CAPÍTULO - 29 (I)

144 17 17
                                    

"La vida es corta. Sonríele a quien llora, ignora a quien te critica y sé feliz con quien te importa" — MarilynMonroe.


Llevaba ya dos semanas en Manchester y cada día iba mejor que el anterior.

El estar lejos de casa y, sobretodo, lejos de mi hermana, me hacía sentir como si me encontrase encerrada en una pompa, protegida de todos mis pensamientos oscuros y tormentosos, aquellos que estaban completamente enfocados a la preocupación que sentía por mi hermana en prácticamente todo momento. Dicen que ojos que no ven, corazón que no siente, y yo estaba comprobando que ese dicho era totalmente verídico. Aún así, todos los días hablaba con mis padres, y con mi hermana también, informándome sobre todo e informándoles sobre todo al mismo tiempo. La situación en casa parecía estar bajo control por lo que opté por despejar mi mente tanto como pudiese; como Harry solía decirme, no era sano para mí el hecho de tomarme las cosas tan en serio.

Harry y yo nos habíamos hecho prácticamente inseparables y no había día que no nos viésemos. De hecho, habíamos adaptado una especie de rutina de lunes a viernes, y otra diferente para los fines de semana. Al salir del trabajo a las dos, Harry pasaba a recogerme a pie para irnos a almorzar a algún sitio; como él se negaba en rotundo a dejarme pagar, alegando que él trabajaba profesionalmente y yo no, por la noche él venía a mi casa a cenar, y así me sentía más realizada conmigo misma, sin dejar que él se gastase dinero en mí y yo no en él. Algunas, íbamos al gimnasio; él entrenaba boxeo y trabajaba con las máquinas, mientras que yo hacía aerobic.

Uno de los días, me dijo que el aerobic era una tontería y que eso podía hacerlo hasta un niño de cinco años. Para demostrarle que estaba equivocado, le piqué hasta conseguir que diese una clase conmigo: juro por Dios que esa tarde llegué a pensar que perdía a Harry por un ataque cardíaco. Jamás había visto a nadie respirar tan entrecortadamente en mi vida, así como tampoco pensaba que una persona pudiera llegar a sudar tanto. El chico quedó escarmentado y dejó de meterse conmigo; eso sí, no volvió a hacer aerobic de nuevo.

Tras la cena, solíamos tocar el piano, bueno, mejor dicho, yo solía tocarlo y Harry presionaba teclas prácticamente al azar a la par que yo, dando como resultado una melodía arrítmica que hacía que se me entrecerrasen los ojos como clara señal de disgusto. Aún así, me encantaban esos ratos con él.

Algunas noches veíamos películas — casi siempre de dibujos animados y preferentemente de Disney —, y otras, simplemente, charlábamos sobre todo lo que pasaba por nuestras mentes. Él me contaba cosas curiosas que alguna vez le habían pasado en su vida y yo le detallaba aspectos de la mía mientras él escuchaba con la atención propia de un alumno amante de los números en una clase de matemáticas — como podría ser mi caso. Solían darnos las tantas de la noche, por lo que también nos habíamos acostumbrado a dormir juntos, como si de íntimos amigos se tratase, sin ningún ápice de deseo o lujuria en nuestras intenciones.

Él me veía sólo como una amiga, y yo a él sólo como a un amigo. Eso era todo lo que queríamos, o al menos, eso pensaba yo.

—Son las doce y media, ¿por qué no está la comida en la mesa? — la voz de la señora Evans me sacó de mis pensamientos; su tono no mostraba enfado o reproche, sino que seguía siendo monótono e indiferente como siempre —. Siempre almuerzo a esa hora.

—No se preocupe; vaya tomando asiento, señora, enseguida se lo sirvo.

Habían transcurrido dos semanas desde que había comenzado a trabajar para la señora Evans y no se había producido ni un solo cambio sustancial; ella seguía con sus garabatos — a los que no me atrevía a echar un vistazo por miedo a su extraño y peculiar carácter — y yo seguía asegurándome de que ella pasase sus mañanas lo más tranquilamente posibles. Seguía siendo mujer de pocas palabras e inexpresivo rostro, apenas atreviéndose a enfocar sus ojos en los míos, pero ya respondía cuando mis palabras iban dirigidas hacia ella al menos en el noventa por ciento de los casos, lo cual era todo un progreso para mí.

Mi sueño, mi vida || Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora