CAPÍTULO - 35 (II)

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"Sólo hay una cosa peor que se te muera un hijo: que se te quiera morir" - película Mar adentro.


Cuando me desperté temprano para ir a trabajar me sorprendió ver que Harry ya no estaba en la cama; normalmente solía dejarle durmiendo y ya él después se iba algo más tarde. También encontré extraño el hecho de que el agradable olor de Harry estuviese tan presente en mi parte de las sábanas a pesar de que el muchacho siempre respetase mi espacio.

Tumbada bocabajo - como siempre dormía - extendí mi mano derecha para encender mi lamparita de noche, aunque me desorienté cuando comprobé que todo lo que podía alcanzar era la superficie del colchón, como si este fuese mucho más grande de lo que en realidad era. Confundida, abrí los ojos a regañadientes y me incorporé, girándome sobre mi costado hacia la derecha y ahogué un grito al ver que casi me caigo de la cama, ¿desde cuándo se había abierto un abismo en medio del colchón?

Con el corazón en la garganta, y gracias a la escasa luz que se colaba por la rendija de la puerta entornada, me percaté de que había estado durmiendo sobre la parte de la cama donde Harry solía hacerlo, en el lado derecho, y no en el izquierdo, donde siempre dormía yo.

"Por supuesto que las sábanas huelen a él, idiota; estás durmiendo en su lado del colchón".

La incomodidad me embargó al pensar en el posible hecho de que Harry se hubiese levantado antes porque había estado invadiendo su espacio personal mientras dormía, molestándole de alguna forma. Esto hizo que mi cuerpo se congelase en el lugar con el bochorno consumiéndome por dentro.

"O también puede ser que te hayas movido hacia su parte de la cama una vez se hubo levantado, no seas tan pesimista".

De todas formas, ¿dónde estaba? ¿Habría tenido que irse?

Abrí ventana de la habitación, dejando que la luz y el fresco aire mañanero inundase la estancia, y me dirigí hacia pasillo aún con mi pijama puesto, con el fin de ir al baño. Una vez fuera, distinguí el delicioso olor del desayuno, y una sonrisa se abrió paso entre mis labios al saber que Harry estaba ahí abajo, en la cocina. Este hecho se confirmó cuando oí una maldición por su parte y el sonido de la cerámica de una taza impactar ligeramente contra la encimera de mármol; seguramente se habría quemado por dejarlo mucho tiempo en el microondas.

"Bebé".

Después de haberme aseado y vestido bajé hasta la cocina con una sonrisa plasmada en mi rostro. Haberme sincerado con Harry el día de ayer había tenido un efecto tranquilizador sobre mí y ahora veía las cosas de un modo menos pesimista; tener el apoyo de Harry en una situación como esta iba a ser fundamental para que mis pensamientos navegasen en un mal de calma y serenidad.

-Buenos días - me saludó Harry, con una sonrisa amplia pintada en su rostro.

Llevaba puestos unos vaqueros y una camiseta de color rojo oscuro que había dejado en uno de los cajones de mi armario para cuando pasase la noche aquí. Pensé que ese color hacía lucir sus ojos más brillantes de lo habitual. El muchacho se hallaba removiendo una taza de café sobre la encimera y me fijé que la mesita de la cocina estaba preparada para el desayuno.

-Buenos días - le sonreí, colocándome a su lado.

Inclinó su cabeza rápidamente y, sin ni siquiera darme tiempo a prever su acción, depositó un beso en mi sien, para después seguir con su tarea de darle la vuelta a las tostadas como si nada. Por su rostro, deduje que no se había dado cuenta de que mi cuerpo se había sumido en un estado de tensión y nerviosismo. Tragué saliva suavemente con el fin de disimular un poco.

Mi sueño, mi vida || Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora