CAPÍTULO 17

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CAPÍTULO 17

Últimamente me estaba durmiendo antes de lo esperado, todas las tardes cuando llegaba de la escuela un sueño profundo me atrapaba, comía el almuerzo y luego de inmediato me iba a mi habitación para dormir, dormía durante doce horas. Durante dos días seguidos había actuado de la misma manera, no sabía por qué esa somnolencia. Mi madre estaba preocupada porque yo estaba reaccionando de esa manera, le pasó por su cabeza que yo estaba enferma. Tal vez con una anemia profunda.

-Te llevaré al médico. - Dijo preocupaba.

- Estoy bien.-dije discordando.

-Tú duermes demasiado. -Insistió. -Mañana vamos a ir al médico.

Al día siguiente fuimos a la ciudad, llegamos a una clínica privada y me atendieron el mismo día. Sentada en un consultorio, frente a un hombre calvo con una bata blanca. Mi madre me llevó al médico y describió toda mi conducta de los últimos días. Él hizo varias preguntas acerca de mi dieta, si yo tenía algún vicio. Contesté todas las preguntas, airada, pensaba que todo era una estupidez. Parecía más un interrogatorio policial que una consulta médica. Me llevó todo el día en ese lugar. Me fue con una enfermera a una habitación donde me pusieron en la cama, mi madre quedó conmigo en la habitación. Sentí que ella estaba tensa. Iba de un lado a otro. La enfermera preparó todos los materiales necesarios para recoger mi sangre. Volví la cara cuando sentí la aguja tocar mi brazo. Se tomó unos minutos tratando de recoger mi sangre, que no brotaba en la jeringa.

Ella estaba aturdida con el hecho. Había hecho cinco agujeros en mi brazo tratando de encontrar la vena correcta. Después de varios intentos frustrados, decidió llamar al médico. Mi madre estaba más nerviosa, sabía que algo estaba mal conmigo. El médico entró en la habitación a toda prisa con la enfermera a su lado diciéndole de toda la operación.

-¿Qué está sucediendo? -Mi madre le preguntó el médico, con una voz casi en llanto.

-No se preocupe, simplemente no encontramos la vena de su hija. - Él respondió con cautela.

Después de tres intentos, finalmente logró encontrar a mi bendita vena. La sangre salió oscura y espesa. Me di cuenta de la cara del doctor de que algo estaba mal. El resultado estaría en tres días. Salí de la clínica más enojada que cuando entré. Con mi brazo hinchado, con varias marcas de agujas. Yo era un conejillo de indias en manos de irresponsables. Nunca pondría mis pies allí otra vez.

-¿Satisfecha? - Le pregunté cuando ingresé en el coche.

-Todavía no, falta obtener el resultado. – dijo mi madre.

-¡No pongo más los pies en esa clínica maldita! ¡Mira lo que hicieron con mi brazo!

Cerré la puerta del coche con gran estruendo.

Indignada.



Valquiria - La princesa vampiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora