Como anterior mente escribí, la fiesta había tenido algo de provecho, al menos logré hablar con él y descubrir algunas cosas que no sabía de él.
Era viernes, estaba jugando un rato con Sinatra, platicábamos o más bien yo hablaba y él solo me lamía la cara. No tenía esperanzas de que Gerard apareciera, pero tocaron el timbre y fui a abrir.
Estaba parado allí, me sonrió levemente, pero de mi parte no hubo sonrisa alguna, verlo me recordaba aquella fiesta donde vi lo que hacía. Lo invité a pasar, él conocía el camino y subió a mi habitación, en lo que yo cerraba la puerta mi padre apareció de repente detrás de mí.-Es un milagro que venga, por un momento pensé que lo habías traumado.
-Da igual, ¿no deberías estar trabajando? –Pregunté fingiendo interés.
-No preguntes estupideces y ve a atender a tu "paciente" –Hizo énfasis en lo último.
Sin tomarle mucha importancia subí a mi habitación y cerré la puerta, él estaba ya acostado, lo miré y no tardé en darme cuenta que tenía algo que lo molestaba, se notaba por la forma en la que miraba al techo, su boca temblaba levemente.
-¿Qué te molesta? –Me apresuré a preguntar.
-Todo, me duele mucho. –Sus dedos comenzaron a moverse de forma rápida.
-¿Sí?, ¿Por qué no me cuentas? Esta vez quiero que me cuentes todo.
-Las personas me lastiman por ser como soy.
-¿Cómo eres?
-Horrible.
-Sí, lo eres, ¿Por qué te sientes mal al respecto? –Pregunté mirándolo. Sus ojos se tornaron cristalinos. –Responde, ¿Qué tiene de malo ser horrible?
-¿Por qué te lo tomas como juego? –Preguntó entre dientes.
-No evites mi pregunta, ¿Qué tiene de malo ser horrible? –Insistí.
-Todo.
-Yo no encuentro nada de malo, las personas debemos aceptarnos como somos, levántate y ven al espejo –Tomé su mano e hice que se levantara. Lo acerqué al espejo y me coloque a un lado de él. –Mírate, eres hermoso, alguien completo, pero roto por dentro, alguien con sueños y metas, eres perfecto, un ser humano bueno, tienes muchas cosas que los demás quisieran tener.
-Yo no lo veo de esa manera –Bajó la mirada. –Sólo veo a un idiota allí.
-Eres demasiado joven para sufrir por algo así, pero no hay mucho que yo pueda hacer, ¿sabes por qué? –Tomé su mentón haciendo que me mirara. –Porque yo te veo perfecto, para mí no tienes defecto alguno y si lo tienes es sólo tu obsesión por ser alguien "perfecto", estás bien así como eres.
-Frank...Bert me engaña todo el tiempo. –Bajó la mirada. –Lo hace incluso en frente de mí, me dice que no soy lo suficiente para él, que sólo soy...-Su voz se entre cortó. –Una...diversión. –Sus lágrimas comenzaron a caer mojando mi mano que aún estaba en su mentón.
-No, no llores –Limpié sus lágrimas. -¿Te puedo decir algo?
-Lo que sea –Dijo tratando de tranquilizarse.
-Bert no te merece, no merece tus lágrimas, nadie merece verte llorando.
-Hazme sentir que aún soy humano Frank, por favor. –Se acercó a mi boca y me beso de forma corta.
No supe muy bien por qué, sólo lo hice, rodeé su cuello con mis manos y él tomó mi cintura, tuve que de nuevo ponerme en puntitas para alcanzarlo bien. Nuestras bocas se fundieron juntas haciendo de ese beso algo profundo, algo con necesidad, como si ambos necesitáramos uno del otro. Sus manos tomaron mi camisa y la levantaron, al sentir eso me aparte de él, me puse nervioso al saber lo que haría.
-Lo siento –Dije agitado. –Nunca he hecho esto con un hombre y se siente raro...
-Lo entiendo.
Mi cuerpo pedía a gritos seguir con él, pero mi mente me decía que era incorrecto. Fue entonces que dejé de tener esa conexión de mente a oídos y mi cuerpo reaccionó casi por sí solo, mi camiseta y la de él ya no estaban en nosotros, sus manos eran casi expertas al acariciarme, pero cada caricia me ponía más y más nervioso, tenía una sensación electrizante recorriendo mi cuerpo. Su cuerpo me dirigía hacia la cama y yo no ponía oposición alguna, quería saber hasta a dónde llegaría. Cuando mi cuerpo llegó al colchón sus besos comenzaron a bajar por mi cuello, succionando un poco de mi piel y probablemente dejando pequeñas marcas en él. Mi mano casi involuntariamente acarició su pecho hasta bajar al botón de su pantalón. Desabotoné su pantalón y lo bajé solamente un poco, él sonrió ante mi acto y se recostó en la cama. No entendía mucho lo que trataba de hacer y él lo notó. Tomó mis manos con las suyas y bajó completamente su pantalón y sus boxers, mis mejillas se pusieron tan calientes y rojas, cerré los ojos y escuché una risita de su parte.
-No te hará daño, Frankie. –Dijo con voz dulce. Sus manos me dirigieron a su miembro y me hizo acariciarlo, escuchaba sus gemidos y abrí de manera lenta mis ojos, era hermoso, su cara estaba levemente ruborizada, sus ojos cerrados y sus dientes apretaban su labio inferior. Miré un momento mis manos y aparte las suyas. Rápidamente abrió sus ojos y me miró. –Tranquilo, no tienes por qué hacerlo, sé que es raro...
-Realmente quiero...pero no lo sé...-Sus labios de nuevo se posaron en los míos y me acostó en la cama. De manera instantánea bajó mi pantalón y boxers. Su boca se tragó completamente mi miembro haciéndome flexionarme y tal vez gritar de lo bien que se sentía.
El sonido de un celular hizo que se separara de mí, en sus ojos había cierto miedo, él se levantó y revisó su celular y contestó.
-¿Si? Nada, claro, ahora voy. –Colgó.
-Bert...-Dije algo fastidiado.
-No, era mi hermano, Frank...sobre esto...
-No se lo contaré a nadie...
-Es parte, pero créeme que no sé por qué terminé así contigo.-Porque estabas frustrado porque seguramente tuviste una pelea con Bert, pero Gerard, yo no voy a estar siendo tu juguetito si es lo que piensas, así que perdóname, créeme, siento algo por ti, me atraes y mucho, pero no voy a estar siempre siendo la segunda opción de alguien.
-Sí, da igual... –Recogió su ropa y se vistió, yo hice lo mismo. –Nos vemos después, Frank. –Salió de la habitación sin decir nada más.
Él nunca habló del tema entre nosotros y yo tampoco hablaba, hacía como si nada hubiera pasado, durante las tres siguientes semanas asistió a las terapias, las cuales serían las ultimas.
-Frank Iero.
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Mis Memorias De Gerard Way. [Fanfic Frerard]
FanfictionFrank Iero, un chico de 20 años que estudia psicología en la universidad de New Jersey conoce a un chico de nombre Gerard Way del cual queda cautivado desde el primer momento en el que lo ve. Interesado por si quiera hablar con él, hace lo que sea...