CAPÍTULO - 38 (III)

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"Ama, y sólo entonces tu mente permanecerá en silencio ante tus acciones" — RedRose.


[Os recomiendo que reproduzcáis la canción que os he dejado en multimedia :)]

Había perdido la batalla contra el sentimiento en cuyas garras me prometí no caer jamás. A menudo, las personas ensalzan el amor como si se tratase de algo divino de lo que solo aquellos más afortunados pueden disfrutar alguna vez a lo largo de su vida; como algo que logra que el corazón revolotee y que ciertas ya conocidas mariposas batan sus alas en el espacio cerrado del estómago; como algo que, en definitiva, eleva el alma hasta el punto más alto y la alimenta de paz, de tranquilidad y de sosiego. Sin embargo, el corazón carece de alas, y ese revoloteo simplemente es asociado a la frecuencia de su latido, que suele verse incrementada cuando aparece ante nuestros ojos la persona a la que amamos; además, es imposible que las mariposas sean capaces de volar dentro de nuestro cuerpo, ya que es un hábitat en el que morirían prácticamente al instante; y, por supuesto, si nuestra alma o cualquier parte de nosotros ascendiese hasta las alturas, moriría asfixiada debido a la falta de oxígeno en el aire.

Es por todas las razones anteriores por las que me pregunto: ¿cómo es posible que alguien tan extremadamente objetiva y calculadora como yo haya sido capaz de desarrollar semejante sentimiento en mi interior? ¿De dónde ha salido ese amor incondicional que siento hacia el chico que se ha convertido en mi mejor amigo, el mismo al que adoré e idolatré tiempo atrás?

Me había enamorado de Harry Styles.

No sabía cómo ni cuándo había ocurrido pero era incapaz de seguir negando el hecho de que le quería más que a mi propia vida.

"Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear", es la definición de "amor" que aporta la Real Academia Española, y estaba completamente segura de que aquello que pululaba en mi interior se asemejaba a esa descripción con fidelidad.

"Pero tú no eres lo suficientemente buena. No mereces a alguien como él".

Observé cómo el sol terminaba de esconderse tras el gran océano y apoyé mis codos sobre la barandilla del puente, tratando de mantener todas y cada una de mis emociones a raya.

Harry nunca debía saber nada sobre aquello; el chico no podía percatarse de que sentía ese algo tan intenso por él. Me daba igual si tenía que convivir acompañada del sentimiento de angustia e impotencia a lo largo de mi vida si él iba a ser feliz con alguien que realmente mereciese ser su compañera. Le hice una promesa a Clare, a aquella chica que nunca llegué a conocer pero que me eligió a mí de entre tantas personas para que cuidase del chico de rizos castaños, y estaba determinada a cumplirla: si yo no era buena para él, tarde o temprano tendría que apartarme de su camino; seguiría cuidándole, pero desde una distancia algo más prudente.

Entonces, una conocida voz rasgó el silencio que envolvía a la playa en forma de grito desgarrado, haciendo que el suave sonido de las olas quedase en un segundo plano.

—¡Raquel! ¡Raquel, tienes que venir, por favor!

Gemma se hallaba de pie al comienzo del puente, con sus manos convertidas en puños a cada lado de sus costados, y su rostro empapado de lágrimas.

Mi corazón experimentó una violenta sacudida ante aquella estampa y podría jurar aún sin poder ver mi cara que ésta había perdido todo el color de un instante a otro. Mi cerebro no fue lo suficientemente rápido para devolver a mi garganta la capacidad de emitir palabras, pero ordenó de forma inmediata a mis piernas que empezasen a correr a grandes zancadas hasta donde se encontraba la chica de cabellos lisos que parecía haber presenciado la muerte en persona.

Mi sueño, mi vida || Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora