Capítulo 34.

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Pasé dos días más en el hospital, Gerard me cuidaba y estaba muy atento de mí. Debbie sí me visitaba pero no tanto, lo cual me parecía un poco extraño porque siempre tenía prisa por irse.

Cuando salí del hospital tuve que guardar reposo en casa, porque mi mano apenas y estaba curándose, así que no podía ir a la escuela, pero tuve que llamar para decirles lo que me había pasado. Gerard seguía yendo a la escuela con normalidad, mientras que yo me quedaba muchas veces solo en casa, ni siquiera tenía nada que hacer, porque Debbie me dejaba el desayuno preparado.

Recuerdo que aquel día, Gerard llegó con un enorme rasguño en su cara, aparte de que tenía una marca en su cuello. Recuerdo lo mucho que discutimos aquel día por aquellas cosas, nunca me pude imaginar lo que había pasado allá, pero Gerard se encargó de escribirlo.

"...Cuando salí para irme a la escuela vi a Debbie preparándote el desayuno, cosa a la que no le tomé mucha importancia, siempre lo hacía. Llegué a la escuela, específicamente a mi salón, me senté y dejé que el tiempo pasara. Cuando salimos al receso me topé con Andy, uno de los amigos de Bert, él me saludó y yo a él. Comenzamos a platicar, nada importante al principio, luego en la conversación tuvo que meter a Bert.

-Él está muy mal, ha caído en las drogas de un momento a otro, dice que te extraña mucho, nosotros intentamos reanimarlo pero él no comprende nada, está aferrado a la idea de que cree que vas a volver.

-¿Eso cree? –Me burlé. –Que siga creyendo, no lo haré.

-¿Ni siquiera porque se está muriendo?

-No, no me causa lástima alguna, Bert me trató mal por mucho tiempo, y tampoco digo que se lo estoy deseando, pero simplemente no me importa nada.

-Bueno, creo que vas a ser culpable de su muerte.

Andy se levantó y se fue. Me quedé pensando un momento allí, ¿será en serio que Bert está muy mal?
Así que esa tarde no llegué temprano a casa porque decidí ir a visitarlo, tenía un horrible miedo, pero tenía que hacerlo. Llegué a su casa y toqué la puerta, una mujer atendió y me dejó pasar. El lugar olía y lucía horrible. La casa de Bert es grande y vive solo, aquella gran casa la acompañaba un terrible olor a tabaco, alcohol y al parecer marihuana. Le pregunté a aquella mujer dónde estaba Bert y me dijo que en su habitación.

Estar allí me trajo tantos recuerdos, de sus malos tratos, de tantas veces que me dijo que me amaba y que nunca se iría de mi lado, pero bueno, supongo que nada puede ser del todo perfecto. Al llegar a su habitación abrí la puerta y lo vi acostado en la cama sosteniendo una botella de whisky. Él me miró y sonrió, se levantó de la cama y se dirigió a mi lado.

-Bert, ¿qué te sucede? –Pregunté tratando de retroceder de él.

-Me alegra mucho verte aquí. –Colocó la botella en el piso. –Eso es señal de que te importo. –Se acercó a mí. -¿Eso es cierto, Gerard?, ¿te importo?

-Estás muy ebrio, Bert, de nuevo. –Dije alejándome de él.

-¿Ah sí? Extrañaba tus reclamos. –Tomó el cuello de mi camisa y me empujó hasta la cama, estando allí me arrojó con brusquedad y antes de que yo pudiera levantarme él se puso encima de mí, tomó mis manos y las inmovilizó con las suyas. –Es un gusto tenerte de nuevo aquí.

-¡Bert, déjame en paz! –Dije desesperado.

Sin escuchar lo que yo decía comenzó a besarme con profundidad, con aquel deseo que siempre me besaba, sentí una impotencia enorme al no poder hacer nada y al estarle correspondiendo, porque tu imagen venía a mi cabeza una y otra vez. Él me miró y frunció el ceño. Yo lo empujé como pude y al intentar salir él tomó mi brazo y me regresó con brusquedad, iba a golpearlo, pero él lo hizo primero, rasguñó mi cara y lo hizo de nuevo.

Mis Memorias De Gerard Way. [Fanfic Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora