Capítulo 21

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El reloj marcaba el mediodía, y el sol brillaba intensamente, iluminando cada rincón de la mansión Montes. Valentina estaba en su habitación, sentada junto a la ventana, mirando el jardín con una taza de té en las manos. Dos días. Faltaban solo dos días para la boda de Sebastián y Marisol, y aunque ella intentaba no pensar en ello, las emociones seguían dándole vueltas en la cabeza.

El día había comenzado con una visita inesperada de Sofía, la madre de Sebastián, quien había llegado muy temprano a la mansión para invitarla a algo que, al principio, le parecía más una obligación que un favor. Sofía había sido muy amable con ella desde su llegada, pero ahora, con los nervios del evento de la boda acercándose, la presión era palpable.

—Valentina, querida, quería hablar contigo —dijo Sofía, entrando en la habitación sin esperar respuesta.

Valentina levantó la vista, sorprendida por la entrada repentina.

—Hola, Sofía. ¿Qué pasa?

—Es que hoy vamos a ir a buscar el vestido de boda de Marisol, y me encantaría que me acompañaras. —Sofía sonrió con una dulzura que Valentina apenas alcanzó a captar—. Quiero que Marisol se sienta cómoda y apoyada, y sé que tú podrías darle ese toque especial.

Valentina se quedó en silencio por un momento. Sabía lo que Sofía estaba haciendo. Era una invitación amable, pero no estaba segura de si realmente quería estar en ese ambiente, rodeada de los preparativos de una boda que, a pesar de todo, solo la llenaba de incertidumbre.

—Sofía, ¿estás segura de que quieres que yo vaya? No quiero interrumpir nada... —dijo, tratando de no sonar incómoda, pero la incomodidad era evidente.

Sofía sonrió suavemente, como si entendiera perfectamente lo que Valentina sentía.

—Claro que sí. Para Marisol es muy importante que tú la apoyes, y para mí también. Sé que las cosas han sido complicadas, pero ahora mismo es el momento de dejar atrás las tensiones y ser parte de este día. Será bueno para todas.

Valentina suspiró y, aunque dudó por un momento, asintió.

—Está bien, iré.

El automóvil que las llevó a la boutique de vestidos de novia era silencioso, y Valentina se encontró mirando por la ventana mientras la ciudad pasaba rápidamente. No sabía qué esperar, pero algo en su interior le decía que esa invitación no era solo sobre la boda de Marisol, sino una forma en que Sofía intentaba acercarse a ella, tal vez para suavizar las tensiones entre las dos familias.

Cuando llegaron al elegante establecimiento, Sofía la miró con una sonrisa brillante.

—Vamos, que hoy Marisol encontrará el vestido perfecto.

Dentro de la boutique, el aire estaba cargado de una mezcla de nerviosismo y emoción. Las telas delicadas y los colores suaves parecían bailar bajo la luz, mientras un grupo de diseñadores y asistentes se preparaban para atender a las futuras novias. Marisol estaba allí, rodeada de percheros con vestidos de ensueño, pero parecía más distante de lo que Valentina esperaba. Su mirada se desvió hacia Valentina, como si esperara algún tipo de apoyo o aprobación, pero sus ojos no eran los mismos de antes.

—Valentina, qué bueno que pudiste venir —dijo Marisol, pero su tono fue tan frío y cortante que Valentina no pudo evitar notar la distancia en su voz. Frente a Sofía, Marisol sonrió, pero Valentina percibió la falsedad en esa sonrisa.

Valentina le dedicó una sonrisa amable, aunque por dentro no podía evitar sentir un nudo en el estómago. Marisol era hermosa, impecable como siempre, pero Valentina sabía que las cosas entre ellas nunca serían fáciles.

—Claro, Marisol. Estoy aquí para apoyarte —dijo, manteniendo un tono tranquilo, a pesar de las palabras no dichas.

Sofía, que había estado organizando los detalles, se acercó con una sonrisa de orgullo.

—Estoy tan emocionada por este día, mis queridas. Marisol, ¿por cuál de todos estos vestidos te has decidido?

Marisol recorrió con la mirada los vestidos que se alineaban en los estantes. Finalmente, sus ojos se posaron en uno en particular, un vestido de encaje con detalles delicados que parecía hecho para ella.

—Este —dijo, señalando el vestido—. Este es el que quiero.

Valentina la observó en silencio mientras Marisol probaba el vestido. Mientras ella estaba en el probador, Sofía se acercó a Valentina, con un brillo en sus ojos.

—Sé que esto es un poco incómodo para ti, pero quiero agradecerte por estar aquí. Entiendo que las cosas no han sido fáciles, pero para nosotros es importante que compartas este momento con Marisol. Este es un nuevo capítulo para todos, y sería hermoso que estuviéramos unidas.

Valentina la miró a los ojos, viendo la sinceridad en su mirada. Aunque la situación seguía siendo compleja, sentía que Sofía no lo hacía por obligación, sino porque realmente quería estrechar la relación entre ellas.

—Lo haré —respondió finalmente, un poco más tranquila—. Por Marisol.

Apenas unos minutos después, Marisol salió del probador, y Valentina la observó con detenimiento. El vestido le quedaba perfecto, y aunque las dudas seguían rondando en su cabeza, no podía evitar ver lo hermosa que se veía. La sonrisa de Marisol era genuina, llena de emoción y nerviosismo.

—¿Qué opinas? —preguntó Marisol, mirando a Valentina.

Valentina sonrió, aunque en su interior, la situación era aún más complicada de lo que las palabras podían expresar.

—Te queda increíble, Marisol. Es perfecto.

Mientras Sofía se unía a la conversación, Valentina pensó en todo lo que venía. La boda de Sebastián y Marisol era inminente, y aunque Valentina había hecho su mejor esfuerzo para seguir adelante, el futuro seguía siendo incierto. Pero por ahora, se centró en el presente: en ser la mejor amiga, la mejor hija, y la persona que, sin importar las circunstancias, apoyaba a los que amaba.

Un lugar que no es casa Where stories live. Discover now