CAPÍTULO - 62 (II)

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Un fuerte pitido acusaba mi sentido de la audición, evitando que fuese capaz de orientarme manteniendo los ojos cerrados. Traté de abrirlos, pero me resultó imposible; era como si de repente cada párpado pesase una tonelada con el fin de mantenerse cerrados. La sensación de estar y a la vez no estar en ningún sitio en concreto era, más que desesperante, aterradora. Hacía frío, calor, y había oscuridad y luz; nada tenía sentido, pero en las pesadillas, nada solía tenerlo.

Mi cuerpo quería moverse, caerse, sentir algo que no fuese un completo aturdimiento físico; la sensación era parecida a cuando se me dormía un pie o una mano, solo que en este caso, afectaba a la totalidad de mi sistema. Fue por eso precisamente por lo que quise aplaudir cuando sentí un suave tacto sobre mis cabellos, desde sus inicios hasta el final de mis mechones.

"Harry", quise llamarle, pero mis cuerdas vocales ni siquiera se molestaron en obedecer las órdenes de mi cerebro débil y vulnerable.

—Estás bien, cariño.

Aquella voz difusa y completamente alterada por mi subconsciencia me sonó familiar y a la vez completamente desconocida. Fui incapaz de ubicarla por mucho que las tres palabras resonasen una y otra vez en mi cabeza, como un eco que rebota entre las paredes de una honda cueva.

No sé cuánto tiempo pasé así, intentando hacer algo distinto a respirar y mantenerme completamente inmóvil, pero me parecieron años o incluso siglos. Tenía sed, o apetito, no estaba segura, aunque no podría hacer nada hasta que mis miembros colaborasen para mover al menos una célula de mi sistema.

¿Por qué Harry no me despertaba? Él siempre estaba ahí cuando me encontraba mal. Pensar en él fue lo que poco a poco me dio fuerzas para continuar en mi lucha por abrir los ojos y enfrentarme al mundo, o mejor dicho, a nuestra habitación de Liverpool, que seguramente estaría a oscuras ambientada con la calidez de las estufas de gas. Necesitaba despertarme de una vez y abrazar al muchacho, para así no tener más pesadillas y poder dormir a gusto durante el resto de la noche. Tenía que trabajar al día siguiente, y no podía permitirme el no descansar.

Un traqueteo de un carrito sobre el suelo resonó en mis oídos, seguido de unas pisadas y de una voz que claramente no conocía. Fui entonces consciente de un tacto suave y cálido se apoyaba sobre mi mano, donde trazaba caricias irregulares y algo aceleradas. Dos voces se mezclaban a mi alrededor, a la que se unió una tercera, mucho más grave, me quiso parecer.

—...seria, señores. Y engañosa. Es muy fácil que se confíen ante la supuesta normalidad de determinados comportamientos, pero nunca nada es lo que parece con...

Un fuerte dolor de cabeza me sacudió de inmediato. Era como si las puertas del limbo en el que tanto mi mente como mi cuerpo se encontraban, se hubiesen abierto para dejarme caer de bruces contra la superficie de la Tierra.

Agudicé el oído, y comprendí que había muchas más voces a mi alrededor; no tan claras como las que estaban a mi lado, pero sin duda me encontraba en una habitación muy grande. Las suelas de los zapatos resonaban de un lado a otro, y pequeños pitidos constantes se colaron en mi cabeza, casi haciéndome perder el sentido de nuevo. No quería intentar abrir los ojos, ¿y si no me despertaba en mi habitación de Liverpool?, ¿y si estaba dentro de una pesadilla que se había hecho realidad?, ¿por qué Harry no venía a mi lado?

Un sollozo me sacó de entre mis pensamientos frenéticos, captando toda mi atención a lo que la voz de mujer decía.

—...no paraba de hablarnos de ellos todo el rato, pero jamás sospechamos que hubiese dejado de lado la medicación. Estudia en Madrid y vive allí. Sus amigos nos dijeron que todo iba bien con ella, ¿por qué íbamos a pensar lo contrario? Sólo queremos que sea feliz y que lleve una vida lo más normal posible.

Mi sueño, mi vida || Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora