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            Sairin daba un paseo por el parque y por el camino Isabella Greyson se acercó a ella.

            -Me he enterado de que estás con lord Edward- dijo con ira en su mirada.

            Sairin la miró asustada. La reacción de Isabella la contrariaba a la vez que la asustaba.

            -Dime ¿es verdad? ¿Es cierto que tú y él estáis juntos? Contesta y no me mires así.

            -Sí… sí estamos juntos…- dijo Sairin con voz temblorosa.

            -¿Cómo te has atrevido? ¡Sabías que yo estaba detrás de él desde hacía mucho tiempo!

            -Lo siento.

            -A mí no vale tu actitud de mosquita muerta, te vas a enterar, esto no va quedar así, te lo juro.

            Dicho eso, Isabella se fue. Uno de los lacayos que acompañaba a Sairin se acercó a la chica que tenía la mirada contrariada.

            -¿Sucede algo, milady?

            -No, tranquilo.        

            -¿Seguro? Esta algo pálida.

            -No, estoy bien, volvamos a la casa Forrester.

            -Como usted mande, señorita.

            Su subió al carruaje y luego volvió a la casa. Allí la esperaba su amiga Catherine.

            -Hola amiga- dijo Sairin cuando entró en el salón.

            Su amiga estaba sentada en un sofá de patas labradas de color oscuro y un tapizado rojo de terciopelo.

            -Sairin, amiga, menos mal, llevo un buen rato esperándote.

            -Necesitaba despejarme un poco.

            -¿Acaso has discutido con lord Edward?

            -Exactamente eso- respondió ella.

            -¿Y por qué?

            -Se burla de mí, no soporto que se burlen de mí. Sabes que a mí no me gusta mentir, lo odio.

            -¿Y?

            -¿Cómo que y? Que me dijo que sería una buena actriz, me ha comparado con esa gente, si pretendía ser sarcástico lo consiguió, pero no pienso dejar que se burle de mí, te lo aseguro.

            -Sairin, para… vaya retahíla.

            La joven meneó la cabeza.

            -Lo siento, Catherine, ¿a qué has venido?

            -Venía a invitarte a la fiesta que voy a dar en mi casa.

            -¿Cuándo es?

            -El viernes, vendrás ¿verdad?

            -¿Cómo voy a faltar a tu fiesta? Mientras tengas un lugar donde no pueda encontrarme Edward Forrester, seré feliz y que también tenga un jardín claro.

            -Eres una exagerada.

            -¿Exagerada? No sabes lo que daría por salir de esta casa.

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