CAPÍTULO - 52 (IV)

198 10 79
                                    


—¡Cumpleaños feliz!, ¡cumpleaños feliz!, ¡te deseeeaaamooos tooodooos...cumpleaaaños feliiz!

Gruñí sobre mi almohada, abrazándome a ella y permaneciendo bocabajo sobre el colchón, encogiendo mis ojos aún cerrados ante la luz que comenzaba a colarse a través de mis párpados como consecuencia de la persiana siendo subida de forma súbita y violenta. Despertarme bajo la dudosa calidad de la entonación de aquella famosa canción por mis padres y mi hermana siempre había sido una tradición en la familia, y aunque gruñese al despertarme —en realidad siempre lo hacía, aunque me despertase por mí misma— me encantaba ver a los tres allí conmigo, siendo la familia feliz que siempre habíamos sido.

—¡Queli, Queli!, ¡vamos, despierta!

La voz aguda de mi hermana se coló por mis oídos y sentí cómo mi hombro se zarandeaba ante su toque.

—Raquel, hija, son las once de la mañana y aún en la cama... ¡que es tu cumpleaños! Harry lleva despierto desde las nueve.

Entreabrí mi ojo derecho, frunciendo el ceño mientras la imagen de mi madre inclinada sobre mí aparecía en mi campo de visión.

—¿Y cómo sabes eso? — pregunté con voz ronca.

—Vaya, por lo que veo lo único que te hace hablar por la mañana es Harry — dijo mi padre, divertido.

—Papáaa — me quejé, escondiendo el rostro bajo mi almohada hasta que me quedé sin oxígeno.

—Es que es verdad. Por las mañanas nunca hablas hasta que llevas al menos una hora despierta.

Aquello era completamente cierto, así que no pude objetar nada. Aún así, seguía teniendo curiosidad por lo que mi madre había dicho, pero ella fue rápida en resolver mi duda.

—Hemos estado hablando por WhatsApp.

—¿Qué? — pregunté, incrédula, levantado un poco la cabeza para dejarla caer inmediatamente después.

—Me ha preguntado si ya estabas despierta y le he estado contando cosas sobre cuando eras pequeña.

—Oh, no — resoplé, enterrando mi nariz en la almohada de nuevo.

Mi hermana estalló en risas y se tumbó encima de mí, aplastándome. Sin embargo, sonreí; sonreí porque hacía justo un año creía que mi hermana no volvería a ser jamás como era antes.

—¡Tienes los dos patitos! — exclamó sobre mi rostro. Le dirigí una mirada extrañada y procedió a explicarme —. Veintidós son dos doses; y el número dos se asimila a un patito.

Reí y procedí a desperezarme y a dejarme abrazar por mis padres; había echado muchísimo de menos sus abrazos mientras había estado en Inglaterra.

—Esta tarde vamos a organizar una merienda, y también vendrán Harry y su familia, ¿qué te parece? — preguntó papá.

—Genial — sonreí, pensando que después de muchos años tal vez podría volver a disfrutar del día de mi cumpleaños sin que la tristeza por el recuerdo de la prima y amiga que una vez perdí embargase mi mente.

Me acordaba de ella, por supuesto que aún lo hacía, y tampoco es que quisiera olvidar. Pero también sabía que ella no querría verme triste cada año en un día que sólo merecía alegría y felicidad, y aquel optimismo fue lo que me impulsó a salir de la cama y prepararme para el fantástico día que estaba por vivir.

***

Almorzamos en un bonito restaurante con vistas al mar, sólo mis padres, mi hermana y yo. Reí como nunca con las muecas infantiles y ocurrencias alocadas de la que era la chica a la que más quería en el mundo, con sus ondas oscuras adornando su rostro ya bronceado y sus dientes brillando como perlas cada vez que sonreía.

Mi sueño, mi vida || Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora