CAPÍTULO - 1

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"Jamás pensé que alguien a quien no conozco podría ser tan importante en mi vida.

Nunca llegué a imaginarme que mi obsesión por él durante los primeros meses que supe que existía llegaría a convertirse en algo mucho más intenso.

Porque le amo, y eso es algo de lo que estoy completamente segura.

Pueden llamarme infantil, obsesiva, achacarme problemas de cordura pero me da exactamente igual. Sé lo que siento. Y también sé que es real.

A veces me asusta, sí, no voy a decir lo contrario. Soy lo suficiente mayor y lo bastante madura como para saber que el noventa y nueve por ciento de las personas de mi edad, e incluso más jóvenes, son incapaces de sentir lo que yo siento y que más de uno trataría mi caso con ayuda de un psicólogo. Es por eso por lo que trato de mantener en secreto tanto como puedo este amor tan intenso que siento hacia él.

Cuando alguna vez ha salido el tema de su persona, mi instinto es reaccionar de forma algo brusca y repentina. Si hablan bien de él, apenas siento una punzada de celos al percatarme de que no soy la única que tiene sentimientos hacia él, pero sin duda preferiría mil punzadas como esta antes que sentirme como lo hago cuando le atacan. Y con atacar me refiero simplemente a insultos del tipo "es feo" o "es marica", o a decir cosas como "es estúpido", "seguro que se droga" o "a ese no le importa nadie ni nada más que él".

Duele. No sé dónde duele, pero lo hace. Simplemente no puedo soportarlo.

Es cuando intento defenderle cuando me percato de que me vuelvo vulnerable a medida que mis palabras salen de entre mis labios, mientras trato de reprimir las lágrimas que amenazan con salir de un momento a otro y dejarme en evidencia delante de rostros que reprimen la risa al ver cómo me frustro o simplemente disfrutan del estúpido hecho de que esté colada hasta los huesos por alguien a quien no conozco, que no sabe de mi existencia y que probablemente nunca lo sabrá.

El problema no son los que se ríen, si no yo. Yo soy la que se lo toma a pecho; yo soy la que no debería estar enamorada de él; yo soy la que no debería defender con mi vida a alguien a quien ni siquiera conozco.

Pero es así; es algo que me pasa todas las veces y, lo peor, es que no parece parar en ningún momento.

Cada día pienso más en él. Siento la necesidad de protegerle siempre, de hacerle ver a los demás como yo le veo.

Sé que parece estúpido decir que realmente sé quién es y alegar que es una buena persona; una de las mejores personas que vive en ese mundo superficial y engañoso de la fama. Y lo sé porque le he seguido durante dos años; he visto todas sus entrevistas, todas sus fotos, todos esos vídeos de paparazzi que nunca deberían haber sido grabados y en los que, mientras que otras celebridades muestran lo peor de sí mismos en ellos, él simplemente sigue siendo él, tratando a esos periodistas con respeto y mostrándoles buena cara a pesar de que algunas veces no lo merezcan.

A veces, odio que sea tan caballeroso, aunque en el fondo, sé que me encanta así.

Me daría igual que de repente perdiese todo el dinero que tiene y fuese pobre, le amaría igual. El dinero es lo de menos.

Él es lo único que me importa.

No te imaginas la expresión boba que hace posesión de mi rostro cuando enseñas tu preciosa sonrisa; yo no me la he visto, pero me lo han dicho varias veces. Probablemente lo que más me gusta de ella — de tu sonrisa —, es que me permite ver esos hoyuelos que hacen que quiera depositar un beso en cada uno de ellos.

Sin embargo, no voy a negar que me encantas cuando estás serio o concentrado; se te frunce un poco el ceño entre tus cejas y estás increíblemente guapo.

Mi sueño, mi vida || Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora