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          Pasaban los días y el vientre de Sairin aumentaba poco a poco de volumen, ahora en vez de ser una ligera curvatura, ya comenzaba a notarse un vientre un poco más grande. Los vestidos comenzaban a quedarle estrechos y ya había aprendido a coser ropa para el bebé. Ella también necesitaba ropa qué ponerse, no podía pasarse todo el día en camisón.

Uno de esos días, Zachary fue a visitar a su hermana para ver cómo estaba su estado.

-Hermana, cada día estás más hermosa.

-Ya, eso lo dices porque soy tu hermana, mírame, estoy gorda y fea.

-No digas eso, ¿es que acaso tu marido te ha dicho algo por el estilo?

-¡No! Él me dice lo mismo que tú, pero sé que los dos lo decís para que me sienta bien y no es cierto que esté más hermosa cada día. Me alegro mucho de este embarazo, pero no me veo hermosa.

-Confía en mí, yo siempre te digo la verdad, pero cambiemos de tema... he recibido una nota de ese hombre.

-¿Y ya has ido a verle?

-No, le he estado dando excusas, sabe que estás viva y que escapaste de mí.

-Ve a verlo, Zachary, es lo mejor. No podrás ocultarte de él siempre.

-¿Y qué le digo? ¿Que te liberé porque eres mi hermana? Me matará, entonces.

-Invéntate cualquier excusa.

-De acuerdo, haré lo que esté en mi mano.

Mientras ellos hablaban, no se habían dado cuenta de que Amanda los escuchaba de cerca y sonrió con malicia al descubrir cómo fue que se salvó esa mujerzuela. Rápidamente, corrió hacia la casa de su señor para contárselo y así de paso poder acostarse con él como hacía cada noche.

Le encantaba que jugara con ella, sobre todo cuando él la inmovilizaba para que él pudiese disfrutar de ella con plenitud y que ella no pudiese hacer nada.

Al salir, esta se topó con la señorita Catherine la cual venía a visitar a la señora Sairin.

-Amanda, ¿a dónde vas con tanta prisa?- le preguntó la joven.

-Voy a... voy a visitar a una amiga que está enferma y es urgente que le compre unas medicinas.

-Espero que no sea nada.

-Yo también lo espero, señorita. La señora está en la biblioteca.

-Gracias.

Sin decir más, Amanda se alejó corriendo y Catherine entró en la casa. Se acercó a la biblioteca y abrió la puerta.

-Hola querida ¿cómo estás?- de repente se detuvo al ver a Zachary con Sairin, levantó la barbilla y dijo- ah, no sabía que tenías visita, volveré después.

-Espera, Cathy, no te vayas- dijo Sairin- ¿se puede saber qué os pasa? ¿Es que tanto os molesta la presencia del otro?

Catherine se cruzó de brazos.

-¿Tú qué crees? Un hombre que dice querer a su hermana y pretendía separarla de la persona a la que más amaba en este mundo.

Zachary la miró y, sin expresión alguna, dijo:

-No voy a entrar en ese juego de peleítas infantiles.

-Tampoco estaba interesada en pelear contigo- dijo Catherine.

Atrápame en tu pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora