Capítulo 5.

160 22 1
                                    


Anteriormente había comentado que regresaría a casa y así lo hice, ahora mismo me encuentro en el pequeño estudio de mi casa y continuaré...

Durante una semana Gerard no había asistido a las terapias, cuando lo veía en la escuela lucía cansado, demacrado, a veces más pálido de lo normal, me mataban las ganas por acercármele y preguntarle qué era lo que le pasaba, pero siempre que tenía el suficiente valor un chico aparecía, no, no era Bert, era su guardaespaldas, Bert ni siquiera le tomaba mucha importancia, en ocasiones veía cómo lo pasaba de largo como si no lo viera, otras veces Gerard le sonreía ampliamente y el otro como si nada, pero no era novedad, Bert no valoraba nada de lo que tenía a su alrededor y estoy muy seguro de que ni el tiempo lo hubiera hecho cambiar.

Lo que contaré no tiene mucho que ver con Gerard o mis sentimiento hacia él, esta vez les contaré uno de mis pequeños secretos, es cierto que yo tenía muchas cosas, tal vez no todo lo que hubiese deseado pero tenía más de lo que merecía, pero sin embargo me sentía solo en muchas ocasiones de mi vida, la incomprensión de parte de mi madre y la desaprobación de mi padre para muchas cosas, eso me hacía sentir mal la mayoría del tiempo, narraré una ocasión común entre mi madre y yo.
Me encontraba acostado en el sofá, mi madre jugaba con Sinatra, mi enorme perro y también mi mejor amigo.

-Es raro que tu amigo no haya aparecido en toda la semana, ¿has hablado con él?

-No madre y no pienso hacerlo, si él no quiere venir no puedo obligarlo, mi profesión me lo prohíbe –Eché una risita. –Además no creo que necesite a alguien como yo, puede ir con mejores psicólogos.

-Eso si...

-Creí que me apoyarías más –Comente con cierto coraje, pero realmente sólo jugaba.

-Frank, apenas y estás estudiando, además sabemos que tus notas no han sido las mejores –Me miró seria. Su mirada era tan profunda, en su rostro había un gesto de desagrado, eso sólo significaba una cosa, un gran sermón acerca de mi vida y de los esfuerzos que hacía mi padre para poder pagarme mis estudios. Soy consciente de que mi padre se esforzaba pero en aquella fábrica tampoco le pagaban nada mal.

-Ya no soy un niño pequeño, madre.

-¿No? Entonces compórtate como alguien maduro.

-Tampoco dije que quería ser un amargado –Sonreí. –Me entiendes, nunca lo harás, es por eso que estudio psicológica, así yo solo me entiendo y de vez en cuando entiendo a los demás.

-Es muy tonto tu pensamiento –Frunció el ceño.-Siempre te he apoyado y te entiendo, a veces te sientes solo...

-No –Interrumpí.-Finges entenderme, si me entendieras realmente desde pequeño me habrías ahorcado, piénsalo, soy un delincuente desde los diez años, tu misma me lo decías, no debería importarme nada, sin embargo me importa todo y una de las cosas que realmente me importan son tu comprensión y la aprobación de mi padre, pero esas cosas nunca las obtendré –Me levanté del sofá dispuesto a irme.

-¿Es en serio Frank?, ¿Es que nunca te hemos demostrado lo mucho que te queremos? –Preguntó con un tono de voz quebradizo. No me gustaba ver a mi madre llorando y menos por mi culpa.

-No es eso, además yo nunca pedí cariño, lo único que he pedido a lo largo de mi vida es comprensión y créeme madre, me duele decir esto pero tus lagrimas lo único que me dan es lastima y me hacen sentirme mal, de todas formas, gracias por la plática motivacional.

Subí a mi habitación y me acosté en la cama planeando relajarme un poco.
Nunca en mi vida y puedo jurarlo, nunca tuve una plática con mi madre que terminara bien, ni siquiera cuando era pequeño, porque como siempre ella había dicho que era muy inteligente para mi beneficio, para mi conveniencia. Con mi padre la relación era muy diferente, con él me sentía un poco más comprendido, pero cuando le platicaba alguno de mis planes él siempre lo desaprobaba, de hecho ni siquiera estaba de acuerdo con la profesión que había escogido, pero yo pienso que si algo te hace feliz debes hacerlo.

Esa misma tarde mi madre llegó a darme un aviso de que alguien me buscaba, pregunté de quién se trataba y era Billie, un viejo amigo de la universidad, bajé y tomé la correa de Sinatra para sacarlo a caminar.

-¿Tú? ¿Sacando a Sinatra? –Preguntó con asombro mi madre. –No lo vayas a perder.

-Ya no tengo cinco años –Salí casi arrastrado por aquel enorme cachorro y efectivamente, Billie me esperaba con su típica cara de aburrimiento.

-¡Ya era hora enano! –Exageró la frase.

-Como si tuvieras horas esperando y además sólo eres un poco más alto que yo, milímetros tal vez.

-Igual soy más alto, ¿Quién es tu amiga? –Se burló mirando al perro.

-No es hembra, es macho y se llama Sinatra, tengo que llevarlo a caminar, ¿vas?

-Pues claro, por cierto, ¿Qué pasó con tus moretones?

-No iban a ser para siempre. Adelante, caminemos y tú me cuentas lo que sea que tengas que contarme.

Billie resultaba ser un buen amigo, cuando no estaba ebrio, cuando lo estaba se transformaba a un completo extraño. Durante el camino me habló de la fiesta que haría la "zorra" de su ex-novia, bueno, para él la mayoría de las mujeres eran zorras, mi pregunta era ¿Qué iba a hacer él allí si era una fiesta de ella? Mi pregunta fue contestada rápidamente cuando agregó a su comentario "Bert irá y si va todo será más interesante". Claro, Bert y su control sobre todo, incluso sobre mí, pero había algo bueno de todo esto y eso era que al menos podría hablar con Gerard, aunque eso significase arriesgarme de nuevo a lo que me pasó anteriormente.

Regresé a casa y me dirigí a mi habitación, revisé mi celular y tenía un mensaje de Matt, el baterista de mi banda, decía. "El sábado por la noche tenemos una cita, te paso detalles después", pero era obvio que iba a ser la fiesta que me había contado Billie porque después de todo "si Bert va todo se pone más interesante". Que estúpidos eran aquellos que consideraban a Bert como un Dios, una autoridad máxima, pero lamentablemente a mí no se me quitaban las ganas de arriesgarme por aquello que yo quería y en este caso sería por una persona.

La psicología inversa te decía lo contrario siempre, así que nunca tenías una respuesta concreta, pero en mi caso había dos opciones, una era renunciar y dejar en paz a aquel chico, pero mi profesión me prohíbe rendirme, mi profesión se basa en la comprensión, el desafío y juego de mentes, y lógicamente me gustan los juegos mentales, más cuando se trata de jugar contra mí, pero casi siempre es predecible que mis pensamientos me ganarán contra mí, bueno, más bien siempre sucede y llegan al punto en el que me destrozan, pero uno aprende a lidiar con su dolor o simplemente te haces adicto a él.

-Frank Iero.

Mis Memorias De Gerard Way. [Fanfic Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora