Capítulo 13

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Chicago fue una gran experiencia, estuvimos allí un mes y medio, pero creo que lo me gustó más fue su compañía, ambos siempre aprendíamos un poco más de nosotros, lástima que eso tendría que terminar y volver a la estúpida rutina. Yo como Frank Iero y él como alguien aparentemente inalcanzable, aunque muchas veces me dijo: "Hablaré con Bert, estoy cansado de él". No tenía tanto valor como para decírselo así como así y yo no me hacía ilusiones con él, todo volvería a la normalidad y este sólo habría sido como una encantadora fantasía.

-Es hora de irnos, Frank. –Dijo Gerard yendo al balcón.

-Lo sé, ven acá. –Lo rodeé con mis brazos. –Extrañaré mucho besarte, el simple hecho de saber que despertaré y te veré junto a mí.

-Yo también te extrañaré, pero ya te lo dije, hablaré con Bert y tú y yo podremos estar juntos. Es una promesa. –Me besó de manera corta y sonrió.

-De todas formas, creo que fue bueno mientras duró. –Lo solté y me recargué en el barandal.

-¿No confías en mí? –Preguntó poniéndose a un lado mío.

-No es eso, es que realmente tengo miedo de lo que vaya a pasar, no temo tanto por mí, me preocupas tú, no quiero que ese maldito te vaya a poner una mano encima. –Saqué un cigarro y lo encendí, después lo puse en mi boca.

-Sabes Frank, realmente estoy enamorado de ti, te lo digo ahora porque tal vez después no podré, sé que puede ser poco el tiempo de conocernos y todo eso, pero cuando estoy contigo es imposible que no sienta como que tenemos una conexión especial.

-Yo también lo creo, Gee, yo también lo creo. –Expulsé el humo de mi boca. –Te diré algo. –Lo miré. –No hay nada, absolutamente nada tan grande o fuerte como para poder detener esto que sentimos, porque nadie manda en nuestros sentimientos.

-¡Frank, Gerard, vámonos! –Gritó mi madre.

-Antes de irnos déjame decirte otra cosa, este no es el final de nosotros, esto apenas va a comenzar, prométeme que si este sentimiento no nos abandona haremos lo imposible para luchar por nosotros, al menos yo sí lo haría...

-Prometido. –Sonrió.

-¡Frank, ¿Cuántas veces tengo que gritar?! –Volvió a gritar mi madre.

-Entonces ya es un hecho. –Ambos nos besamos de forma lenta, sin presiones, aunque los gritos de mi madre eran tan aturdidores. Las manos de Gerard tomaron mi cintura y me pegaron a su cuerpo, mientras que mis manos se encontraban en su pecho.

-Fra...-Mi madre había llegado a la habitación y se quedó callada, observado la escena. Gerard y yo nos separamos casi de inmediato y la miramos. – ¡¿Qué se supone que están haciendo?!

-Nada, ¿Qué se supone que haríamos? –Pregunté sin preocupación. –Sólo nos despedíamos al estilo Chicago. –Escuché una risita por parte de Gerard que trató de disimular.

-Hablaremos después tú y yo, por ahora vámonos. –Salió casi corriendo de la habitación. Ambos entramos y tomamos nuestras maletas.

-Vas a tener serios problemas. –Comentó Gerard abriendo la puerta.

-¿Cuándo no los he tenido? –Eché una risita y le di un beso, luego bajé casi corriendo. Por dentro estaba feliz, pero triste, tenía tantas emociones esa noche que no terminaría de decirlas.

Subimos al automóvil y mi padre comenzó a conducir rumbo al aeropuerto. En el auto Gerard se quedó dormido sobre mis piernas, no podía evitar verlo y sonreír, de vez en cuando acariciarlo y si podía darle pequeños besos en su frente, esto último era un poco difícil, mi madre miraba por el espejo retrovisor, pero en ese momento nunca me imaginé lo que realmente me esperaba.

Una vez ya en el avión me senté junto a la ventanilla para poder ver la ciudad.
Unas horas después aterrizamos, en New Jersey era ya de día. Bajamos y pedimos un taxi el cual nos llevó hasta nuestra vieja casa. Al llegar bajé e invité a Gerard a pasar y el accedió, mi madre nos preparó el desayuno a todos. Era raro que conviviéramos todos juntos en la mesa, Gerard decía cosas que hacían reír a mi padre, mi madre también reía pero era demasiado inteligente, sabía por su mirada no se olvidaba de lo que había visto en el balcón.

-Gerard, ¿no deberías avisar que has llegado? –Preguntó mi mamá.

-No es necesario, mis padres lo sabrán a su debido tiempo, por ahora deben de estar muy ocupados con sus asuntos.

-Bueno, creo que si fueras mi hijo me enojaría un poco que no me avisaras que estás bien.

-Tal vez para usted es preocupante, pero realmente para mis padres no lo es, con esto no estoy diciendo que no nos quieran a mí o a mi hermano, simplemente no les es relevante.

-¿Tienes un hermano? –Pregunté asombrado, lo había olvidado.

-Sí, ¿no te había dicho? Es menor que yo, se llama Michael, pero de cariño todos le llamamos Mikey.

-Supongo que debe ser muy guapo como tú. –Dijo mi madre con una risita y Gerard la acompañó.

-Él es muy callado, casi no sonríe, pero es una buena persona. Iba a preguntar algo... ¿le importa si me quedó a dormir sólo esta noche? Es que mañana tengo que volver a la escuela y sería genial que Frank me acompañara.

-Por supuesto que no hay problema, la habitación de huéspedes está desocupada, puedes pasar la noche allí.

-Muchas gracias.

La tarde pasó normal, Gerard y yo estuvimos platicando mucho, como de costumbre. Él se fue a duchar y yo "casualmente" pasaba por la cocina, mi madre me vio y no dudó ni un momento en ir conmigo.

-¿Dónde está Gerard? –Preguntó cerrando la puerta de la cocina.

-Está en la ducha.

-Ya veo, mira hijo, tengo algo importante de qué hablar, es sobre lo que vi por la noche. Quiero que sepas que realmente no tengo ningún problema con tu preferencia sexual, si eres gay pues entonces sólo debiste hablarlo, pero casi perjudicaste a tu padre en su trabajo. Dime, ¿de verdad eres gay?

-No soy gay, más bien, bisexual, me siento atraído por las mujeres también.

-¿Entonces? ¿Por qué te besabas con Gerard? ¿Es tu novio?

-Madre, ser bisexual es tener atracción por ambos sexos, me besaba con él porque realmente lo quiero y no, no es mi novio, no creo que lo sea. –Bajé la mirada. –Te pido que no le digas nada de esto a mi padre, por primera vez en tu vida compréndeme, necesito realmente que lo hagas.

-Frankie, no le diré nada, pero tienes que pensar bien las cosas antes de hacerlas, si tú realmente lo quieres y te hace feliz pues adelante, pero tendrás que hablar con nosotros, haré como que no sé nada. –Extendió sus brazos. Yo me acerqué a ella y la abracé.

Casi nunca abrazaba a mi madre o algo por el estilo, era raro demostrarle mi cariño de esa forma, pero tenía confianza en ella y eso era lo que importaba. Podría nombrar a eso como la primera vez que realmente sentí que mi madre me comprendía, aunque no lo hacía del todo, pero algo es algo. Por la noche volvimos a convivir, pareciese como si fuéramos ya toda una familia, Gerard y mi padre se llevaban bien, pero si mi padre en ese entonces se hubiese enterado de la verdad creo que hubiera echado a Gerard de inmediato.
Llegó la hora de dormir y Gerard entró a la habitación de huéspedes y mis padres se dirigieron a su habitación.

-Gee, ya no hay nadie. –Dije en susurro. Gerard salió de su habitación y me sonrió.

-Vamos, tengo sueño. –Tomó mi mano y entramos a la habitación.

Nos acostamos y le di un pequeño beso, creo que él podía sentir mi felicidad, porque yo realmente sentía la suya, no es por alagarme, pero en ese momento lo hacía sentir feliz, algo que con Bert no podía plasmar tan fácilmente. Era una verdadera lástima que todo terminaría en cuanto abriera mis ojos.

-Frank Iero.

Mis Memorias De Gerard Way. [Fanfic Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora