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—Aleena, tranquilízate —Calum tenía a la castaña entre sus brazos y ella no parecía tener intensiones de parar de llorar.

—Ella solo se fue y no me aviso —Aleena se aferro a la remera de su amigo y respiro hondo.

El olor de su ropa no era el de siempre, era el de Dalis.

—Seguro te llamara —ella negó y se alejo un poco de la comodidad del pecho del morocho.

Su madre se había ido por una semana y ella se había enterado por los papeles del viaje programado sobre el escritorio de la habitación de Gala.

Estaba muy angustiada porque ellas solían contarse todo y que su mamá no le avise que se iría por unos días, le hacía mal.

Aleena no tenía a nadie más que no sea Gala y Calum.

Dalis comenzaba a darle desconfianza y Jessica ya no estaba junto a ella hace mucho tiempo.

No podía contar con nadie y eso la asustaba.

¿Qué tan sola estaba en la vida?

—Estoy aquí —Calum tomo el rostro de su mejor amiga con ambas manos y miro directo a sus ojos.

—Y te irás —las lagrimas no abandonaron sus mejillas en ningún momento.

—No lo haré —cerro sus ojos y acerco su rostro al de ella, roso sus labios con los de la castaña con lentitud —Te amo y nunca me iré —susurro sobre los labios de ella.

Aleena suspiro con los ojos cerrados y luego sintió como Calum volvía a besarla.


Aleena ; [cth] EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora