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            Sairin, una vez su hermano salió del salón, llamó a su doncella que apareció al poco tiempo.

-¿Deseaba algo, señora?

-Sí, necesito que vayas a la casa de los Rowling para que le entregues una nota a Catherine, ¿podrás hacerlo?

-Por supuesto que sí, señora.

-Bien- dijo Sairin levantándose para ir a buscar un papel y algo para escribir.

Juntas fueron al despacho de Edward que en ese momento se hallaba vacío y cogió lo necesario para escribirle una nota a su amiga. Después de escribirla la cerró y la selló con un poco de cera caliente de una vela y se la entregó a Gabriella.

-Quiero que se la entregues en mano, que nadie más la lea ¿entendido?

-Sí, señora, ya mismo voy para allá.

-Gracias, Gabriella.

-De nada, señora.

La joven, entonces, salió apresuradamente del despacho de lord Edward y se dirigió a la casa de la amiga de lady Sairin. Una vez allí, tocó en la puerta principal donde le abrió el mayordomo que la miró con aire de superioridad pensando que era una indigente.

-¿Qué desea?- preguntó el mayordomo.

-Vengo de parte de la señora Forrester, quiere que le entregue esta carta a su amiga, lady Catherine.

-Pues démela y yo se la haré llegar.

-La señora me dijo que se la entregara yo en mano, si no es molestia.

-Iré a avisar a la señorita, pase y espere aquí.

La joven entró y el mayordomo cerró la puerta para luego desaparecer por un amplio corredor. Gabriella miró a su alrededor, observando cada detalle de la lujosa mansión de los Rowling.

Todo el recibidor estaba decorado con inmensos jarrones llenos de flores blancas y rojas. En las paredes había cuadros de todos los tamaños e incluso el emblema de la familia grabado en un escudo con dos espadas de mango dorado y con piedras preciosas.

Tras unos minutos de espera, Catherine apareció, seguida del fiel mayordomo.

-Miles, puedes retirarte, conozco a la joven.

El mayordomo chocó los talones y tras hacer una reverencia se fue a la cocina.

-Lady Catherine.

-No hablemos aquí, vayamos a la biblioteca.

Dicho eso, Gabriella siguió a lady Catherine hasta la instancia. Una habitación de grandes dimensiones llenas de estanterías con libros de todos los tamaños y grosores.

Una vez dentro, Catherine cerró la puerta y miró a Gabriella.

-¿Sucede algo?

-La señora me envió para que le entregara esta nota.

-¿Y sabes por casualidad de qué se trata?

-No estoy segura, milady, pero creo que es algo relacionado con el señor Lindsey.

Catherine miró a la doncella y rápidamente abrió la carta para leer las palabras de su amiga. Los ojos de la joven se abrieron desmesuradamente y miró a Gabriella.

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