Sairin… un nombre que nunca olvidaría aunque quisiera. Edward se sorprendió mucho cuando la vio en la fiesta de la señora Dianne, con ese precioso vestido verde que le sentaba tan bien. Poseía tal sencillez que cautivaba con solo mirarla. No dejó de observarla durante todo el tiempo que ella estuvo en la fiesta e incluso le encantó hablar con ella.
Hasta que apareció Isabella Greyson.
Esa mujer no lo dejaba en paz, cada vez que podía se lanzaba encima de él.
Ahora, él se encontraba en su despacho, arreglando unos papeles para poder llevar un cargamento hacia América. Pero no podía concentrarse, así que decidió salir a dar una vuelta.
Sairin y Catherine salieron a dar un paseo, ese día hacía un sol espléndido y las dos llevaban su parasol de mano.
-Que pena que no te quedaste en la fiesta- dijo Catherine.
-Tampoco me apetecía tanto, solo con ver a Edward Forrester, se me quitaron las pocas ganas que tenía.
-¿Te puedes creer que Isabella Greyson estuvo toda la noche detrás de lord Edward?
-No me digas… espero que lord Edward haya aprovechado bien.
-No, lord Edward ha intentado huir de ella.
-¿Y por qué? Lady Isabella es una mujer bella.
-Pues se comprende que no le interesa.
-Vaya… que raro, tiene fama de mujeriego.
-Sí, pero a veces no hay que hacer caso de lo que dice la gente.
-También es verdad.
Edward iba andando, sumido en sus pensamientos, cuando la vio. Iba con su amiga, Catherine Rowling. Ambas iban hablando muy amenamente. Él se quedó paralizado al ver a la joven.
Sairin y Catherine se dispusieron a cruzar la calle y a Sairin se le cayó el abanico al suelo. Catherine ya estaba al otro lado, se giró a ver dónde estaba su amiga porque no la vio a su lado. Cuando se giró, vio que un carruaje se acercaba hacia donde estaba Sairin y la iba a atropellar.
-¡Sairin!- exclamó asustada.
Edward que también vio el coche, corrió a salvar a Sairin, la cogió de la cintura y los dos cayeron lo más alejado del carruaje. Ella cayó de espaldas y él cayó encima. Los dos se miraron a los ojos.
-¿Qué pasó?- preguntó ella confusa y ruborizada por la mirada de él, su respiración era agitada.
-Casi te atropellan pero ¿te encuentras bien? ¿Te duele algo?- preguntó él sin dejar de mirarla.
Ella tenía el brazo derecho herido, ya que al caer de lado, se lo raspó todo, algunos mechones de pelo se le soltaron de su ajustado moño.
-Creo que no me duele nada- dijo ella con voz temblorosa, debido tanto al susto como a la presencia de Edward.
Catherine corrió al lado de su amiga y de Edward, preocupada.
-Sairin, amiga, ¿está bien?
Edward, al ver que Catherine se acercaba, se apartó y ayudó a Sairin a incorporarse.
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Atrápame en tu pasión
RomanceSairin vivía felizmente con su tía tras la dolorosa muerte de sus padres. Estaba enamorada de Edward, un hombre que cualquier mujer desearía. Pero una amenaza se cierne sobre la joven, y con la ayuda de Edward intentará resolver por qué quieren ve...