—Aleena —Calum la miro entrecerrando los ojos y ella negó rápidamente.
—Ya te dije que no pienso usar la gargantilla —la castaña había repetido eso mas de veinte veces en la ultima hora. Le parecía totalmente ridiculo.
Su amigo no entendía que no iba a ser una mas del montón, y habían dos razones.
Uno: todos pensarían que se acuesta con su mejor amigo al verla usar aquello.
Dos: usarlo significaba ser de su propiedad y eso le parecía lo más machista que jamás había escuchado.—¿Porque debería usarlo? — Se cruzo de brazos y lo miro expectante.
—Porque eres mía — Pestañeo varias veces y respiro hondo, asombrada por lo estupida que era esa respuesta. Ella no era de nadie. —No quiero que nadie tenga la posibilidad de lastimarte, eres mi mejor amiga y esto lo evitaría — la gargantilla colgaba entre los dedos de su amigo y con sus últimas palabras logró ablandarla un poco. Solo un poco.
—No me digas ¿Deberia agradecerte? —se cruzó de brazos algo ofendida por sus palabras.
Calum no dejaba de quitarle el aliento cada vez que le decía cosas como esas, por obvias razones, pero últimamente no acreditaba las situaciones en las que terminaban por culpa de su amigo y sus ideas ridículas sobre "marcar a sus chicas", no importaba que sea un inocente collar o que Calum sea muy dulce con sus compañeras de cama. Las mujeres no somos vacas para marcar.
Aleena agarró la gargantilla y se quedó observándola. Era un espanto lo que significaba aquel collar para la gente del instituto pero quería creer que su mejor amigo era mucho más que eso y por algo se lo ofrecía a ella en particular.
—Dime que la usaras — levanto la vista y Calum saco su labio inferior. Ya había ganado.
—Lo pensare — miro detrás de su amigo y una rubia se acercaba a ellos, moviendo las caderas exageradamente —Ahí viene una de tus chicas — hablo en tono burlón mientras señalaba con una sonrisa falsa en su rostro a la rubia, Calum beso su mejilla antes de poner una sonrisa de lo más canalla en su rostro y Aleena mordió el interior de sus mejillas.
Bueno, tal vez era exactamente lo que otros decían: un maldito mujeriego.
—Nos vemos, luego paso por tu casa — ella asintió, Calum se dio vuelta y sin mirar atrás se fue junto a la rubia. Aleena volvió a respirar hondo mientras que tomaba aquella gargantilla entre sus dedos y la miró atentamente.
—Quedamos solo tú y yo — le susurro al objeto inanimado y frunció los labios.
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Aleena ; [cth] EDITANDO
Fanfiction« Calum marca a sus chicas con una gargantilla grunge de la que cuelga una pequeña C. » Libro #1 de la serie "A" © kidlalagus, 2015.