Capítulo 31

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CAPÍTULO 31

El búho voló sobre la ciudad, antes de regresar al lugar donde esperé por él. Volando sobre un barrio, vio el auto de Christian delante de la casa de Mirta. A estas alturas ya había terminado el show de rock.

Mirta llevó a Christian a la puerta de su casa.

Fueron contenidos en un largo beso.

Ella entró en la casa y él caminaba hacia su coche. Al abrir la puerta él había sido atemorizado por el vuelo de la lechuza que estaba ligeramente sobre su cabeza.

- ¡Bicho del infierno! - Balbuceaba.

Antes de entrar en el vehículo, vio a Eros de su lado. No sabía cómo es que salió de la nada.

- ¡Tú! ¿Qué haces aquí? – Preguntó temeroso.

- Vine a verte.

- No me gustan hombres, mi tema son las mujeres. - Se sentó en el coche.

Eros lo sacó fuera del coche, con una fuerza inverosímil. Dejando a Christian asustado y sin poder de defensa.

- Digo lo mismo. - Eros había respondido sosteniendo el cuello de su enemigo.

-¿Qué quieres conmigo?

- Siempre me has perseguido en ese colegio con insultos y chistes sin gracia.

- Estaba bromeando.

- Pero yo no. - Eros sacudió su garganta con más fuerza.

-¿Quieres matarme?

Christian preguntó bajo diversas toses, sintiendo que estaba siendo sofocado.

- Todavía no.

Eros le respondió y luego apretó el cuello con mucho odio.

- Ahora sabes que no soy un idiota y si te quedas dándome vueltas, sabes que haré algo mucho peor.

Eros le respondió y lo tiró en el piso y lo atacó con varias patadas a la cara.

- Mantente alejado de Mirta o considérate un hombre muerto. – le amenazó Eros.

Una gota de sangre corrió hacia abajo a través de la nariz de Christian, el olor había dejado a su enemigo en alerta.

Eros abandonó el lugar antes de que su instinto depredador pudiera controlar la situación y pudiera matar al desdichado y correr el riesgo de ser atrapado.

Se sumergió en un humo y luego había desaparecido.

Incluso ya a lo lejos, no podía controlar su deseo de sangre, que corría en el cuerpo de Christian, tenía un inmenso deseo de volver al lugar y chupar toda su sangre.

Presionó sus manos, balanceaba su cuello de lado a lado, tratando de controlar su instinto de depredador sanguinario.

Un enorme perro, de pelo oscuro, estaba caminando en su dirección. Eros lanzó una mirada enigmática al animal, el animal después de ser hipnotizado, llegó a él.

Después de que él había aspirado a casi toda la sangre de su presa, tenía la necesidad de comer la carne del animal, dejando sólo los huesos y la cabeza.

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Valquiria - La princesa vampiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora