Capítulo 18.

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Si bien recuerdo, habían pasado unas dos semanas desde que estaba viviendo en la casa de Jamia, me sentía muy a gusto, me sentía realmente relajado. En cuanto a mi padre no lo volví a ver desde que visité a mi madre en el hospital. Cosa que también seguí haciendo, pero solamente los fines de semana. Ella se notaba decaída, pálida, pero siempre se mostraba positiva ante su triste situación. Recuerdo la última vez que la había visitado. Me dijo que no tenía muchas fuerzas, que estaba cansada y que ya ni siquiera podía comer. Sus palabras eran tristemente hirientes, pero los doctores decían que no era nada importante, que estaban haciendo lo que podían, pero no era verdad.
Lo que me duele más es que cuando ella murió no me avisaron, tuve que enterarme por mi mismo, cuando fui al hospital me dieron la triste y cruel noticia de que ella había muerto días antes. Mi corazón se desplomó, no sabía qué hacer, Gerard iba conmigo y lo que hizo fue solamente abrazarme, ni siquiera recuerdo lo que pasó, estaba perdido y así duré muchos días.

La depresión cesó después de semanas, aunque aún me sentía vacío, muy vacío. Pero estaba molesto y decidí hablar con mi padre y exigirle que me explicara el por qué no me había avisado y me dirigí a mi antigua casa. Toqué la puerta varias veces pero no hubo respuesta.

-¡Ábreme! –Grité desesperado. -¡Maldita sea! –Pateé la puerta lleno de coraje, pero nadie abrió.

-¡Frank! –Exclamó George, un vecino de allí. Se acercó a mí y me miró sorprendido. –Pensé que te habías ido con tu padre, él se marchó hace tiempo.

-¡¿Cómo que se marchó?! –Pregunté desesperado.

-Sí, vi que llevaba unas maletas, una camioneta le hizo favor de recogerle y después no se supo más.

-Pero... ¿y Sinatra?, ¿Qué le pasó a Sinatra? –Me apresuré a preguntar.

-También lo sacaron de la casa, subió con tu padre a la camioneta, tal vez se lo llevó.

-Ojala esté bien Sinatra y claro...mi padre, gracias por la información. –Me dirigí a casa de Jamia, pero no había nadie. Llamé a Gerard para poder verlo en algún lado, pero dijo que él pasaría por mí, tenía una comida importante y quería que yo estuviese presente.

Recuerdo que fue casi a las ocho de la noche cuando pasó por mí. Tomé prestado un traje de Evan, seguro que no le molestaría. Subí al automóvil que había escoltado a Gerard hasta la casa de Jamia. En el camino estaba muy distraído, Gerard hablaba y hablaba, pero de las mil palabras que salían por su boca, yo como mucho tres entendía. Estaba confundido y pensativo, me dolía la muerte de mi madre, quería saber a dónde se había marchado mi padre y mi queridísimo Sinatra, pero no encontraba respuestas.
El automóvil se detuvo y ambos bajamos. Gerard tomó mi mano y me sonrió.

-Gerard, ¿tus padres saben acerca de esto? –Pregunté nervioso.

-No, ni siquiera están al pendiente de mí. Descuida, algún día tienen que saberlo.

No muy convencido sonreí, pero sentía algo malo, un presentimiento que no me dejaba en paz. Al entrar a su lujosa casa me quedé casi con la boca abierta, era una mansión, simplemente hermosa. Todos me trataron bien, incluyendo su padre, tenía un gran humor. Me sentía muy bien, los invitados pasaron a la mesa, pero no empezaron a cenar, eso fue lo más raro.

-¿Madre por qué no empezamos? –Preguntó Gerard.


-Aún falta alguien. –Contestó.

Minutos después la puerta principal se abrió y vi entrar a Bert junto con una chica, ambos iban tomados de la mano, demasiado sonrientes, pero su sonrisa se borró al vernos. Gerard presionó mi mano por debajo de la mesa y yo me quedé mirando a Bert.

-Buenas noches, siento la demora. –Dijo tomando asiento. Su mirada no se quitaba de encima de mí, me miraba con coraje.

La cena comenzó a ser servida y todos hablaban de lo maravilloso que era trabajar para las empresas D&D. La chica que estaba con Bert miraba a Gerard y sonreía, no podía saber si era malicia o atracción. Bert y yo casualmente nos mirábamos, eso hacía que me doliera el estómago, era tanto asco el que le tenía.

-Discúlpenme, pero creo que tengo que irme, es una urgencia, fue un placer señora Donna, señor Donald, Mikey, Gerard... Nos veremos después. –Me levanté de la mesa y salí de la casa.

Al estar fuera iba a irme pero Bert gritó mi nombre y lo miré muy molesto.

-¿Qué quieres? –Pregunté molesto.

-Así que veo que estás con Gerard, ¿por qué?

-Eso es algo que a ti no te debe de importar.

-Sigue creyéndole, Gerard no te ama, no siente nada por ti, el día que terminé con él lloró tanto y suplicó que no lo hiciera, pero como no le quedó otra opción se ha ido contigo, pero dentro de poco tiempo descubrirás la verdad.

-¿Y eso a mí qué me importa? –Pregunté sin perder la poca calma que me quedaba. -¿Por qué me dices esto? Si tanto amas a Gerard deberías demostrárselo, ¿Cuál es el maldito propósito de todo esto? A mí no me afecta en nada esto.

-¡Bert ya basta! –Gritó Gerard yendo a mi lado.

-Pronto vas a pagar el dolor que yo he sentido por tu culpa. –Amenazó.

-¿No te bastó con lo que has hecho? ¡Sabes perfectamente de lo que hablo! ¡Te dije que yo no quería volver a estar contigo y no lo volveré a estar, amo a Frank y que te quede claro, nunca lo dejaré! –Gerard estaba realmente molesto, miraba con coraje a Bert y él también.

-Aún falta más, tú no puedes terminar con esto así como así, haré que vuelvas a estar conmigo al precio que sea. –Tomó el mentón de Gerard y lo empujé.

-Déjalo en paz.

-Lo irás pagando Iero, ya va uno, pronto serán dos, es mi última advertencia, aléjate de Gerard, déjalo en paz, él es mío y no permitiré que sea de nadie así tenga que hacer hasta lo imposible. –Se dio media vuelta y volvió a entrar a la casa.

Esas palabras, "Ya va uno, pronto serán dos" En ese momento no entendía nada, pero con el tiempo comprendí por qué lo decía. No es como que odie a Bert, ahora considero que es un pecado odiar a alguien que no existe, que sólo es un mal recuerdo y un mal sabor de boca. Supongo que a donde fue tuvo que pagar por todas las cosas que hizo y eso me es reconfortante.

Le pedí a Gerard que me dejara solo y regresé a la casa de Jamia. Ella estaba en el living leyendo cuando me vio entrar. Se acercó a mí y le conté todo lo que me había pasado. Como siempre, ella me daba los mejores consejos de todo el mundo, mi celular sonaba una y otra vez con el número de Gerard pero no quería contestar, estaba bastante pensativo. Pensaba en que Bert no decía las cosas por decirlas, a veces eran verdaderas, y pensaba una y otra vez, ¿será sólo un plan de Gerard para olvidarse de Bert? Me dolía pensar que la respuesta era un enorme "Sí" era mucho sufrimiento para una persona, para un cuerpo, para un alma. Sentía que mi sonrisa se había ido como hace unas semanas lo había hecho. Ese horrible recuerdo de todas esas cosas malas que me habían pasado en las últimas semanas, pero yo había elegido ese camino para poder lograr la mentada felicidad con la persona que yo amaba, parecía imposible, pero tenía esperanzas en que algún día nos dejaran estar en paz.

"No se puede tener felicidad sin dolor, pero cuando este último es más monótono, pensar en tener lo primero se vuelve algo imposible".

-Frank Iero.

Mis Memorias De Gerard Way. [Fanfic Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora