XVIII.
"Vuelve esta pena que no es pena / sino pequeñas motas de nostalgia / en un cielo despejado -nadie sabe explicar con la palabra en el pecho qué es la lluvia-." –Excusa.
─No puedo decirte lo que en verdad pienso porque según tú, las palabras que digo tienen un impacto en la gente, y no quiero que te enfades conmigo.
─Es que ya empezaste, y ahora tienes que terminar. Tampoco puedes ir por la vida espantándome a cuanta mujer conozcas porque crees que eres la única que existe en la vida para mí. Habíamos quedado en que ibas a dejar las escenas de celos para bien.
─¡Fue sólo un comentario!
─No soy ningún estúpido y tengo tres neuronas como para leer tus intenciones.
Lo que había pasado era que estábamos conversando con una vieja amiga mía –y por vieja amiga, me refería a que la había visto desnuda y habíamos hecho cosas–, y empezó a destapar todas esas cosas que en verdad nadie debía saber, pero que se las había contado por idiota. Citándola, muy bien recuerdo haberla escuchado decir: "Julián García es mujeriego, no toma en serio a nadie y está destinado a ser soltero de por vida".
Fuera de las chicas con las que las cosas habían terminado verdaderamente mal, de las que sólo puedo recordar a Raquel, tenía una fama aceptable entre las mujeres, y no apreciaba que nadie estuviera hablando así de mí. Menos Alba.
Mi amiga salió casi corriendo de la conversación y yo perdí mi oportunidad de ligármela una última vez. Estaba hecho una furia y empecé a reclamarle que fuera tan inconsciente y me espantara mujeres de esa manera. Cuando se suponía que antes hacía todo lo contrario.
─Por lo menos admite que estás haciendo esto adrede.
─¡No lo estoy! Además, no es como si quisieras tener una relación con ella. No quieres eso con nadie.
Que el cielo me diera fuerzas para no matarla.
─Eso no es lo importante. Se supone que confío en ti para contar contigo, pero eso pasa cada vez menos y no aprendo la lección.
Arranqué el auto y era incapaz de medir el velocímetro. Alba iba con los nudillos blancos aferrados a los lados de su asiento.
─¡Está bien, lo siento! No sé qué me pasó, Julián. Me enfermó la sola idea de pensarte tocándola y besándola.
─Me voy a cansar de tus berrinches más pronto de lo que piensas.
─No se vale que dispares el acelerador a ciento veinte kilómetros por hora. Así cualquiera habla─ dijo, haciendo pucheros con los brazos cruzados.
Bajé hasta una velocidad aceptable y me calmé. Parte de hacer que ella cambiara su podrida actitud, era adaptar la mía.
─Lo que funcione contigo. No más juegos.
Conduje unos minutos más hasta un local de comidas y pedimos lo que nos íbamos a servir.
─¿Por qué me contaste todo a mí? ¿Por qué confiaste? Pude haber hablado de más, es más, lo he hecho. ¿Qué tenía yo?
─No lo sé. Primero me pareciste muy cool para ser mujer, luego sentí que me ayudabas, luego quise mantenerte en la zona del amigo y luego simplemente me acostumbré. Eres alguien difícil de mantener en la bendita friendzone.
─Disculpa por haberme comportado así. Intentaré que no vuelva a pasar─ hizo una pausa─. Sigo pensando que estás loco.
─Es posible. ¿Vas a decirme?
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Otra forma de musas imperfectas (TERMINADA)
RomanceEsto no es sobre ella. Ni siquiera es sobre mí. Creo que es sobre las partes incompletas, las cosas que no se encuentran, la poesía y musas imperfectas.