Lo que Ella es.

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“Tenían razón. No se veía bonita, se veía como arte. Y el arte no tiene que verse bonito, tiene que hacerte sentir algo.” - Eleanor & Park.

Estaba loca. Y lo supe desde el momento en que la vi.

No era tan guapa, ni tan amigable, ni tan buena. Joder, ni siquiera era tan graciosa. Tenía ese humor negro, sarcástico y ofensivo. Uno que no a todos se le hacía sencillo entender, y que no hacía reír casi a nadie. Era absolutamente cruel con sus enemigos. A veces hablaba mal de sus amigos, pero nada tan grave. Era odiosa con los desconocidos y le costaba tremendamente confiar. No tenía el cabello de las supermodelos. Era más bien castaño oscuro y rizado y le llegaba a la altura de media espalda, pero ojo que tampoco era así perfecto como se imaginan. Yo no sé mucho de esas cosas, pero su cabello se veía apenas más bonito cuando no se lo lavaba, era como los remiendos del día anterior, con las ondas más definidas, o lo que fuera. Se veía un poco más bonita. Luego se volvía indomable y poco atractivo, pero ella manejaba la forma de usarlo a su favor. Sus ojos eran grandes y llenos de emoción. Tenía pestañas cortas y cejas finas, pero esos ojos brillaban de alegría o con lágrimas. Siempre te transmitían algo y te conmovían. Eran marrones oscuros, pero a veces la luz le daba en el ángulo correcto y entonces eran preciosos. Creo que por eso le encantaban los días soleados para enamorar al mundo, los días lluviosos se los reservaba para ella. Su nariz era la peor parte de su rostro, pero era bonita a veces, así como ella. Era de orejas pequeñas, y eran adorables. Se apreciaban cuando se recogía el cabello en una coleta. Su boca era un corazón perfecto, el complemento más apropiado para su anatomía. Eran de un color rosado bastante peculiar, y casi siempre se veían mejor sin labial. Quisiera poder decir que conozco sus pechos, pero no tuve el honor. Sin embargo a veces me imagino que son redondos, aunque pequeños para mi gusto, y con un pezón sensible, rosado y delicioso. Espero no parecer un morboso de mal gusto. Es que necesito que me entiendan. Estaba algo pasada de peso, pero sabía aprovechar sus curvas. Su trasero era grande, cabría en mis manos extendidas, estoy seguro. Sus piernas eran largas y sus pies blancos. Era bonita a veces, por donde se la viese.

Estaba bastante loca. Entendía las cosas en dos y tres sentidos. Se reía de las vulgaridades y hablaba siempre con groserías (groserías que omitiré para no hacer de este relato algo innecesariamente escandaloso). No era de sorprenderse que fuera “el mejor amigo” de todos los chicos. Pero han de sorprenderse la forma en que se desenvolvió en nuestra relación de amistad, y la forma en que me despertó.

No conozco las razones por las que ella es como es. Nunca me pareció importante. Y estoy seguro de que si me las contó, no las recuerdo. Lo que es realmente importante es la forma en que pude vivir su presente y la forma en que se ancló en mi vida de una manera tan sutil, casi como si lo hubiera planeado.

Era el ser humano más apegado a la definición que yo había llegado a conocer. Y lo supe cuando la vi.

Y justo antes de pensar en todo esto fue el momento en que me di cuenta que me había vuelto loco. Tanto como ella. Por fijarme en ella. Así como ella.

Otra forma de musas imperfectas (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora