Capítulo 39.

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Ahora que estoy un poco más tranquilo puedo continuar con lo que pasó aquella noche, fue la última vez que dormimos juntos. Recuerdo que nos fuimos de la plaza, mientras él conducía yo miraba la ciudad, no podía controlar mis lágrimas y rogaba porque un milagro ocurriera en el transcurso del viaje, sólo para que Gerard cambiara de opinión y no se fuera de mi lado. Pero eso jamás pasó, llegamos al departamento y abrió la puerta, pasé y subí rápidamente a la habitación.

-¿Frank? –Preguntó Gerard entrando a la habitación, encendió la luz, cuando vio que estaba acostado la volvió a apagar.

-¿Qué pasa? –Pregunté tratando de tranquilizarme.

-Nada, quería asegurarme de que estabas aquí. –Cerró la puerta y se acostó a un lado mío.

-¿Me vas a extrañar?

-Mucho.

-¿Entonces por qué te vas? –Lo miré fijamente.

-Ya te dije, es una decisión que ya está tomada, no puedo hacer nada, perdóname.

-Está bien, un día te dije que no me importaba si tu felicidad era conmigo o sin mí, lo único que quiero realmente es que seas feliz. –Acaricié su mejilla.

-Créeme, que nada ni nadie, me volverá a hacer sentir tan vivo como tú, en todos los sentidos. –Besó mi frente. –Durmamos.

-Lo haré, pero sé que cuando despierte... -Hice una pausa y mis lágrimas volvieron a salir. –... Sé que no estarás aquí. –Lo abracé muy fuerte.

-Hay amor. –Él también me abrazó. –Te amo Frankie...

-Y yo a ti, Gerard.

Toda la noche traté de tenerlo abrazado para sentir si él se iba, pero no me resultó del todo bien. Antes de despertar escuché un lindo "Te amo Frank" y sentí que besó mi mejilla, eso me hizo sonreír y volteé para abrazar a Gerard, pero...su lugar estaba completamente vacío. Me levanté de golpe y observé toda la habitación, nada. Busqué su ropa y no había nada, miré por la ventana y no estaba su auto. Me tiré al suelo y comencé a llorar, repitiéndome una y otra vez que sabía que eso pasaría. Volví a la cama y tomé la almohada en la que él solía dormir y la olí, pero entonces, debajo de la almohada había un sobre. Lo tomé y lo abrí.

"Bueno días, Frank.

Seré sincero, me duele tanto dejarte, pero sin embargo tengo que hacerlo, te he causado tanto sufrimiento que no puedo seguir cargando con esta maldita culpa, siento que me oprime siempre. No tuve el valor de esperar a que despertaras para despedirme, sé que sería sólo más doloroso de esa forma para ambos. En este momento debo estar llegando al aeropuerto, no lo sé, pero te informo que me iré, más no te diré a dónde, no quiero que me sigas, no quiero que sigas aferrándote a mí, yo sólo te causaré más daño, así que, aprendamos a vivir por separado, nacimos solos, podemos vivir solos...

Cuando sientas que te hago falta observa la fotografía que he dejado en el sobre, pero no te lo tomes a la ligera, no soy sólo una fotografía, yo voy a vivir por siempre en ti, en tu recuerdo, en cada parte de ti, al igual que tú en mí. Me llevé dos fotografías, ya sabrás cuáles son. Te amo Frank Iero, y eso no cambiará nunca, puedes estar seguro, me despido de todo esto...adiós, para siempre".

Miré las fotografías y miré que faltaban dos en la tira, la que faltaba era una donde nos besábamos y la otra era una de muchas donde salía riéndome. Abracé aquella tira de fotografías y eché un gran suspiro. Me levanté y salí a caminar, me dirigí a la cafetería y me senté a tomar con calma mi café.
Estaba totalmente triste, sentía que no podía ni siquiera con mi alma. Él se fue y se llevó todo lo que me motivaba realmente.


Iba caminando de manera lenta, no me apetecía caminar con prisa, ni siquiera quería caminar, sólo lo hacía para que los recuerdos se fueran, porque sabía que al estar en el departamento todo sería mucho peor. Mi celular sonó, pero lo ignoré completamente, seguramente no sería Gerard llamándome para decirme que estaba de regreso, así que no valía la pena si quiera contestar. Me quedé sentado en un parque, miraba a las personas, pero no les prestaba atención, sólo estaban como relleno en la escena. Los niños jugaban con un balón y éste llegó a caer cerca de mis pies, ellos pidieron que se los pasara, pero no pude si quiera levantar mis piernas. Una niña se acercó por el balón y me miró.

-Señor, está muy pálido, ¿no quiere ir al hospital?

Sonreí levemente ante tal inocencia, ojala todos mantuviéramos una inocencia así cuando crecemos. Le negué con la cabeza y ella me sonrió, se fue corriendo a continuar con su juego. Regresé más tarde a casa, el auto de Jamia no estaba, pero ni siquiera me importó. Debbie tampoco estaba en casa, me acosté en el sofá y cerré los ojos. Les juro que no sé cómo podía moverme todavía, me sentía tan mal.

-¡Frank! –Gritó Debbie. Abrí mis ojos de golpe y la miré asustado. -¡Nuestra casa está libre! Digo, conocí a un chico que conocía a otro y entonces él era cerrajero, le pedí que hiciera una llave para entrar a casa, y lo hizo, ahora tengo una llave, si quieres puedo irme a casa. –Sonrió picara. –Así ustedes tendrán más privacidad.

Me quedé en silencio, no quería hablar, ella rápidamente supo que algo me pasaba.

-A todo esto, ¿dónde está Gee? –Preguntó mirando a todos lados.

-.... No lo sé, deja de hablar de él, ¿sí? –Sentí que mis lágrimas estaban a punto de salir, pero me tragué el llanto.

-Oye, no es mi culpa que se hayan peleado...

-Déjame solo. –Dije apenas con voz oíble.

-Pero Frank, ¿qué fue lo que pasó? –Intentó acercare a mi lado.

-¡Déjame sólo! –Le grité molesto. -¡Nada de lo que me pase te incumbe a ti o a tus amigos, estoy harto de todo esto, estoy harto de mí mismo, por favor, déjame solo!

Debbie salió molesta de la casa y yo me volví a acurrucar en el sofá, pero claro, volví a romper en llanto, estaba muy enojado, estaba triste, tan preocupado, ansioso, tantas emociones para un pequeño cuerpo, ¿no creen?

Lo peor de todo, es que así duré un mes más, sin tener contacto con cualquiera, ni siquiera con Debbie, yo vivía en el departamento solo, iba a la escuela, pero no hablaba con nadie, estaba muy deprimido, había dejado de comer bien y perdí mucho peso, mi cara estaba pálida, todos me miraban muy sorprendidos, me preguntaban que sí de verdad era Frank, y yo contestaba "No lo sé, no sé quién soy" yo tampoco me reconocía al mirarme al espejo, era devastadora la imagen de mí mismo. Jamia, Billie, y los demás chicos no hablaban conmigo porque yo siempre los evitaba, Jamia estaba muy preocupada por mí, iba a mi casa, pero yo no atendía, eso pasaba con todas mis visitas, incluyendo a mi hermana, también decidí apagar cualquier contacto conmigo, como mi teléfono, permaneció apagado durante ese asqueroso mes. Ese fue el comienzo de mi vida sin Gerard Way.

-Frank Iero.

Mis Memorias De Gerard Way. [Fanfic Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora