Capítulo 4.

169 23 3
                                    


Las terapias con Gerard eran buenas, venía a mi casa cada tercer día, me hablaba de sus problemas con la depresión, sus problemas personales, pero nunca me mencionaba a Bert o factores que verdaderamente lo afectaran.
Era sábado por la tarde, tenía todo listo para cuando llegara él, lo cual tomó cerca de cinco minutos, como de costumbre se acostó en mi cama y cerró los ojos. Comencé a preguntarle lo de siempre, cómo le había ido, si tenía algo o alguien que o molestaba, en fin, cosas sin mucho sentido solo para sacar un tema.

-Gerard, te voy a pedir algo, me vas a dibujar o escribir algo relacionado con tu vida, antes y después de las terapias, lo que vas a hacer es contar la historia como si fuera tu autobiografía ¿entiendes?

-Sí, escribiré ¿está bien?

-Claro, toma asiento en el escritorio y tarda lo que tengas que tardar, allí tienes suficiente papel, plumas, lápices, colores, en fin, lo que necesites.

-Bien. –Se levantó de la cama y fue al pequeño escritorio a comenzar a escribir.

Una o dos horas fue lo que tardó, cuando finalizó sonrió y me entregó las hojas.

-Bien, ahora te voy a dejar una tarea, no lo voy a leer aún, lo leeré hasta que me traigas la misma historia pero contada en tercera persona, cuidado si me haces cambios, la historia debe ser contada como lo está aquí –Guardé las hojas en un cajón.-Para el martes.

-Frank me va a costar trabajo –Bajó la mirada.- Y me da vergüenza...

-No tienes por qué tener vergüenza –Sonreí.-Nadie lo vera, solo tú y yo, ¿sí? Tranquilo –Tomé su mentón para hacer que me mirara.

-Está bien, confío en ti.

Esta es una de las tantas partes que me costará trabajo escribir, es difícil, pues cada vez que lo recuerdo mis ojos se llenan de lágrimas, tal vez no resulte triste para quien lo lee, pero yo lo viví y lo estoy escribiendo ahora, es como revivir la memoria de algo muerto, de algo que una vez fue algo y ahora parece como si no hubiera pasado nada. Esta fue la primera vez que lo besé, que pude sentir aquella suavidad y calidez de sus labios con los míos.

Recuerdo que tomé su cara entre mis manos y me acerqué de forma lenta hasta sentir el roce de su boca, él trató de retroceder pero no se lo permití y lo besé, no me esperaba que fuese correspondido pero lo fue, sus manos rodearon mi cintura y recuerdo haberme parado de puntitas para poder alcanzarlo bien.
Aquel beso fue lento, dulce, tierno, delicado, fue como si ambos estuviéramos descubriendo algo de nosotros, como si no quisiéramos que terminara nunca hasta poder aclarar todas nuestras dudas. El mundo para mí se detuvo, ni siquiera recordaba que él era de Bert, en ese momento todo se me olvidó y me dediqué a disfrutarlo.

Su celular sonó y se separó casi con brusquedad, me mentí tan avergonzado por lo que había hecho, ambos estábamos agitados y él trató de disimularlo al momento de contestar su celular.

-¿Ahora? No nada importante, claro, Jared... ¿él está allí? O está con tu sabes quién. –Preguntó con cierta tristeza.-Gracias, no me tardo nada –Colgó y volvió su mirada a mí.-Te veo el martes...Frank no se te ocurra decirle esto a nadie, lo que hicimos nunca pasó, bórralo de tu mente ¿ok?

-De todas formas no pensaba decírselo a nadie...ya sufres lo suficiente como para que yo arruine tu vida...

-Sí, bueno adiós.

Salió de mi habitación cerrando la puerta a sus espaldas, me acosté en la cama y eché un largo suspiro.
No me costaba aceptarlo, ni siquiera me ponía a pensarlo porque sabía que era verdad, sabía lo que me pasaba y eso no era otra cosa más que una, estaba enamorado de alguien que estaba prohibido, estaba enamorado de quien no debía y lo peor es que sólo podía hacer una cosa y esa era luchar contra mí mismo.


Llegó el martes, eran las tres en punto lo que anunciaba que Gerard llegaría de un momento a otro, los minutos pasaban y no había ninguna señal de él.

-¿No vendrá hoy? –Preguntó mi madre.

-Eso parece. –Respondí triste.

-Es un poco raro, normalmente es puntual con sus terapias, ¿Por qué no lo llamas?

-No lo sé, puede estar ocupado.

-Pero al menos se te quitará esa preocupación.

-No estoy preocupado.

-Soy tu madre, te conozco bien, anda llámalo, veras que todo está bien.

Tomé mi celular y lo miré, busqué su número y al encontrarlo me cuestioné si debía llamarlo, pero al final lo llamé. El celular comenzó a timbrar y de repente aquel sonido fue interrumpido por una voz extraña, era un hombre pero obvio que no era la voz de Gerard.

-¿Hay alguien allí? –Preguntó con cierta impaciencia.

-Ah sí, ¿con quién tengo el gusto?

-Eso me pregunto yo, yo soy Bert McCracken, supongo que busca a Gerard.

-Sí, ¿podrías ponerlo al teléfono?

-Está dormido, si quiere puedo darle algún mensaje para cuando despierte.

-Sólo dígale que me llame, gracias.

-Espere, ¿Por qué Gerard va con un psicólogo?

-Tengo que irme, lo siento –Colgué de inmediato y arrojé el celular al sofá.

-¿Ya hablaste con él? –Preguntó mi madre.

-Sí, bueno, no exactamente con él, pero no importa, estaré ocupando leyendo algo para una tarea, te pido que no me vayas a interrumpir.

Subí a mi habitación y cerré la puerta con llave. Revisé el cajón donde había guardado la biografía de Gerard. Eran tres hojas escritas por ambos lados y con letra pequeña. Al principio creí que así escribía y luego supe que lo hizo con la intensión de que no lo leyera, pero no logró su propósito.

Para resumir esto, él escribía desde el momento en el que tenía 5 años, contaba lo feliz que había sido su infancia la cual había compartido con sus padres y su adolescencia que la compartió con su hermano menor Michael al cual de cariño llamaban Mikey. Cuenta que cruzó por un cuadro de depresión ya que los niños de su escuela lo molestaban por su peso, pero se dice que lo había superado, hizo dietas y ejercicios para poder agradarse así mismo. Cuando entró a la universidad su amor por las letras incrementó y actualmente estudiaba literatura, cuenta muchas cosas pero ninguna sobre Bert y su relación, sólo dice que conoció a una persona maravillosa en su misma clase y para finalizarlo dice que le gusta asistir a terapias para hablar con las personas.

Lo que en ese momento me daba curiosidad era el por qué no hablar más de Bert, por qué no hablaba con sus padres o con su hermano. Esas hojas que él escribió lamentablemente no las tengo, simplemente se perdieron, y nunca las volví a encontrar.
En fin, estar aquí en el departamento me trae malos recuerdos, aunque hermosas experiencias, pero por mi bienestar regresaré a mi casa, allí es donde continuaré el resto del relato.

-Frank Iero.

Mis Memorias De Gerard Way. [Fanfic Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora