19.2

2 0 0
                                    

Nuestro saludo fue frío e impersonal. Esperamos en silencio al doctor de la clase de la mañana como por una media hora, pero no se presentó. Yo me encontraba de mal genio y eso sólo logró empeorarlo. Había madrugado por gusto.

─¿Vas a jugar la carta de enfadado por mucho más tiempo?─ dijo.

Lógicamente me diría una tontería así. Siempre hacía ese tipo de cosas.

─Para alguien a quien defendí hasta las últimas consecuencias, cosa que me costó la amistad con María José una vez más, desde luego, bastante bien hiciste en desaparecer todo el fin de semana, dejándome pensando lo peor. Bonito movimiento.

─¿Entonces crees que me llevé esa estúpida botella?¿En serio piensas que me iba a ensuciar las manos por quince dólares que cargo ahora mismo en el bolsillo? En verdad eres ingenua.

─¿Qué querías que creyera? Un mísero mensaje me habría bastado, gracias. Pensaba que te había defendido en vano, que me habías visto la cara una vez más. Fue terrible. Me sentí como mierda.

─Deja el drama de una vez. ¿Qué querías que respondiera? Cada mensaje tuyo insinuaba que no terminabas de creer en mí. No me iba a tomar la molestia de probarte lo contrario, no estaba de humor, ni me dejaste con muchas ganas. ¿Ya te olvidaste de lo que me hiciste? Tuviste mucho de beber como para recordarlo, supongo.

─Oye, no hagas eso. Habíamos quedado en que dejaríamos los celos y todo aquello a un lado...

─No estoy hablando de tu aventura con el tipo ese, genio. Estoy diciéndote que no aprecié que llamaras a mi celular cuando te había dicho perfectamente que no lo cargaba conmigo, a insultarme, a putearme la madre, a acusarme de haberme robado una botella que ni siquiera toqué. Mi madre, que atendió la llamada, justificadísima, me bofeteó y me dijo que con qué clase de pandilleras me junto y que si ahora me dedicaba a robar alcohol. Estoy castigado, desde luego.

─¿De qué demonios estás hablando?

─Voy con la hipótesis de mucho alcohol, entonces.

─A esa hora yo estaba... ocupada. Recuerdo todo lo que sucedió. Yo no te llamé.

─Tengo grabada la llamada, Alba.

Alba sacó su celular y revisó su registro. Confirmó lo que había sucedido, había una llamada a las tres y cinco de la mañana del día sábado a mi número.

─Yo no hice esa llamada, Julián.

─O no lo recuerdas...

─Cuando tú te fuiste, yo estaba... bueno. Y salí casi a las cuatro de la mañana, con todo el drama de esa botella y los gritos y la fiesta arruinada. Yo había dejado mi celular afuera, lo juro. No hice esa llamada, Julián.

Eso era cierto. Cuando Alba desapareció de la sala, yo leí los mensajes que le había enviado el imbécil de Víctor.

─Digamos que te creo. Igual el daño ya está hecho.

─Tuve una pelea mortal con María José, no creo que volvamos a hablarnos. Te defendí hasta el final, a ti y a Enrique. Yo sabía que ustedes no podían hacer eso, los conozco y confío...

Alba me dejó leer la conversación entre ella y su amiga, y las palabras eran bastante subidas de tono. A pesar de que no di señales de vida y aunque no tenía ni un fundamento para defenderme, se puso de mi lado, pasando por encima de una amistad de más de cinco años. ¿Cómo lo hacía? Como se habían dado las cosas, hasta yo habría dudado, pero la convicción que tenía en mí era de admirar. Todo el enojo que sentía se fue de vacaciones y me sentí mal por cómo se habían dado las cosas.

─Te puedo aclarar las cosas, Alba. Pero te puedo jurar que no nos la llevamos.

─Era lo único que necesitaba escuchar. Imagínate a tu mejor amiga diciéndote que eres una podre ingenua que le cree al hombre más mentiroso que existe y que no conforme con eso, pone las manos al fuego por él, cuando aparentemente, él no daría un centavo por mí. Imagínate luchar cuando aparentemente toda lógica está en contra.

Estaba siendo injusta, las cosas tampoco eran así. A estas alturas, yo lo daría todo por ella.

─No aparecías y yo empecé a pensar cualquier cosa. Como sea, yo le di la espalda a María José y eso la enfadó bastante. Está convencida de que fuiste tú.

En la conversación yo era llamado miserable, rata y otro sinnúmero de sinónimos.

─Entiendo que sintiera indignación, tu amiga. ¿Pero era necesario llevarlo hasta estos límites? Es una simple botella. ¿Qué le pasó? ¿Se volvió loca?

─Es lo que digo. No sé qué tiene en la cabeza. No es como que se hubieran llevado algo de valor, una caja fuerte. Pero no hay fuerza humana que la haga salir de ese capricho. Probablemente ella tomó mi celular e hizo la llamada, no lo sé. Lo que sé es que no pienso seguir ahí, no después de lo que hizo.

─¿Qué pasó?

─Me cobró la botella perdida porque se había quedado sin dinero para comer y gasolina, porque no conforme con todo, había ido a dejar a su ex novio y los vagos de sus primos hasta el sur. Me quedé sin dinero, estaba tan enojada. Ha sido el peor fin de semana de la historia, ¿y esa fiesta? La peor idea que tuve en mi vida.

─Lamento haber desaparecido.

─Lamento lo que pasó con tu mamá. Debe pensar lo peor de mí.

─No te voy a mentir, pero se le pasará. En algún rato he de aclarar el mal entendido.

─Por lo menos.

─Es lindo... lo que haces por mí. Aprecio que me hayas defendido aunque tenías cada razón para no hacerlo. Debes quererme mucho.

─Te conozco y no soporto las injusticias.

─Bueno, gracias. Jamás lo olvidaré.

─Tranquilo.

Alba sonrió, pero con una sensación de que había hecho algo más para "meterme en su bolsillo", y no la culpaba, estaba haciendo un trabajo extraordinario.

Le conté del regreso de la fiesta con Enrique hasta nuestras casas.

─Es absurdo. No teníamos maletas para guardar esa botella, ni tenemos bolsillos de payaso. Ella nos abrió la puerta, nos vio salir con las manos vacías. De seguro fueron los primos del ex, o Víctor para fastidiarle a alguien más la noche. O la flaca esa que te quitó a Víctor. A alguien se le pudo haber roto, tampoco era lo más lógico tirarnos el muerto

─Ni lo digas. Se la mencioné y se puso histérica. Ella sí puede defender a la zorra esa.

─¿Celos?

─Sentido común, Juliancito.

High-five por Víctor. Nos sentimos tan orgullosos de ti.

─Se lo tenía bien merecido.

─Me parece que la que tiene que terminar de contar su aventura del viernes, eres tú.

─Vamos desayunar Es largo y tedioso como el día lunes.

Otra forma de musas imperfectas (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora