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Mis estados de ánimo fluctuaban más frecuentemente de lo que yo esperaba. De repente estaba a gusto conversando de lo más entretenido con Diego y luego me volvía hostil y amargado. Nada tenía que hacer que aquello coincidiera justo con la llegada de Alba o cuando estuviera cerca de ella.
─¿Se enteró de la última, socio?
─Si apenas te enteraste tú, tenlo por seguro que estoy a unas tres semanas de hacerlo.
─¿Aún no te arreglas con Alba?
Quería decirle que si tenía que ver con ella, que no estaba interesado, pero escogí mejor mis palabras.
─Claro, ya estamos bien.
─Pero ya no se llevan como hermanitos, como lo hacían hace dos semanas. Te dije que eso de estar de ñañito/confidente con alguien, siempre acaba mal.
─Uno aprende de sus errores.
─Bueno, el asunto es que hace un par de semanas, casi antes de los exámenes, hubo un incendio en casa de Sergio. El pendejo ese que es amigo de Alba.
─Sí sé quién es. No me jodas. ¿Hubo alguna pérdida significativa?
─Afortunadamente, no. Pero se quemó todo lo que estaba en su habitación, porque fue el lugar donde se dio el cortocircuito.
─Es una pena.
─Así es. Se le perdió toda la ropa, los libros originales de medicina, electrodomésticos, la tableta, la laptop. Para cuando apagaron el incendio, era demasiado tarde como para rescatar algo.
─Qué lamentable, debe ser terrible para Sergio.
─Lo es, y es todo de lo que Alba ha hablado en este tiempo. Y no se quedó con los brazos cruzados. Reunió a todos los amigos y recolectó dinero, ropa, y todo lo que pudieran donar para llevarlo hasta el pueblo de este chico. Aparentemente la mamá estaba alegrísima por ver el buen corazón de la chica de ojos grandes que se tomó tantas molestias.
─Suena como algo que haría Alba.
─¿Crees que aún tenga sentimientos por Sergio?
─Ella dice que no, pero es claro que está mintiendo.
─Siento que te incomoda hablar del tema.
─Eres tan perceptivo a veces...
─Si no querías que te comentara nada, podías decirlo.
─No ibas a detenerte e ibas a comenzar a preguntar que cuándo aceptaré que me muero por ella, cosa que hará que me amargue más. El mensaje es, no tenía escapatoria de tus tonterías.
─¿Qué te pasó en Santana? Estás irreconocible.
─Me hice chequeos médicos de rutina y mi salud no va bien. Quiero olvidarme de lo de Alba, pero no me lo haces fácil. ¿Está bien si sólo hablamos de mujeres, video juegos y casos clínicos?
Sonaba como una señora de mediana edad, y lo sabía. Pero quería sentirme mejor y estaba fracasando rotundamente. No podía sacarme de la cabeza lo mucho que había decepcionado a Raquel, a mi hermana, a la misma Alba. Regresar de Santana se me había hecho un infierno.
─¿Qué tienes?
Al menos me había creído la mentira.
─Presión alta a mis veinte. Intolerancia al ejercicio y perfil metabólico de un hombre de cuarenta años. Si me preguntas, quiero tener una experiencia de vida de unos setenta años y a este paso, parece que no llegaré ni a la mitad.
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Otra forma de musas imperfectas (TERMINADA)
RomanceEsto no es sobre ella. Ni siquiera es sobre mí. Creo que es sobre las partes incompletas, las cosas que no se encuentran, la poesía y musas imperfectas.