XII.
"Yo la observaba en silencio, / un silencio consciente, / pues ella era una de esas mujeres / que te hacen sentirte derrotado antes de intentarlo-, / como si tratara de vencerla sin palabras, / como si esa fuera la única forma. / Iluso."– Maldita Zorra.
Gracias a Dios, mamá no estaba en casa. Lo primero que hice al entrar al baño, fue ir a un espejo. Los golpes no se veían tan mal como se sentían, pero estaba seguro que conforme avanzaran los días, el aspecto empeoraría.
─¿Alguien en casa?
Se escuchó una voz grave desde la sala. Me eché un poco de agua en el rostro, pero la verdad, no había nada que pudiera hacer para ocultar esta situación.
─Sólo yo, papá.
Fui a saludarlo con un beso y un abrazo. Él siguió de largo hasta su cuarto y luego empezó a hablar.
─¿Vas a esperar a que te pregunte o vas a empezar a hablar? Te recomiendo lo segundo.
Me acerqué hasta el cuarto de mis padres. Me sentía como un niño intentando comportarse como hombrecito, y me iba bastante mal. Ir por consejo hasta donde mi padre, me mostraba que me estaba extralimitando.
─Fue... un amigo que se enfadó conmigo.
─¿La muchacha de las garras?
Su voz era gruesa y muy seria, pero se me estaba burlando. Agaché la mirada y pasé mis manos por mi rostro, de abajo y hacia arriba.
─Supongo que mamá le contó.
─Si te pregunta, te di un sermón de padre y Dios nuestro.
Adoraba a mi padre. A pesar de todo, siempre me malcriaba y se ponía de mi lado. Sospeché que podía contarle lo que estaba sucediendo, y que podría ayudarme. No lo creía tan malvado como para ilusionarme y luego ir a delatarme con mi madre.
Aunque suena como algo que yo haría...
─Entendido. Bueno, para no hacerle el cuento largo, me metí con la mujer que un amigo pretendía. Pero él se demoró demasiado, y además ella se me lanzó a mí, y...
─Tú sólo respondiste como hombre.
─Mi amigo no lo ve así.
─Es un perdedor, entonces. No te preocupes por él, hijo. Preocúpate por mí. ¿Cómo es eso que un García se deja apalear a golpes? Pensaba devolverte tu mesada, pero con esto...
─¡Papá!, no sea así. Él me tomó por sorpresa, además es más grande que yo y...
─El tamaño no es un impedimento, menos para los nuestros.
─Es mi amigo, tampoco quería que las cosas empeoraran.
─¿Qué planeas decirle a tu mamá?
─La verdad, no tengo idea. Planeaba decirle que me robaron, pero... me sentiré terrible y tampoco es como que me fuera a creer.
─Agarra mi celular y ponle tu chip. De todas formas planeaba comprarme uno nuevo en estos días. Deshazte del tuyo y procura que tu madre no se dé cuenta, porque la cabeza que rodaría sería la mía y se acabarían mis obras de beneficencia contigo. Para bien.
─¿Haría eso por mí, papá?
─Digamos que has hecho las cosas bien, bueno, al menos lo hacías hasta que dejaste partirte la cara. Que no se vuelva a repetir, Julián Esteban.
─¡Muchas gracias!
No podía creer que mi padre estuviera haciendo eso por mí. No sabía si era una bendición, una suerte o una condena. Ya que sólo conseguía alentarme a seguir sintiéndome imparable. Era probable que lo hiciera porque se veía reflejado en mí, en sus mejores años. Según las historias que comentaban los tíos en las borracheras, papá era de los hombres que tenía cinco novias, las hacía felices a todas y nadie nunca se enteraba. Aun cuando empezaba la vida con mamá, contaban que se iba todos los viernes y regresaba al lunes siguiente con una sonrisa en los labios y mimos y detalles. Pero como acababa de sacarme en cara, nunca había buenas segundas partes. Yo definitivamente no le calzaba el apellido.
Probablemente eso me tenía de mal humor. Eso y toda la mierda que tenía mi vida esos momentos.
Papá conto mejor la historia del robo por mí. Fui víctima del hampa saliendo de la universidad, cuando debí ir al lugar más alejado y peligroso del centro de la ciudad por unas copias, las más baratas que pude conseguir, debido a mi falta de dinero. Me golpearon dos maleantes, hasta que finalmente cedí mi celular y me dejaron en paz. Corrí hasta el primer bus que paró a mi señal y regresé a casa. Cuando él llegó, me encontró tembloroso y asustado. Fue cuando hicimos las llamadas para recuperar mi línea telefónica y él me cedió su teléfono.
─Y ni creas que vas a retar al Julián. Ya bastante tuvo con su día.
Yo no podía levantar la mirada. Una cosa que me dolía más que nada en este mundo, era mentirle tan descaradamente a mamá. Pero era lo que tenía que hacer para salir de ese inconveniente, y recuperar mi libertad económica. Para cuando terminó la noche, mi castigo había sido revocado.
Lamentablemente el Monte Carlo lo devolvían el sábado por la mañana, porque entonces mi restitución estaría completa.
En el tiempo que se resolvió ese problema y estrené celular nuevo, tenía varios mensajes en mi buzón.
Uno de ellos era de Paulina, que necesitaba hablar conmigo lo más pronto posible, y en persona. Otro era de Alba, preguntando por mi situación. Pude decirle que como siempre, algo salió y arregló mi vida. Ya le contaría la alcahuetería de mi padre luego. El último mensaje era de Diego, algo que en verdad me tomó por sorpresa. En él se disculpaba por su actitud y por perder los estribos. Que esperaba en verdad que pudiera perdonarlo.
Considerando todas las cosas que habían pasado, en verdad yo había salido ganando. A pesar de que convencí a todo el mundo que fue espontáneo, premeditado o no, lo que yo había hecho estaba tremendamente mal. La amistad siempre es más importante que cualquier cosa que pudiera ofrecerme una mujer y Diego hasta ahora, se había portado muy bien conmigo. Intentaba buscarme mujeres, me apoyaba con lo de Alba y siempre me daba el mejor consejo que tenía a la mano.
La nostalgia se apoderó de mí como una opresión insoportable en mi pecho, cuando me golpeó que en verdad nunca apreciaba las cosas buenas que tenía en mi vida y que siempre terminaba arruinándolo todo. Que lo hacía como si fuera un deporte para mí y fuera el campeón de mi rama.
No hay problema, socio. Cada día trae su propio afán.
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Otra forma de musas imperfectas (TERMINADA)
RomanceEsto no es sobre ella. Ni siquiera es sobre mí. Creo que es sobre las partes incompletas, las cosas que no se encuentran, la poesía y musas imperfectas.