Capítulo 30.

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Han pasado tantas cosas, y pensar que yo era aquel estudiante que lo rechazaba la sociedad por sus gustos musicales, que tenía una familia quebrada, porque Debbie desde muy pequeña ha sido igual, por eso es que mi tía, del mismo nombre de mi madre, se la llevó a Canadá. Esa familia estaba muy quebrada.

Estoy lleno de emociones, de vida, de sensaciones, pero, también de heridas, de recuerdos, de problemas. Y no fue hasta que gracias a una paciente me contó mucho acerca de la escritura, yo nunca hubiera pensado en escribir algo como esto, pero al escuchar lo que dijo cambié de opinión, ella me dijo:

"-Mis padres creen que me corto porque han descubierto un cuaderno en el que escribo cómo me hubiese gustado que fuera mi vida, dicen que tengo problemas psicológicos, pero...yo sólo deseo desahogarme, y la mejor forma de hacer todo esto es escribiendo, me gusta escribir, porque así todo funciona mejor, en mis historias la narradora es una princesa, no los osos. Por eso escribo, porque cuando intentas hablar y dar a conocer la verdadera razón de algo la sociedad tiene una enorme cinta y esta te lo colocan en la boca, te obligan a callarte, te obligan a ver sólo lo que ellos quieren que veas y no te dejan ver más allá de un programa de televisión donde la gente es esbelta y tienen fobia a las personas diferentes, donde hacen burla de todos nosotros, en cambio, sí escribes, la persona que lee puede entenderte, porque escribir y leer es la única y en la actualidad la mejor forma de comunicación...".

Nunca me había ocurrido que me sintiera tan identificado con una paciente de dieciséis años. Fue cuando tomé la iniciativa, porque ella tenía razón, todos estaban juzgando y yo por más que gritara la verdad, los oídos de esas personas eran sordos, sólo les gustaba escuchar lo que a ellos les convenía para encajar entre todo ese montón.
Continuando con el relato.

Tomarme las píldoras no fue la mejor opción, ni siquiera sé por qué lo hice, sólo las vi y supe que era una forma de terminar con todo el dolor que sentía dentro de mí. Abrí los ojos lentamente, todo seguía dándome vueltas, veía borroso, a lo lejos escuché la voz de Gerard, pero no entendía lo que decía, mis oídos estaban aturdidos. Sentí que tomó mi mano y pude ver su cara, pero aún no lo escuchaba muy bien, hasta que por fin el sonido se hizo más claro.

-¡Frank! –Gritó.

-Mmm... -Sobé mi cabeza. –Gee, no grites, te escucho perfectamente bien, sólo baja el volumen.

-Perdón. –Murmuró. -¿cómo estás?

-Bien, supongo, ¿qué hora es?

-Las tres de la tarde.

-¡¿Qué?! –Me levanté de golpe. -¡La escuela, Gee!

-Frank, estamos de vacaciones...

-Ah, cierto, no estés tan serio amor. –Sonreí. –Lo olvidé... -Iba a levantarme y sentí que mis piernas perdieron la fuerza, pero Gerard me sujetó antes de caer al piso. -¡Hay pero que torpe! –Comencé a reír. –Gracias, amor. –Besé a Gerard y comencé a caminar, pero Dios, estaba todavía súper drogado, sentía que mis piernas temblaban cada vez que daba un paso. -¡Gee! ¡Tengo hambreee! –Al llegar al living, miré el lugar. -¡Debbie! Tengo hambre, hazme algo de comer.

-Frankie, tranquilízate. –Dijo Gerard tomándome de la mano.

-¡Estoy tranquilo, Gerard! ¡Muévete niña, haz algo de comer para el joven Way y yo! –Rodeé el cuello de Gerard y lo besé, él intentaba separarse de mí, pero no dejaba que lo hiciera.

-Frank...-Me apartó. –Acuéstate en el sofá.

-Pero quiero comer, Gee. –Dije en tono de berrinche.

Mis Memorias De Gerard Way. [Fanfic Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora