Capítulo 7

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CAPÍTULO 7

En el patio de la escuela vi a Mirta de pie, plantada como un árbol, esperándome para entrar en el salón de clases. Estaba esperando reunirme con ella para decirle mi descubrimiento.

-Sé su Nombre.

Le dije mientras me acercaba.

-¿Él te lo dijo? -dedujo.

-Vi en su tarjeta de estudiante.

-¿Cómo que vi?

-Él la perdió en la biblioteca.

- ¿y la encontraste?

-Sí.

-¿Cuál es su nombre?-Mirta-hizo un gesto ansioso.

-Eros. -dije suave su nombre.

-¡Es un nombre intenso! - dijo, encantada.

Lo vi en el pasillo, solo como siempre. Algunas chicas lo miraron descaradamente, pero no prestó atención. Sacudí mis pasos para encontrarlo a tiempo antes de que la distancia impidiera mi enfoque.

- ¡Eros!

Grité, recelosa, fue el primero vez que llamé por su nombre.

Interrumpió sus pasos, cuando oyó mi voz, sonando asustada. Miró a mi mano que aferraba su identificación de estudiante.

Parecía que sabía que ella estaba conmigo.

No miró mi rostro por un momento.

-Se te cayó en la biblioteca. – se la devolví.

-¿Cómo sabes que es mía?

-Tú eras el único que estaba allí ayer.

-Ahora que estamos a mano, yo encontré tu broche y tú encontraste a mi identificación de estudiante.

Asentí con una sonrisa tímida.

-Ya sabes mi nombre y yo no sé el tuyo... -dijo mientras mantenía su identificación en el bolsillo.

- Valquiria.- Había pronunciado mi nombre con tanta rapidez que apenas se podía oír.

-¡Valquiria! ¡Es un nombre hermoso!-Tenía la mirada fija en mi rostro.

-¡Gracias! -Yo estaba al rojo vivo con la alabanza, al mismo tiempo feliz.

- ¿Hace mucho que tú estudias aquí?

- En realidad, hace cuatro días. Yo no vivía aquí.

- Yo también. Hoy es mi tercer día aquí. Yo vengo de otra ciudad.

-Creo nos parecemos un poco...Quiero decir, la forma de vida.

Pronto me precipité a corregir lo que le había dicho, por temor de que a él no le gustara la comparación.

Después de todo, me sentía como una idiota cada vez que estaba cerca de él.

-El. -concordó. -Seremos buenos amigos...Si quieres mi amistad, por supuesto.

-Si.- Yo no dudé en responder.

- Entonces... hasta mañana.- se despidió con una sonrisa cortés.

Mis ojos hicieron hincapié en la forma de sus dientes.

- Adiós... - Yo no podía apartar mis ojos de él, dejándome. Una fuerza me instó a permanecer allí, admirándole por detrás.

Cuando Eros se fue, corrí a contarle todo a mi amiga Mirta. Rebosante de felicidad con la nueva propuesta de amistad con el chico.

Cuando terminé de contarle nuestra conversación, Mirta tenía una conclusión precipitada y absurda.

-¿Estás enamorada de él? - Me Pregunto.

-¿Enamorada? No lo conozco totalmente.

- Tú no dejas de hablar de ello. Y para amar no es necesario conocerse bien. Puedes haberte enamorado desde la primera vez que lo viste.-dedujo.

- ¡Tú tienes una mente creativa! - murmuré.

-Me enamoré de Cristian así desde la primera vez que lo vi en el patio del colegio.

-¿Cristian? -No sabía a quién se refería.

- él es de tercer año. Es considerado el chico más bello y codiciado de la escuela.

-¿Él sabe que te gusta?

-Creo que no...Nunca tuve las agallas para acercarme a él, vive rodeado de chicas y...

-¿Y...?

Sentí un bloqueo en mi amiga, cuando hablaba de este chico.

- No tendría ninguna posibilidad...

-¿Por qué no? Eres hermosa... Eres inteligente...

Acompañé a mi amiga Mirta a canchas deportivas, los estudiantes del tercer año ejercitaban para un campeonato de baloncesto regional. Varios estudiantes estaban de pie alrededor mirando el entrenamiento. Mirta estaba allí para ver el juego, por Christian. Ella estaba dispuesta a demostrar a Christian, el chico que le gustaba quien era ella. Él realmente era muy hermoso, su físico alto y atlético, pelo de color miel, sus ojos eran de color marrón claro. Junto con su belleza, llevaba una disgustante arrogancia. Un joven pretencioso y mal educado, que sentía que él era el dueño del lugar. Incluso en el juego. Fue el mejor jugador en la cancha, anotó varias canastas y la multitud los festejaba gritando su nombre todo el tiempo.

-¡Él es genial! -Dijo Mirta entusiasmada con el show.

Seguí viendo el partido, con el ceño fruncido, pavoneando mi aversión al muchacho.

Por lo que entendí del juego, no era un juego hermoso, algunos querían anotar l tanto más que los otros.

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Valquiria - La princesa vampiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora