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Diego conoció a la mujer con la que quería casarse cuando tenía apenas quince años. A pesar de que sabía que el amor no era más que una ilusión poco duradera, se entregó a Diana como si las horas doblaran sus minutos y los instantes de la vida fueran eternos.

Los padres de Diego eran separados hace diez años, pero su padre tenía ya otra familia desde hace quince. Así que Diego vivió el infierno de un hogar disfuncional desde que podía recordarlo. Si algo era peor que un padre que abandona, era un padre que nunca terminaba de irse. O al menos es era lo que Diego decía.

Así que mientras Diego tenía planeado los siguientes años con su adorada Diana, se divertía ocasionalmente con Selena, Gabriela, Tania o Andrea. Diana no tardó en enterarse, pero tampoco tardó en perdonarlo.

Algo que todos vamos aprendiendo a medida que pasan los años es que el tiempo sólo logra volvernos más hijo de puta a cada uno. En esa transición en la que Diego y Diana se gradúan y son los eternos amantes de colegio a pesar de que han tomado destinos distintos, la experiencia de vida de esos que tienen más trayectoria se estrella en la realidad de Diana. Alguien le abre los ojos y empieza a hacerle notar que no tiene por qué soportar la mierda de su novio, quien en esos momentos se pasa de lo lindo por las sábanas de todas las estudiantes nuevas de medicina de la ciudad. La ira ciega todo ese amor de tantos años y la empuja a cometer el error más común de una chica con el corazón roto.

Es la trampa más sencilla y que yo mismo aprendí cuando apenas empezaba a explorar el mundo de las mujeres. Yo, más que nadie sabe lo fácil que es envolver a estas chicas y tenerlas a mis pies en un abrir y cerrar de ojos. E imagino lo terrible que debe de ser estar del otro lado de la moneda.

Cuando Diego se entera de que Diana le es infiel, casi se vuelve loco. Se hacen rutinarias las visitas a su universidad rogándole por su perdón, componiendo canciones y llorando en bares. Llamadas interminables y noches de insomnio y todo el coctel de las rupturas. Diana tiene el poder y hace buen uso del mismo, porque bueno, hasta el corazón de la chica más dulce se vuelve cruel en las manos correctas.

Yo nunca, por supuesto, habría sacrificado mi integridad y mi orgullo por una mujer. Cuando algo llega a su fin inevitable, llega. Me parece absurdo darle más vueltas.

Así que Diego finalmente se aburre de tanta desilusión y decide retirarse con la poca frente en alto que le quedaba. Y regresa a las andadas como un hombre libre y las mujeres no tardan en caer en sus redes. Sin embargo, evita a las “Diana”, porque ese nombre aún le da la sensación de que le estuvieran perforando el pecho.

Pasa el tiempo y Diego pierde todas las materias de ese año, porque no era para menos. Los problemas de su casa y de su vida personal lo vuelven cada día más amargo, menos ilusionado y menos responsable.

Así que cuando Cristina llega a su vida, lo que conoce de Diego es un trapo rasgado y sucio. Pero de todas formas se enamora y se entrega a él completamente, como si nunca la hubieran lastimado antes, como si valiera la pena lo que estaba sucediendo entre ellos.

Y ya saben cómo son las mujeres y por mujeres me refiero a Diana, que se aburre de ser un fantasma sin rostro y decide regresar cuando se entera que Diego ha vuelto a tener una relación seria desde aquel fatídico fracaso que ya tenía poco más de un año.

Regresa aún con vestigios de ese amor, con la fuerza de dos amantes jóvenes e inocentes. Y cuando Diego se arma de valor para dejar todo y a todos atrás, como en una novela, se presenta la última y más dolorosa prueba. Un obstáculo para el que ya todos están muy cansados y desilusionados para enfrentar.

Una prueba de embarazo positiva.

─Yo quiero ser madre, Diego.

Diego sofocó en su interior la única parte de él que anhelaba aún con ser verdaderamente feliz.

Otra forma de musas imperfectas (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora