Lost in Reality//Calum Hood//Nueva Versión

21

CALUM

Observo a Cody mientras él intenta mover sus dedos deprisa para poder conseguir hacer el cambio de nota sin interrumpir el sonido. Tras varios intentos, observo como una de las cuerdas del instrumento se tiñe de rojo, indicándome que el pequeño se ha cortado. Me pongo de pie rápidamente para ayudarlo a descolgarse el instrumento y lo guío al baño para que se enjuague mientras busco mi botiquín de primeros auxilios.

—Son accidentes comunes —le explico regalándole una sonrisa, intentando tranquilizarlo. Limpio su herida con un poco de alcohol y le coloco una venda adhesiva para protegerla. Escucho al niño hipar—. No te preocupes, no pasó nada grave.

Caminamos de regreso a la sala y Cody toma asiento en el sofá mientras intenta, sin éxito, dejar de llorar. Miro hacia mis manos intentando encontrar una manera de calmarlo y, segundos después, extiendo mis manos, con las palmas hacia arriba para que pueda ver las múltiples cicatrices que decoran mi piel.

—Mira, yo también me lastimado varias veces— Cody asiente mientras las lágrimas caen, silenciosamente, de sus ojos—, pero esto sólo significa que seguí intentándolo. Está bien si no quieres continuar hoy, pero no dejes que este accidente te haga desistir ¿de acuerdo?

El pequeño vuelve a asentir mientras se limpia las mejillas con las palmas de sus manos. Suelto un suspiro, poniéndome de pie, y tomo su bajo para poder limpiarlo.

—¿Podrías llamar a mi mamá? —me pregunta el pequeño entre hipidos y yo asiento, entregándole el instrumento. Tomo mi celular y busco el número de su madre. Le doy la espalda mientras espero a que a mujer atienda mi llamado.

—¿Señora Wilson? —digo una vez que la llamada es atendida— Soy Calum Hood, el profesor de Cody —le explico dándole una mirada rápida al pequeño—. Sí, la clase estuvo bien, pero Cody se cortó con las cuerdas del bajo y quiere que venga por él. De acuerdo, aquí la esperamos.

Cuelgo la llamada y vuelvo a mirar a Cody, quién tiene su mirada fija en su bajo. Me agacho para tomar el estuche de su bajo y me acerco a él para ayudarlo a guardar el instrumento. Tomo asiento a su lado mientras él desliza el cierre del estuche y vuelvo a suspirar.

—En verdad eres muy bueno —le digo, dándole ánimos—. Uno de mis mejores estudiantes, diría yo. Si sigues practicando, estoy seguro de que terminarás siendo uno de los mejores bajistas que he conocido.

—¿Lo dice en serio? —me pregunta el pequeño, mirándome con los ojos cristalizados. Asiento haciéndolo sonreír—. Muchas gracias, profesor.

En ese momento, el timbre resuena en todo el departamento haciéndome ponerme de pie. Camino hacia la puerta y saludo a la madre de Cody con una sonrisa, invitándola a pasar.

—¿Qué te ha pasado, cariño? —pregunta la mujer acercándose a su hijo. El pequeño le muestra el dedo cubierto de la venda adhesiva—. ¿Cómo pasó?

—Estábamos practicando el cambio de posición en las cuerdas y una de ellas cortó la piel de Cody —explico intentando sonar calmado y profesional—. Son heridas que ocurren, pero le sugeriría que lo lleve al doctor para examine la herida. Las cortadas por las cuerdas de las guitarras y bajos parecen inofensivas, pero suelen ser muy engañosas.

—De acuerdo —dice la mujer tomando el estuche del bajo—. Muchas gracias, Calum. ¿Te vemos el miércoles?

—Si el doctor dice que Cody puede continuar con las clases, nos vemos el miércoles sin falta —respondo asintiendo levemente con la cabeza.

La mujer vuelve a agradecerme mientras la acompaño hacia la salida y me dice que más tarde me transferirá el pago del mes de las clases en cuanto llegue a casa.