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Amaneció un día gris en el que probablemente llovería, pero eso a Zachary no le importó, cuanto antes llegara a Escocia, antes partiría hacia el continente. Cerca de la media mañana, se detuvo para comer algo y luego volvió a retomar su camino sin percatarse de que alguien lo seguía muy de cerca.

Tras un largo día de galopar sin parar, Zachary decidió parar para que Rayo descansara puesto que ya comenzaba a salirle espuma por la boca del cansancio.

Pararon junto a un lago donde ambos bebieron agua hasta quedar saciados, luego, Zachary dejó al caballo que pastara por allí en lo que él se tumbaba para descansar un rato.

Tan cansado estaba que se quedó dormido, entonces, comenzó a soñar con ella. Soñaba que estaba allí con él y lo besaba con esa dulzura característica de ella. Parecían besos tan reales...

De repente, abrió los ojos y la encontró allí. Mirándolo con una encantadora sonrisa.

-Hola Zachary- le dijo ella acariciándole la mejilla.

Él se incorporó rápidamente, bastante sorprendido.

-¡Catherine!- exclamó él- ¿Qué haces aquí?

-Te he seguido, quiero estar contigo y no me lo vas a impedir.

-No, Catherine, ya te dije que no podíamos estar juntos, debes volver a tu casa ya.

-No pienso volver si no es contigo, lo siento mucho.

Zachary la cogió de los brazos y la zarandeó.

-Maldita sea, Catherine, quieres volverme loco ¿verdad?

-Tú sí que me quieres volver loca a mí, Zach, por favor, no te vayas, sin ti es como si no tuviese vida, todo me aburre, incluso las fiestas de sociedad me aburren, no sabes lo que es ver que todos los hombres pretenden cortejarte para conseguir tu fortuna y no tu corazón.

-¿Y crees que yo pretendo obtener tu corazón?- preguntó él intentando ser duro para que ella volviese a su casa.

-Sí, al menos eso creo yo, eres diferente a todos esos hombres que acuden a las fiestas de sociedad. Me gustas mucho y sé que no podría vivir sin ti, por eso no quiero que te vayas, quiero que estemos juntos.

-Tus padres no pensarán lo mismo.

-Me da igual lo que piensen ellos, Zach, en este momento sólo existimos tú y yo así que si de verdad me deseas y me quieres, bésame, te lo ruego.

Zachary la miró por unos instantes sin saber muy bien qué hacer hasta que finalmente la atrajo hacia sí hasta sentarla en su regazo y la besó con pasión. Con un deseo irrefrenable.

Ella respondió al beso casi al instante, pasando los brazos alrededor del cuello de él mientras él posaba sus manos en la cintura de ella. Una de ellas ascendió lentamente por toda la espalda hasta enredarse en los sedosos cabellos de la joven.

Las manos de ella pasaron por los hombros de él, luego la espada y después pasaron a tocar el duro torso de él. Sus terminaciones nerviosas respondían casi a la vez que él posaba las manos en algún punto de su cuerpo y todo ese calor se trasladaba a su bajo vientre.

Movida como por instinto, se removió sobre el enorme bulto que había en los pantalones de él avivando aún más el deseo de ambos. Zachary desabrochó los botoncitos del traje de montar de ella hasta dejarla sin la parte de arriba.

Atrápame en tu pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora