólo aumenté mi paso y aquella persona igual. Faltaba muy poco para llegar a mi casa cuando me tomaron del brazo y me giraron bruscamente, como era tanto mi temor reaccioné y golpeé a aquella persona la cual cayó al suelo. Me quedé perplejo al ver que era Gerard quien estaba tirado en el suelo.

-¡Auch! –Se quejó y llevó una de sus manos a su boca.

-Lo siento mucho pero me asustaste –Dije apenado. Estiré mi mano para ayudarlo a levantar y él la tomó.

-Gra... -Miró algo detrás de mí. Confundido volteé y cubrieron mi cara con una bolsa negra.


-Súbanlo –Ordenó la voz de un hombre.

-¡No! ¡Déjenme! –Pedí intentando escapar pero era imposible.

Entonces caí desmayado a causa de un golpe en mi nuca. Cuando desperté una gran luz apuntaba a mi cara haciendo que me cegara, intenté moverme y me di cuenta de que me encontraba amarrado a una silla. Mi corazón se aceleró, sentía que no podía respirar, miré a todos lados pero sólo estaba aquella lámpara en frente de mí y lo demás era oscuridad.
Miré al suelo y estaba cubierto de sangre, pero eso no era todo, había dientes allí también, mi presión arterial aumentó por los cielos, no sabía qué demonios hacer.

-¡Ayuda! –Grité desesperado. Mis lágrimas comenzaron a salir por la enorme desesperación que sentía. -¡Por favor, ayúdenme!

-Yo te puedo ayudar. –Al decir eso las luces se encendieron y vi a Bert, Gerard y otros cuatro tipos, estos llevaban una capucha.

-¿Por qué me tienen aquí? ¿Qué me van a hacer? –Pregunté asustado.

-Tranquilo, no te pasará nada. –Bert se acercó a mí y acarició mi mejilla. –Fuiste tú ¿verdad?, fuiste tú quien dijo lo de la relación con Gerard. –Me dio una bofetada.

-¡Yo no dije nada! –Grité enojado y sin quitarle la vista de encima.

-No me grites idiota. –Presionó mi cuello con sus manos. -No creo que estés en condiciones de gritarme, encima de todo lo golpeaste, gran error. –Me dio un puñetazo en la cara repetidas veces, luego tomo mi cabello y me hizo mirarlo. -No, mientras yo siga con vida, nadie va tocarlo y menos alguien como tú.

-Jodete. –Escupí su cara con la sangre que salía de mi boca. Sonrió de lado al mismo tiempo que cerraba los ojos, luego volvió a golpearme haciéndome escupir más sangre.

-Jueguen con nuestro nuevo amiguito. –Volvió al lado de Gerard.

-Bert no es necesario... –Gerard fue interrumpido.

-¿Lo estas defendiendo acaso? –Lo miró con coraje. -Aquí las ordenes las doy yo, muévete sube al auto.

-Pero no es necesario que... –Él chico se calló con tan sólo ver la mirada de aquel tipo.

-Encárguense de que no le den ganas de volver a hablar.

Bert salió y los cuatro hombres misteriosos me observaron, tres de ellos se acercaron a mí.

-Vamos a jugar un rato –Dijo uno sacando una navaja. Mi cuerpo se paralizó ante tal acto.

-Esperen, yo no dije nada, se los juro. –Traté de explicar.

-No es tanto lo que hayas dicho o no, es lo que has hecho. –Dijo el chico que se encontraba lejos de mí. -Nunca debiste haber golpeado a ese sujeto, lo siento.
–Se dio media vuelta. -Háganlo ya...

Aquellos tres sujetos comenzaron a golpearme de la manera más brutal posible, algunas ocasiones con palos de madera. Bert tenía razón, ya que ni siquiera podría hablar. Mis gritos de dolor se escuchaban por toda la habitación, mis lágrimas ya parecían de sangre, me habían desatado las manos y luego los pies, uno de ellos me levantó y comenzó a boxear con mi cara, caí al suelo rápidamente pero sinceramente ya no sentía los golpes, el dolor se había ido.
Mi vista se comenzó a tornar borrosa y los latidos de mi corazón se aceleraron, pronto mi vista se apagó, en ese momento pensé que sería mi fin, pero me equivocaba.
Cuando volví a abrir los ojos estaba en la cama del hospital, apenas y podía mover mis ojos, no sentía nada, no podía hacer nada.
Minutos después entró un doctor y junto a él, parecerá increíble pero era Bert quien traía un ramo de flores y venía acompañado de Gerard.

-Me alegra ver que por fin haya despertado, avisaré a sus padres cuando regresen, lo dejo con sus amigos. –Salió de la habitación cerrando la puerta.

-Hola, te trajimos flores. –Puso aquel ramo en una mesita. -Lamento esto, no pensé que se fueran a pasar, Gerard también está arrepentido, ¿verdad? –Miró al chico quien solo asintió. –Vamos Gerard, dile que lo lamentas. –Lo tomó del brazo bruscamente y note como hizo un gesto de dolor.

-Lo siento mucho Frank. –Desvió la mirada.

-Nos veremos en la escuela, si es que puedes moverte, vámonos amor. –Le dio un beso en la mejilla y ambos salieron.

No creo que alguien pueda imaginarse algo como eso, era la peor humillación de mi vida. Presioné mis dientes con las pocas fuerzas que me quedaban, de un momento a otro el coraje, la adrenalina, mi impotencia, se juntaron y me dieron fuerzas para moverme, me levanté de aquella cama, los sueros y todo lo que tenía pegado a mi cayó al suelo. Tomé aquellas flores y las destrocé, mis lágrimas salieron y no pude evitar gritar hasta desgarrarme la garganta.
Los enfermeros entraron junto con el doctor y me inyectaron un tranquilizante. ¿Qué había hecho yo? Me preguntaba y no encontraba respuesta pues ni siquiera hablaba con nadie.

En aquel momento quería morir y dejar de sentir dolor. Ahora no considero el morir como una solución para la pena y el dolor, pues si muero tengo miedo de no encontrarlo, al menos si sigo vivo lo tengo cerca de mí aunque sea en mis pensamientos, en mis sueños, en mi corazón...

Es todo por hoy, gracias por su atención.

-Frank Iero.

Mis Memorias De Gerard Way. [Fanfic Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora