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            Sairin abrió los ojos lentamente, todo le daba vueltas. Cuando logró enfocar la mirada, vio que estaba en una habitación amplia, donde había unos camastros, el resto de la habitación se componía de una pequeña cocina y una mesa con unas sillas.

La joven intentó moverse pero tenía las manos atadas a la espalda y los pies atados, tendida en el suelo sobre unas mantas.

-¿Dónde estoy?- preguntó la joven aún mareada.

Estaba amaneciendo, entonces vio entrar a un hombre. Este la miró fijamente.

-Al fin despiertas.

-¿Quién sois? ¿Qué hago aquí?- preguntó ella forcejeando para quitarse las ataduras.

-¿No me recuerdas? Soy el Depredador- dijo él.

-Oh Dios mío- se lamentó la joven- señor, no me haga daño, se lo ruego.

-Tranquila, no soy yo quien quiere matarte.

Sairin comenzó a llorar.

-Señor, se lo suplico, déjeme ir, por favor.

-Lo siento, pero no puedo.

La joven lloró desconsoladamente.

Edward llegó a la casa, enfadado consigo mismo. No había rastro de su esposa por ningún lado. Al entrar, su hermano lo esperaba en el salón y cuando lo oyó llegar, salió rápidamente.

-¿Y bien?- preguntó Jake.

-Nada, no la he encontrado.

-¿Y qué piensas hacer?

-Seguir buscándola, tendré que comunicárselo tanto a lady Julie como a Catherine.

-Catherine nos oyó anoche, se quedó aquí a dormir, está muy afligida.

-Lo entiendo perfectamente y entenderé que me odie.

Se pasó una mano por el pelo.

-Aún puedes seguir buscándola, estoy seguro de que la encontrarás.

-Voy a mi despacho.

-Como quieras.

Edward se fue a su despacho a por un brandy y se quedó allí.

Catherine bajó las escaleras y miró a Jake, con las manos en el corazón, esperanzada. Jake negó con la cabeza y la joven se sentó en las escaleras, llorando de preocupación.

Jake subió y se sentó al lado de ella para consolarla.

-No te preocupes, seguro que aparece.

-Mi amiga está en peligro y no puedo hacer nada.

-Edward la encontrará.

-No me pidas que confíe en ese hombre cuando mi amiga no ha hecho más que sufrir desde que está con él.

-Lo sé, Cathy, lo sé, pero él también está preocupado.

-No se le veía muy preocupado cuando bailaba con todas esas damas.

-Él la ama, Catherine, aunque no sé qué le pasa que no quiere aceptarlo y por eso se aleja de Sairin.

-Si la amara, la hubiera protegido.

Atrápame en tu pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora