CAPÍTULO - 47 (I)

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"Dios no puede estar en todas partes, por eso creó a los abuelos" — Anónimo.


—Harry, respira.

Rodeé su brazo con mis manos y tracé caricias tranquilizadoras sobre él, tratando de apaciguar los nervios que parecían querer consumirle en aquel momento.

—Estoy bien — murmuró con voz ahogada, preso del pánico, a la vez que su nuez delataba una y otra vez que estaba tragando saliva.

Yo también estaba un poco nerviosa, pero la seguridad había echado raíces en mi sistema, sabiendo que todo iba a salir bien. Era lógico que el chico desease con toda su alma causar una buena impresión desde el minuto uno, pero parecía no tener en cuenta todo lo que ya había hecho desde la distancia, y todo sin ni siquiera señalarse a sí mismo como el responsable de la buena salud mental de mi hermana, a pesar de que había sido él y sólo él el que había sido capaz de llevar la luz hasta su vida tras sufrir casi un año sumida en la más completa oscuridad. Además de todo eso, me hacía feliz a mí; me quería más de lo que nunca nadie había hecho, y me trataba como si fuese la reina de su mundo. Resolviendo esta situación mediante la lógica, analizando todos los hechos — e incluyendo su ya de por sí encantadora personalidad y atractivo físico —, ¿qué probabilidad había de que a mi familia no le gustase mi chico? ¡Ninguna!

—Parece como si fueras a desmayarte de un momento a otro — susurré, llamando de nuevo al timbre de mi casa en Madrid.

—Así es como me siento.

—Oh, nene...

Ladeé mi cabeza hacia él y subí mis manos hasta sus mejillas, acariciándolas con cariño. Me alcé sobre las puntas de mis pies y fui a dejar un beso en sus labios pero él se apartó rápidamente, echando su cuerpo hacia detrás y tomando mis manos entre las suyas, apartándolas de su cara.

—¿Pero qué haces? — susurró con un grito, mirando a los lados frenéticamente, como si estuviésemos haciendo algo prohibido —. A ver si van a estar tus padres por aquí.

Rodé los ojos y me crucé de brazos, riéndome ligeramente por la situación.

—¿Crees que han nacido ayer? Seguro que ya saben que dormimos juntos.

Su cabeza se giró hacia mí tan bruscamente que podía haberle dado tortícolis en aquel preciso instante.

—Dime que estás de coña.

Me encogí de hombros y le mostré una sonrisa falsa, batiendo mis pestañas exageradamente.

La puerta que nos enfrentaba se abrió repentinamente, haciendo que los dos prestásemos atención a la persona que apareció tras ella, o mejor dicho, las personas.

—¡¡Mi niña!!

Los próximos segundos fueron caóticos y se resumieron a gritos de bienvenida y a besos por toda la superficie de mi rostro por parte de mis padres, mi hermana y mis abuelos, a los que no esperaba allí. En uno de aquellos instantes pensé en que probablemente Harry se hallaría en el más intenso estado de terror y pánico, pero no pude hacer nada por librarme de los brazos que me rodeaban y amenazaban con dejarme sin respiración.

—¡Ay!, ¡este es el muchachito, Alfonso!

"Oh, no".

Estaba preparada para enfrentarme a mis padres, pero no a mis abuelos; creo que mi rostro adoptó el color ceniciento que había adquirido el de Harry, que parecía querer esconderse en el lugar más recóndito del planeta y no regresar jamás.

Mi sueño, mi vida || Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora