CAPÍTULO - 55 (II)

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Mi pie golpeaba impacientemente el suelo de parquet de la habitación de Harry, logrando que el suave aunque constante toc-toc-toc resonase por toda la estancia. Aquel ruido me parecía molesto y me enervaba hasta límites en los que sólo podía liberar tensión mediante gruñidos incoherentes, sin embargo, el zapato parecía ser el que llevaba el control del movimiento. Era consciente de que si apretaba sólo un poco más mis dedos sobre el respaldar acolchado de la silla sobre la que se hallaba sentado el muchacho, estos provocarían un enorme agujero en la tela azul marino pero, de nuevo, mi cerebro no parecía ejercer ningún tipo de gobierno sobre mis tensas extremidades. La creciente irregularidad de mi respiración con cada segundo que transcurría era claramente debida a los torpes dedos que tecleaban con exquisita delicadeza y lentitud las teclas del ordenador. A pesar de sus dos fallos consecutivos a la hora de introducir la clave, sus manos continuaban actuando con la misma calma de siempre mientras su cabeza giraba a una velocidad rotacional inferior a una hora por segundo para echar un vistazo al trozo de papel que contenía los datos que le permitirían acceder al portal virtual de la Universidad de Cambridge.

No pude contenerme ni un segundo más cuando le observé borrar parte de la contraseña que había tecleado, volviendo a dejar el recuadro completamente en blanco.

—Harry de mi vida, déjame a mí porque estoy empezando a sufrir convulsiones internas — mascullé entre dientes, colocándome de pie a su lado.

—Que no, Ray, que ya casi lo tengo.

—Llevas así media hora, ¿tan difícil es escribir bien una clave?

Su ceño fruncido hasta extremos perturbadores relucía con la luz artificial de la pantalla de su ordenador portátil sobre el escritorio de su habitación.

—Me estás poniendo nervioso — dijo con tono tenso.

—¡Pues no se nota! Si lo estuvieses, esos dedos teclearían más rápido la dichosa clave — me exalté.

—¡Cállate!

Sus dedos volvieron a escribir el usuario y la contraseña, seguidos de un "intro" tal vez demasiado brusco. Entonces, la pantalla se tornó blanca e hizo que me tragase la respuesta que tenía preparada para contrarrestar su palabra imperativa. El corazón me repiqueteó con fuerza en el pecho mientras el silencio se cernía sobre nosotros y nuestros ojos fijos en la pantalla aún exenta de información. De repente, una página con el logo de la Universidad de Cambridge que tantas veces había observado durante el último curso quedó completamente cargada y nos mostró aquel magnífico recuadro cuyo contenido tanto habíamos ansiado conocer desde que Harry finalizó sus exámenes de ingreso.

No fui capaz de leer más allá del "enhorabuena" que encabezaba el mensaje porque mi propio grito de alegría confundió mis neuronas e incitó a mis brazos a rodear el cuello del muchacho —tal vez con demasiada intensidad. Empecé a dar saltitos nerviosos y me separé de él brevemente para apretujar sus mejillas con mis manos, observando el cuerpo estático de Harry —aún en shock— justo antes de volver a lanzarme a su cuello, inclinándome al ver que él no se levantaba de la silla.

—¡Harry, lo has conseguido! — dije con una voz excesivamente aguda a causa de la emoción.

Dejé tres besos seguidos en el lateral de su cuello y continué abrazándole con fuerza.

—Ray.

Su voz sonó prácticamente en un susurro pero me separé levemente de él para poder mirarle a los ojos. Acogí su rostro y le dirigí una mirada repleta de felicidad. El verde rodeaba sus pupilas dejaba entrever una mezcla de nervios, tensión y emoción claramente contenida.

Mi sueño, mi vida || Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora