EPÍLOGO

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Epílogo.

"Los budistas dicen que si conoces a alguien y tu corazón late con fuerza, tus manos tiemblan y tus rodillas se vuelven débiles, no es la persona indicada. Cuando tú conoces a tu alma gemela, sientes calma. Nada de ansiedad, nada de agitación."

La habitación estaba oscura. Al parecer mis analgésicos habían hecho su efecto, porque había dormido por horas de horas. Mis padres estaban gritando en la sala, y Astrid estaba llorando. Pero ya me ocuparía de eso luego. Mi pecho palpitó al recordar que Alba estaba conmigo, y en el grave problema que tendría si me descubrieran. Pero no había señales de ella por ningún lado.

No prendí la luz, porque en verdad no quería lidiar con el drama de mis padres en ese momento. Tomé el vaso de agua que estaba en la mesita de noche y me atasqué de píldoras para el dolor. Si dormía, nadie me molestaría.

Cuando me recosté en la cama nuevamente, sentí un papel al meter la mano debajo de la almohada. En verdad eran dos, uno arrugado y otro liso. Leí el nuevo primero, ayudándome con la linterna de mi teléfono celular.

Astrid me avisó que tus padres venían, así que, como aquella vez en tu departamento, salí volando por la ventana. Acabo de recordar ese día, Julián. Has hecho tanto por mí.

No pude despertarte, te veías tan abatido y lo que te mereces por ahora es descansar de toda esa mierda que rodea tu mundo. No lo sabré yo. Lamento haber sido una de las razones que te llevaron al límite. Intentaré que no vuelva a ser así. Intentaré hacer lo que tome para que seas feliz.

Me regreso llena de esperanza. Le volví a decir a alguien que lo amaba, después de tantos años, y no me asusta. Me llena de dicha que seas tú, que seas siempre tú.

Te preguntarás que hago con esta nota, que aparentemente escribiste hace un par de días, antes de la pelea que tuvimos. Te podría mentir, diciéndote que me la dio Astrid, pero no quiero. Se me hace terrible mentirte, sólo no puedo.

Estaba tan desesperada por saber de ti, que fui a tu casa y me metí a escondidas, presentía que algo iba mal. La encontré tirada en el tacho de la basura junto a las flores. Se me comprimió el corazón, al ver lo decepcionado que estabas de mí. Pero luego me llené de gozo al ver todo el cariño que me tienes, y que quizás soy esa musa y que te inspiro todas esas cosas bonitas. Me llevó a las lágrimas. Más tarde me respondió Astrid y me vine corriendo. Dejé todo, sin pensarlo. Fueron las horas más terribles de mi vida.

Perdón si no te lo dije cuando estábamos abrazados, aquí mismo, en tu cama. Pero me parecía que no querías hablar de nosotros, y era lo justo. No podía ser egoísta. Luego pensé que quizás sería mejor si leyeras esto en un momento de desesperanza. Te devuelvo el favor, amor mío, prender una luz cuando todo parece perdido. Y las palabras simplemente fluyeron.

Te dejo la nota, porque no me la puedo quedar. Quizás, cuando pasen esos dos meses, me la devuelvas porque has vuelto a confiar en mí. Eso lo decides tú. Pero quiero agradecerte por haber entrado en mi vida, haberla puesto de cabeza y dejado florecer la más bonita primavera.

Si quieres que acuda, simplemente tienes que llamar.

Siempre tuya,

Alba.

Reconfortado. Esa era una buena palabra. Una sonrisa en la cara, era eso lo que tenía. Las pastillas empezaron a hacer su efecto y me sentí adormecido. Dejé las notas sobre la mesita de noche, la de Alba y luego la mía encima.

Cuando estaba escribiéndola, tenía en mi celular una foto de ella, como para inspirarme. Gasté un montón de papel, intentando encontrar las frases apropiadas, tanto así que el resultado final, lo aprendí de memoria.

A medida que estaba desfalleciendo, las recité en mi cabeza.

Ya somos grandes. No nos vamos a mentir apresurándonos a una relación que sabemos, no tiene futuro. Te dejo la libertad de buscar lo que quieres, esperando que algún día ese algo sea yo. No creo en los cuentos de hadas y no pienso engañarte viviendo de flores y chocolates cuando lo que me hace quererte es saber que podemos construir algo real y que no acabará. Algo más que un noviazgo que inexorablemente acabará por la rutina y por un par de bragas. Quiero que sigas siendo mi amiga y seguir aprendiéndote hasta que lleguemos al día en que no tengamos que apropiarnos del otro o vivir con el miedo de ser abandonados. El día en que simplemente seremos porque no habrá nadie más en el mundo que me mire con sus ojos color marrón y me sacuda la existencia. No quiero mentirte. Quiero vivirte bien. Y eso, eso sí que me hace feliz.

FIN.

Mayo, 2015.

Otra forma de musas imperfectas (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora