Capítulo 48
Quedarme en el castillo a estas alturas era algo intolerable para mí. Yo quería salir de allí. Desaparecer para siempre de aquel lugar y nunca más ver a nadie.
Ni siquiera a... Eros.
Mi vida había perdido sentido desde el momento en que él me dijo aquellas cosas. Diciendo que yo lo olvidara... ¡Como si eso fuese posible!
La única manera que encontré de destruir aquel amor era acabando conmigo, dejar de existir.
Caminé al encuentro del lago, yo deposité allí toda mi desesperación, mirando al lago. Aquella agua oscura e inmóvil, mi vida se parecía a él.
Un viento fuerte tocó mi pálido rostro, continuó por mis cabellos, desordenándolos.
Anestesiada, no prestaba atención de lo que pasaba alrededor mío.
Las primeras lágrimas de sangre rodaban por mi rostro, y yo no las sentí.
Di varios pasos hasta tocar con los pies el lago, donde seguí caminando, andando con lentitud.
Mi cuerpo se fue sumergiendo sin prisa en el agua oscura del lago. Ella llegó hasta mi cintura, yo continué y ella cubrió mi rostro... mi cabeza.
Desaparecí enseguida.
Pasaron horas y yo no reaccioné en la profundidad del lago, deseaba que él me hiciese cerrar los ojos para siempre.
Una cobra enorme, con siete metros de extensión, se arrastraba cerca del lago y entró en el agua, fue hasta al fondo, se movía con agilidad. Vino al encuentro de mi cuerpo suelto, boyando de un lado para el otro. La serpiente entrelazó todo su cuerpo al mío y me llevó hasta el borde del lago, fui arrastrada por ella hasta la superficie. La cobra dejó de ser un animal y se transformó en un vampiro.
Bizak me aferró en los brazos, quedé con la cabeza inclinada hacia atrás. Inconsciente. Mis brazos sueltos, se sacudían con sus pasos, él se podía mover con velocidad.
Él era un vampiro, pero prefirió caminar sin prisa y tenerme en sus brazos por más tiempo. Apreciar mi espléndida cara. Nuestras vestimentas estaban empapadas en agua. Pegadas al cuerpo, mi vestido color marfil quedó manchado, el tejido envejeció y oscureció, debido al agua del lago.
Bizak me llevaba de vuelta al castillo. Los árboles secos se balanceaban de un lado para el otro, entre ellos una lechuza que observaba todo, todos nuestros movimientos.
Al ver a Bizak distanciándose llevando mi cuerpo, la lechuza voló hacia otra dirección, a encontrarse con el cielo nublado y desapareció entre una fumarada ceniza que apareció en el aire.
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Valquiria - La princesa vampira
VampireLibro 1 en la Valquiria - La Princesa Vampira Sinopsis Valquiria creció teniendo sueños extraños con un hombre que nunca vio en su vida. Cuando conoce a Eros, un muchacho hermoso y atrayente, el misterio pasó a ser parte de lo cotidiano. Algunas...