Capítulo 19

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El sol comenzaba a ponerse cuando el grupo dejó el resort y regresó a la majestuosa mansión de los Montes. El aire era más fresco y silencioso, como si todo el bullicio de los días anteriores hubiera quedado atrás. Valentina observó la fachada imponente mientras bajaba del auto, sintiendo una mezcla de alivio y melancolía.

Habían sido días llenos de emociones encontradas, pero ahora que todo estaba terminando, un vacío comenzaba a instalarse en su interior. Aunque intentó concentrarse en las conversaciones ligeras de Sofía y Josué, su mente seguía volviendo a las escenas de celos de Marisol, las miradas de Sebastián, y el peso constante de las decisiones que sabía que debía tomar.

Dentro de la mansión, todo estaba preparado para una cena de despedida. El personal había decorado el gran salón con luces suaves y arreglos florales, pero Valentina apenas prestó atención mientras subía las escaleras hacia su habitación. Quería un momento a solas, lejos de todos, para ordenar sus pensamientos.

Abrió la puerta y dejó caer su bolso en el sillón junto a la ventana. El cuarto estaba en silencio, pero ese tipo de silencio que parece anunciar que algo está por suceder. Y entonces, escuchó una voz que no había oído en meses.

—¿Valentina?

El mundo pareció detenerse. Giró lentamente hacia la puerta y ahí estaba: su madre.

Llevaba un vestido sencillo, pero su sonrisa iluminaba toda la habitación. Los ojos de Valentina se llenaron de lágrimas antes de que pudiera contenerse.

—¿Mamá? —susurró, como si temiera que fuera un sueño.

Su madre abrió los brazos y Valentina corrió hacia ella, abrazándola con tanta fuerza que sintió como si el tiempo y la distancia entre ellas desaparecieran en un instante.

—Estoy aquí, mi amor —dijo su madre, acariciándole el cabello—. He venido por ti.

Valentina no podía hablar; las palabras estaban atrapadas en su garganta mientras las lágrimas seguían cayendo. Todo el peso de los últimos meses, la distancia, la soledad, se derrumbó en ese abrazo.

—¿Cómo...? ¿Cuándo llegaste? —preguntó finalmente, separándose un poco para mirar a su madre.

—Llegué esta mañana —respondió su madre, con una sonrisa—. Quería darte una sorpresa. No podía esperar más para verte.

—la abuela me dijo que estaba aquí en madrid

—Es cierto que estuve allí un tiempo, pero las cosas cambiaron, Valentina. Conseguí un nuevo trabajo aquí, y estoy lista para estar contigo.

Las palabras llenaron a Valentina de alivio y alegría, aunque también le trajeron preguntas.

—¿Un nuevo trabajo? ¿Dónde?

—En un hospital cercano. Volveré a trabajar como enfermera. No será fácil al principio, pero estoy decidida a construir algo nuevo para nosotras.

Valentina asintió, sintiendo una mezcla de gratitud y esperanza. Después de todo lo que había pasado, tener a su madre de vuelta se sentía como un regalo inesperado, algo que realmente necesitaba sin saberlo.

—Te extrañé tanto, mamá.

—Yo también, mi niña —respondió su madre, besándole la frente—. Pero estamos juntas ahora, y eso es lo que importa.

Mientras ambas se sentaban en la cama para seguir hablando, Valentina sintió que por fin una pieza de su vida estaba encajando. Por primera vez en mucho tiempo, algo se sentía correcto, y aunque todavía quedaban muchos desafíos por delante, con su madre a su lado, sabía que podía enfrentarlos.

La cena de despedida en la mansión se convirtió en un evento más especial de lo que Valentina había anticipado. Tener a su madre allí, sentada a su lado, riendo con Sofía y conversando con Josué, hizo que todo pareciera menos caótico, menos incierto.

Y mientras la noche avanzaba, Valentina supo que este era el comienzo de algo nuevo. Un nuevo capítulo en su vida, uno que estaba lista para escribir.

Un lugar que no es casa Where stories live. Discover now