CAPÍTULO - 38 (I)

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"Es mejor un diamante con un defecto que una piedra sin él" — Confucio.


Había echado de menos mi hogar. Su olor característico, constituido por una mezcla de la madera antigua que formaba los muebles junto la fragancia de flores con la que mi madre solía rociar la entrada y el vestíbulo, penetraba mis fosas nasales con más intensidad que nunca, haciéndome sentir de nuevo mimada y acogida entre las seguras paredes de nuestra pequeña casa unifamiliar.

Fui a visitar a mis abuelos, y también me di cuenta de que había extrañado sus abrazos suaves aunque fuertes, demostrándome que yo era probablemente la nieta a la que más afecto tenían.

"No te vayas tan lejos, hija. Quién sabe la clase de gente que hay por esos países extranjeros", me había dicho mi abuela Valentina con su tono enfurruñado y preocupado de siempre. "Tú quédate por aquí cerca conmigo para que pueda alimentarte bien, que te vas a quedar en los huesos".

Supongo que no importaba si cogía peso o no; para mi abuela Valentina siempre iba a estar demasiado delgada, a pesar de que la relación entre mi peso y altura se encontrase dentro de los límites saludables.

"¿Y qué? ¿Has encontrado algún muchachito por ahí? ¡Dame algún biznieto, hija! Eso sí, te tienes que casar antes, que está muy feo eso de tener niños sin que Dios haya dado la aprobación de vuestra unión", me dijo mi siempre habladora y tradicional abuela Mercedes, viuda desde que yo tenía uso de razón. Había perdido la cuenta de las veces que me había preguntado a lo largo de estos últimos años si había por ahí algún chico que me gustase o no, con el fin de gritar a los cuatro vientos que su nieta Raquel ya tenía novio. Si hubiese sabido que había dormido — literalmente — con un chico casi todos los días que había estado fuera, le hubiera dado un infarto.

"Tú no hagas caso a estas viejas. ¿Lo has pasado bien, no? Pues eso es lo importante". Mi abuelo Alfonso, esposo de la abuela Valentina, probablemente fuese el hombre más sensato y tranquilo sobre la faz de la Tierra, era por eso por lo que le quería con locura.

Pero supongo que quería a mis abuelos más que a nada, me daba igual sus formas tradicionales de pensar  o el hecho de que sus ideas fuesen demasiado anticuadas; eran esos segundos padres que nunca te regañaban y a los que se le caían la baba cuando veían a sus nietos sonreír.

A pesar de llevar ya casi una semana y media aquí en Madrid, mis padres continuaban con su constante interrogatorio sobre mi estancia en Inglaterra. A estas alturas, sabían más sobre mis vacaciones en Manchester que yo misma. Me extendí tanto como pude cuando les hablé sobre el curioso caso de la señora Evans, la mujer cuyo mundo se centraba única y exclusivamente en desentrañar el misterio que envolvía a los números primos. Sin embargo, lo que más me sorprendió de todo es que sus caras se suavizaban cuando me oían hablar sobre Harry, mostrando un atisbo de emoción en sus ojos que no había logrado ver antes. ¿Se habrían dado cuenta ya de que Harry no era el chico famoso sobre el que la prensa solía hablar? Conocía a mis padres, y eso era algo improbable. Definitivamente ellos sabían algo que no habían querido contarme.

Mi hermana no vomitó después de comer ninguna vez durante los días que estuve allí en casa. La cantidad de comida que ingería seguía siendo minúscula — tenía muy claro que una enfermedad así no se curaba de un día para otro — pero al menos la mantenía en su estómago, y lo que era más importante, había vuelto a sonreír, a salir con sus amistades de siempre y a tener una relación espontánea y apacible con mis padres, sumiendo a nuestra pequeña familia en un estado de calma y alivio que había estado ausente durante casi el último año.

"Carlos ya no sale con nosotros, y me alegro de que así sea", me comentó mi hermana cuando le pregunté por el chico al que no dudaría en descuartizar con mis propias manos. Sus palabras lograron que mis tormentos y pesadillas quedasen completamente destruidos y eliminados de mi mente, viéndose remplazados por el sentimiento de la esperanza.

Mi sueño, mi vida || Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora