Capítulo 19.

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Como anteriormente había comentado. Me volví a deprimir de una manera horrible, la lluvia de malas noticias no habían dejado de caer sobre mí. Pronto tendría que irme de la casa de Jamia, pues sus padres regresarían a más tardar el sábado. Evan para mi buena suerte me ofreció algo de ropa, Jamia me había dado un poco de dinero.

Las cosas con Gerard iban mejor, de Bert no había sabido mucho y ni quería saber nada. Recuerdo haberle dicho a Gerard que me acompañara a llevarle algunas flores a mi madre y el aceptó.

Llegamos una cripta que tenía el nombre de mi madre "Linda Pricolo" y dejé las flores junto a la misma.
Nos pasamos allí un buen rato, pero no pudo pasar más de una hora. Tenía que encontrar dónde quedarme antes de que los padres de Jamia regresaran a su casa y me echaran. No me atreví a decirle nada a Gerard, porque seguramente comenzaría a insistir en que yo fuera a pasar la noche a su casa, no es como que no quisiera, pero no quería causar molestias y menos sabiendo que Bert podía entrar allí como si nada.

-Te noto pensativo, ¿pasa algo? –Preguntó Gerard.

-Nada importante, creo que ver a mi madre me ha dado algo de nostalgia. –Dije triste.


-Sí, a quién no le daría tristeza este tipo de cosas.

Mi celular sonó y contesté de inmediato al ver el número de Jamia.
Si bien, yo no quería comentarle nada a Gerard sobre que tenía que conseguir un nuevo hogar, Jamia se había hecho cargo de eso en aquel momento. Ella me había dicho que sus padres habían regresado lo antes previsto y que tenía que pasar por mis cosas, o más bien, las cosas que me habían dado.
Sin siquiera explicarle nada a Gerard nos dirigimos a la casa de Jamia lo más rápido que el taxista pudo llevarnos. Al llegar pasé a recoger mis cosas y agradecí todas las atenciones que me habían brindado.

-Te echan de todos lados. –Bromeó Gerard.

-No es cierto, además yo sabía que esto iba a ser temporal...necesito dónde pasar la maldita noche.

-Yo sé de un lugar, no es tan bueno, pero de algo te servirá. Vamos.

De nuevo subimos a un taxi, Gerard le dio la dirección y yo simplemente me mantuve callado, no sabía a dónde me llevaría, no sabía si estaría bien, no sabía nada, pero confiaba ciegamente en Gerard, él no podría lastimar a alguien.
El taxi se detuvo en un tipo de departamento. Bajamos y Gerard abrió la puerta.

-Bienvenido, es lo mejor que puedo ofrecer por el momento. –Dijo poniendo mi maleta en el suelo. –Está algo sucio, un poco en mal estado, ni siquiera está terminado de pagar, lo he estado pagando de poco en poco.

-¿Y tú para que querrías un departamento? –Pregunté confundido.

-Planeaba hacer algo por aquí, ya sabes, alejarme de mi familia y comenzar un nuevo camino, quiero ser novelista o tal vez sólo escriba acerca de otras personas, ¿y si yo hiciera una novela de nosotros? –Echó una risita. –Es broma, aunque me gustaría, la llamaría... -Se colocó un dedo en la boca.

-Romeo y Julio. –Me eché a reír ante mi comentario.


-No queda mal. –Sonrió. –Estoy feliz, podremos vivir juntos aquí por un largo tiempo.

-¿Vivir juntos? –Pregunté con una pequeña sonrisa en mi rostro.

-¡Sí! –Afirmó con felicidad. –Creo que será muy bonito, además tendremos más tiempo para conocernos, hablaremos de lo que nos gusta, iremos a la escuela juntos, será como hacer nuestra vida de pareja...

-Supongo... Gerard, no soy bueno con esto. –Rasqué mi nuca con nerviosismo y lo miré. –La verdad es que yo nunca había besado a un hombre, nunca pensé en estar viviendo con un hombre, nunca sentí esto que siento por ti, es extraño, pero me gusta, supongo que debes estar acostumbrado a sentir esta atracción, pero en mí es muy extraño, no me mal intérpretes, yo te quiero y mucho, pero me es difícil a veces expresarme...

-Está bien Frankie, te acostumbrarás. –Sonrió. -¿Quieres ir a dormir?

-Eso me relajaría mucho, pero antes quiero darme una buena ducha.

-Hazlo que te guste, estás en tu casa. El baño está al fondo a la derecha y las habitaciones arriba, debo ir a comprar algo para cenar porque muero de hambre, escoge la habitación que más te guste, quedan dos disponibles.


-Gracias. –Dije sonriendo. Antes de irse se inclinó y buscó mis labios para darme uno de aquellos dulces besos que nadie podría igualar, estaban llenos de placer, de amor, de dulzura, me hacían ponerme rojo porque sentía algo extraño, bueno, siempre lo sentí cuando estaba con él, pero era aún más extraño. Sentía que éramos libres, como si ya nada pudiera separarnos, sentía que ese sentimiento se hacía cada vez más grande y estaba dispuesto a hacer lo que fuera por su felicidad, él se volvió mi todo.

Como había dicho, me metí a la ducha, duré allí unos largos cuarenta minutos, ni siquiera me había dado cuenta de que el agua estaba casi congelada, me relajaba tanto sentirla caer en mi cuerpo, me hacía despejar mi mente, aunque mis pensamientos me atrapaban y me hacían agonizar en silencio. No quería preocupar a Gerard con mis llantos o penares, él estaba muy emocionado con la idea de que viviríamos juntos desde ahora y no quería que tuviera una noche amarga por mi culpa.

-¿Frank estás bien? –Preguntó Gerard desde afuera.

-Sí, ¿llevas mucho esperando? –Me puse una toalla rodeando mi cadera y salí del baño. –Perdón, me quede pensando algunas cosas.

-Está bien, la cena está lista, aunque no es la gran cosa, como no encontraba nada pues compré una pizza, sí, no tiene carne. –Ambos sonreírnos, él sabe perfectamente que yo no como carne.

-Bien, ya voy, me pondré algo de ropa y bajo.

-Pero si así te miras bien. –Dijo casi en un murmuro.

-Gerard, pervertido. –Eché una risita y busqué algo para ponerme. –Anda, sal de aquí, no quiero que me vayas a violar. –Volví a reír. Él sonrió y salió de la habitación. Me puse mi ropa y bajé con él al comedor. Allí había dos platos con una rebanada de pizza cada uno. Ambos nos sentamos a comer y a platicar, nada fuera de lo normal.

Las cosas parecían marchar bien, me sentía mejor que hasta hace unas horas, me sentía con esperanzas de que todo fuera para mejor. Aunque muchas veces tuve esas mismas esperanzas y muchas cosas malas pasaron, tenía miedo de equivocarme de nuevo. Incluso temía que Bert apareciera, él sólo iría a arruinar la felicidad que en aquel momento me invadía.

Sigo creyendo que es raro cómo una persona que no conocías de repente comience a cambiar algo en ti, en la forma de ver las cosas, que de repente te saque sonrisas y pienses en que todo estará bien si te quedas junto a esa persona. En aquel entonces no lo sabía, pero ahora lo sé, y aquellos recuerdos me lastiman, pero me hacen sentir que aún sigo aquí, que sigo viviendo y que aunque ahora solamente sean eso, "recuerdos", los llevo en mí como si hubiese pasado apenas unas cuantas horas desde la última vez que nos vimos, pero sigue pareciendo una eternidad, porque aún espero a que regrese.

-Frank Iero.

Mis Memorias De Gerard Way. [Fanfic Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora